Me lo ha contado un novicio de una nueva Congregación religiosa. Sucedió hace poco en Perú. En su parroquia, colabora activamente un joven matrimonio. Un día la esposa sufrió una hemorragia y así cada día, hasta dos meses seguidos. Visitaron varios hospitales y ninguno supo dar con la causa de las hemorragias. Se desplazaron a otras provincias y nada; de tal modo, que la mujer estuvo a punto de morir.
En la última consulta, salió una enfermera diciendo el nombre de la enferma y le dijo: no es necesario que le vea el doctor, tómese esto que le entrego y curará rápido. Dicho y hecho. Las hemorragias cesaron para siempre. Vuelven al día siguiente al hospital para dar las gracias a la enfermera y ningún empleado supo dar razón de quién podía haber sido, porque esa enfermera no trabajaba allí. Volvieron varios días y el mismo resultado.
¿Cómo se puede explicar este hecho extraordinario? A mí se me ocurre, que en nuestros días, también hay santas que se bilocan, que están en dos partes distintas al mismo tiempo. Ha sucedido otras veces en la Historia de la Iglesia.
Un profesor de colegio, me dice que si puedo ir a su pueblo a confesar y dar la comunión a una anciana de noventa años que no puede salir de casa. Vamos. Vive en una casa grande, pero sólo usa una habitación donde tiene la nevera, la máquina de lavar, la TV, la cocina. Hablamos un poco. Mente clarísima, y vida de santa, santica. Reza mucho, todos los días ve la Santa Misa por la televisión, jaculatorias durante el día. Padre – me dijo – yo nunca estoy sola, me siento muy acompañada y estoy muy contenta.
Hacía tiempo que no veía a un matrimonio amigo y hablamos de muchas cosas. Tienen doce hijos y me dijeron: Lo decimos con el corazón, los hijos que estudiaron en su colegio son los más educados, los más responsables. Otros estudiaron en otros colegios. Pero yo siempre digo que la educación fundamental la han de dar los padres.
P. Manuel Martínez Cano, mCR
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