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signacio_loyolaSan Ignacio de Loyola, comienza los Ejercicios Espirituales con veinte anotaciones para ayuda del que da los Ejercicios y del que los hace.

 La primera anotación es que por este nombre ejercicios espirituales, se entiende todo modo de examinar la consciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de otras espirituales operaciones, según que adelante se dirá. Porque así como el pasear, caminar y correr son ejercicios corporales; por la misma manera todo modo de preparar y disponer el ánima para quitar de si todas las afecciones desordenados y después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima, se llaman ejercicios espirituales.

En la segunda anotación dice que el ejercitante no discurra mucho porque no el mucho saber haría y satisface al ánima, más el sentir y gozar de las cosas internamente.

En la tercera, nos recuerda que cuando se habla con Dios Nuestro Señor o sus santos; se requiere de nuestra parte mayor reverencia, que cuando usamos el entendimiento entendiendo. Hacer la oración con reverencia y devoción.

En la quinta, San Ignacio, dice que el que recibe los Ejercicios, mucho aprovecha entrar en ellos con grande ánimo y liberalidad con su Criador y Señor, ofreciéndole todo su querer y libertad, para que su divina majestad, así de su persona, como de todo lo que tiene, se sirva conforme a su sanctíssima voluntad.

En la décimo segunda, el Santo nos advierte que no dejemos el tiempo señalado a la oración: porque el enemigo no poco suele procurar de acortar la hora de la contemplación, meditación u oración.

La vigésima es que tanto más se aprovechará el que hace los Ejercicios, cuanto más se apartare de todos amigos y conocidos y de toda solicitud terrena. Soledad y silencio para oír en el alma las inspiraciones del Espíritu Santo en cada momento; para ir al encuentro de Dios Padre, Dios Hijo y la Virgen Santísima.

Nuestro nuevo Doctor de la Iglesia , San Juan de Ávila nos dice: En el mucho hablar pierde el alma su fuerza, por eso es menester silencio, el cual tiene una hermana, que se llama soledad, y cuando entre ambos posan juntos en el alma, engendran en ella una elevación a Dios. Y la primera Doctora de la Iglesia Santa Teresa de Jesús, afirma: Nunca está uno menos solo que cuando está a solas con Dios.(…)  mucho importa de encontrarnos a solas con Dios (…) de estar sola nunca me cansaría. Y el gran doctor Místico de todos los tiempos, San Juan de la Cruz, nos recuerda: una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de oírla el alma (…) Sobre todas las cosas es necesario servir a Dios en silencio así de apetitos como de lengua, para que sólo percibas hablar de amor. Su hija espiritual, la Beata Isabel de la Trinidad, que pronto será canonizada exclama ¡Oh
Verbo Eterno, Palabra de mi Dios, quiero pasar mi vida escuchándote! el alma necesita silencio para adorar!.

Su Santidad Benedicto XVI nos recuerda que; necesitamos un poco de silencio, necesitamos un the_cross_162espacio sin el bombardeo permanente de imágenes. Es necesario crearnos espacio de silencio y también sin imágenes, para volver a abrir nuestro corazón a la imagen verdadera y a la palabra verdadera.

¡Haz Ejercicios Espirituales de San Ignacio!

P. Manuel Martínez Cano, mCR

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