pintura-religiosa-con-paisajes-marinosIsabel

María, signo de esperanza

Mientras tanto, la Madre de Jesús, de la misma manera que, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es imagen y principio de la Iglesia, que habrá de tener su cumplimiento en la vida futura, así en la tierra precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor (cf. 2 Petr. 3, 10).

Es motivo de gran gozo y consuelo para este santo Concilio el que también entre los hermanos separados no falten quienes tributan el debido honor a la Madre del Señor y Salvador, especialmente entre los Orientales, que concurren con impulso ferviente y ánimo devoto al culto de la siempre Virgen Madre de Dios. (Lumen Gentium 68-69).

Reinas santas

Habría que hablar de las desgracias con sus hijos. De la prematura muerte del príncipe don Juan, heredero de la corona. De su esperanza, le sucediera su nietecito, don Miguel, tronchada con la muerte del niño. Del paso de la corona a la rama femenina, doña Juana la Loca, que perdió el juicio o cometió grandes extravagancias a causa de los celos de su infiel esposo, Felipe el Hermoso; y si hubiera vivido más habría visto la desgracia de su otra hija, doña Catalina, repudiada por Enrique VIII para casarse con Ana Bolena, y el cisma de Inglaterra, promovido por el rey al no conseguir el divorcio de Roma.

Entre las reinas no españolas, tantas y tan buenas y hasta santas, baste recordar a María Teresa de Austria y a las emperatrices Irene y Teodora, que en la crisis iconoclasta trajeron paréntesis de paz a la Iglesia durante sus reinados. (P. Jesús González-Quevedo, s.j.)

La mujer

Edith Stein

Además muchas mujeres superficiales e inconstantes andan a la caza del placer para llenar el vacío interior, concluyen y deshacen matrimonios, abandonan el cuidado del hogar y de los hijos o los dejan al cuidado de extraños que no son más conscientes que ellas; si se ven forzadas a trabajar para ganarse la vida, consideran su trabajo sólo como un medio para alcanzar un fin , es decir para mantenerse y gozar lo más posible de la vida: en ellas no se puede hablar ni de vocación ni de ethos. Son como arena que se deja arrastrar. El desorden de la vida familiar, la decadencia de la moral, están esencialmente en estrecha relación con la prevalencia de estos grupos y sólo se podrá impedir si se cuenta con la ayuda de una educación apropiada de las jóvenes para no multiplicar su número.

Clases de castidad

«Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios». (Mat. 5, 8)

«¿Deseas ver al Creador? – dice san Agustín: gran cosa es lo que anhelas. Yo no puedo menos de aplaudir tu afán. Los limpios de corazón ven a Dios». Luego, también la oración puede volverse por pasiva: podemos ver a Dios en los limpios de corazón: son su espejo.

Escribe el santo Cura de Ars: «Dios no puede resistir ante la oración de un alma pura. Un alma que no haya sido nunca mancillada por este pecado (impureza) obtiene de Dios lo que quiere».

La castidad puede ser virginal, o sea la abstención voluntaria y perpetua de toda delectación contraria.

Puede ser juvenil, la del que se abstiene totalmente de delectaciones antes del matrimonio.

Es conyugal cuando regula según el dictamen de la razón y de la fe las delectaciones lícitas dentro del matrimonio.

Viudal es cuando se abstiene totalmente después del matrimonio, por el fallecimiento de un conyugue. (Jaime Solá Grané – La castidad, ayer y hoy)

Nunca desesperamos

Debemos cultivar un sensus fidei (un sentido de la fe) y un sentido de la proximidad de la providencia de Dios que pueda elevar nuestro espíritu por encima de la sofocante red de estructuras de pecado social que prevalece en nuestra sociedad. Nuestra impaciencia puede tener buenos motivos, tales como la preocupación por la salvación de muchos, cuya salud espiritual se ve amenazada por la corrupción de la sociedad, y las limitaciones que encontramos en la Iglesia contemporánea. Pero nunca debemos desesperamos, porque el Señor está mucho más preocupado que nosotros por la salvación de todos Sus hijos. Siempre encontrará la manera de ofrecer la salvación a todos aquellos que estén dispuestos a aceptarla. Podemos tener la seguridad de que en un futuro no muy distante el Señor enviará santos que con fuerza profética predicarán la fe. (Ignacio Barreiro Carámbula – Verbo)

Reino de Dios y corrupción

No puede olvidarse que hay una lucha decisiva entre el Reino de Dios y los siete pecados capitales, fomentados por nuestra naturaleza caída y la acción diabólica. Si el Renacimiento fue una búsqueda de la naturaleza sin la gracia, la Reforma protestante una eclosión de orgullo y de pesimismo, la Revolución Francesa el trastorno de la política separada totalmente de Dios, así como el comunismo la consecuencia de una economía sin moral, y, finalmente, en nuestros días, la cultura como objeto de perversión, las consecuencias están a la vista. El Renacimiento terminó con la naturaleza sin gracia; el protestantismo, con la fe sin magisterio y pulverizada en mil sectas; el liberalismo de la Revolución Francesa, en un caos de capitalismo desenfrenado y de desórdenes sociales; el comunismo, con la mayor tiranía y esclavitud que han conocido los pueblos. Y la actual revolución cultural, en un intento de divorciar el pensamiento de Dios, en la desesperanza del existencialismo, de las drogas, de los suicidios y de la desesperación. Frente a estos fracasos, se hace más actual la necesidad del Reino de Dios, de la cristiandad, de trabajar para que Jesucristo impere en todos los hombres, estructuras y en el encuentro con la verdad y la gracia. (Mn. José Ricart Torrens)

Nueva evangelización

Desde hace algunos años encontramos en los documentos del Magisterio de la Iglesia la expresión “nueva evangelización”. No se trata de una cuestión de oportunidad ante la proximidad de determinados acontecimientos como el V centenario de la evangelización de América o el segundo milenio del cristianismo. La Iglesia es evangelizadora por su propia naturaleza. Y tanto su doctrina como su historia lo acreditan suficientemente.

Tampoco hemos de pensar que cambia la naturaleza de la evangelización, ni la doctrina que se enseña, ni sus destinatarios, ni los fines perseguidos ni las razones que mueven a la Iglesia. La Iglesia, repetimos, es evangelizadora por su propia naturaleza y esa misión, como hemos aprendido en el catecismo, nos corresponde, desde siempre, a todos los católicos. (Estanislao Cantero)

Homosexualidad y esperanza

Robert Spitzer, el famoso investigador psiquiátrico de la Universidad de Columbia, que estuvo envuelto directamente en la decisión de 1973 de retirar la homosexualidad de la lista de desórdenes mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana, recientemente se ha envuelto en un estudio sobre la posibilidad del cambio. El Dr. Spitzer afirmó en una entrevista: «Estoy convencido de que muchas personas han hecho cambios sustanciales hacia llegar a ser heterosexuales… Creo que eso hace noticia… Empecé este estudio escéptico. Ahora afirmo que tales cambios pueden ser mantenidos.» (NARTH 2000). (Asociación Médica Católica – AMCA)