Al hablar de caridad casi siempre pensamos en auxilios materiales ofrecidos a los más necesitados, lo que no deja de ser correcto. Sin embargo, no podemos olvidar que las obras de misericordia espirituales – instruir, aconsejar, consolar, confortar, perdonar y sufrir con paciencia (Catecismo de la Iglesia católica, 244 7) -, son más importantes que las corporales -dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y presos, y enterrar los muertos- . Dentro de la Iglesia florecieron como en un jardín exuberante las más diversas órdenes religiosas dedicadas a la asistencia material del prójimo, pero ¿alguna vez se consideraron dispensadas de la obligación de instruir en la verdadera doctrina a aquellos desventurados que yacen en las tinieblas del error?
Papa Francisco, a la Unión católica italiana de profesores, dirigentes, educadores y formadores en la audiencia del sábado 14 de marzo de 2015