Parte Primera

DE LA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
EN GENERAL

Excelencia y necesidad de la devoción a la Santísima Virgen

29. El Eterno Padre quiere tener siempre hijos por María hasta la consumación de los siglos, y le dice estas palabras: Residirás en Jacob (Eccli. 24,13), esto es, harás tu domicilio y residencia en mis hijos y predestinados, figurados por Jacob, y de ningún modo en los hijos del demonio y de los réprobos, figurados por Esaú.

30. De la misma manera que en el orden natural es necesario que un hijo tenga padre y madre, así en el orden de la gracia todas las verdaderas criaturas de Dios y predestinados tienen a Dios por Padre y a María por Madre; y quien no tenga a María por Madre, no tiene por Padre a Dios. Por eso tanto los réprobos como los herejes, los cismáticos, etcétera, que odian o miran con desprecio o indiferencia a la Santísima Virgen, no tienen a Dios como Padre por más que de ello se jacten, porque no tienen a María por Madre; pues si la poseyesen como Madre, la amarían y honrarían de la misma manera que un buen hijo ama naturalmente y honra a la madre que le ha dado la vida.
La señal más infalible y más indudable para distinguir un hereje, un hombre de mala doctrina, un réprobo, de un predestinado, está en que tanto el hereje como el réprobo, no tienen sino menosprecio o indiferencia para con la Santísima Virgen, cuyo culto y amor tratan de amenguar por medio de sus palabras y ejemplos, ora abierta, ora ocultamente y a veces con pretextos ingeniosos. Por eso ha dicho Dios Padre a María que no habitase en ellos, porque son falsos como Esaú.

31. Dios Hijo quiere formarse y, por decirlo así encarnarse todos los días por medio de su amantísima Madre, en los miembros místicos de su cuerpo, que son los justos, y por eso dice a María: Recibe a Israel por herencia (Eccli. 24,13). Lo que es lo mismo que si dijera: Mi Padre me ha dado por herencia todas las naciones de la tierra, todos los hombres buenos y malos, predestinados o réprobos; a los unos los guiaré con la vara de oro del amor; a los otros, con la vara de hierro de la justicia; seré el padre y defensor de los unos, el justo vengador de los otros y el juez de todos; pero Vos, mi carísima María, no tendréis como herencia y propiedad sino a los predestinados, representados por Israel, y como buena Madre suya, los criaréis y cuidaréis, y como soberana de los mismos, los guiaréis, gobernaréis y defenderéis.

32. Un hombre y un hombre ha nacido en Ella, dice el Espíritu Santo. Según la explicación de algunos Padres, el primer hombre nacido de María es el Hombre-Dios, Jesucristo; el segundo es un hombre puro, hijo de Dios y de María, por adopción. Si Jesucristo, el Jefe de los hombres, ha nacido en Ella, los predestinados, que son los miembros de esa cabeza, deben también nacer en Ella por una consecuencia necesaria. Una misma madre no da a luz la cabeza sin los miembros, ni los miembros sin la cabeza: de otra manera sería un monstruo de la naturaleza; del mismo modo en el orden de la gracia, la cabeza y los miembros nacen de una misma madre; y si un miembro del cuerpo místico de Jesucristo, es decir, un predestinado, naciese de otra madre que no fuese María, que ha producido la cabeza, no será ya un predestinado ni un miembro de Jesucristo, sino un monstruo, en el orden de la gracia.

Descripción: http://www.santorosario.net/immagini/sp.gif33. Además, siendo ahora, como siempre, Jesucristo fruto bendito del vientre de la Virgen, según el cielo y la tierra repiten mil y mil veces todos los días, es indudable que Jesucristo es, en particular, para todo aquel que vive unido con El por medio de la gracia, tan verdaderamente fruto y obra de María, como lo es para todo el mundo en general.
De modo que, según esa doctrina, todo fiel que viva en Jesucristo y para Jesucristo puede decirse a sí propio: Lo que yo poseo es efecto y fruto que yo no tendría sin María; y a Ella se le pueden aplicar con más verdad que a San Pablo estas palabras: Yo doy a luz todos los días hijos de Dios, para que Jesucristo mi Hijo se forme en ellos en la plenitud de su edad (Gal. 4,19).
Excediéndose a sí mismo San Agustín, afirma que para que todos los predestinados se asemejen a la imagen del Hijo de Dios, están en este mundo ocultos en el seno de la Santísima Virgen, en donde esta buena Madre los guarda, alimenta, conserva y desarrolla hasta tanto que los da a luz en la gloria, después de la muerte, que es propiamente el día de su nacimiento, como la Iglesia llama a la muerte de los justos. ¡Oh misterio de gracia ignorado de los réprobos y poco sabido de los predestinados!

34. Dios Espíritu Santo quiere formarse en Ella y formar por Ella a los elegidos, y así, le dice: Arraiga en mis elegidos (Eccli. 24,13). Echad, querida mía y Esposa mía, las raíces de todas vuestras virtudes en mis elegidos, a fin de que crezcan de virtud en virtud y de gracia en gracia.
He tenido tanta complacencia en Vos, cuando vivíais en la tierra, practicando las más sublimes virtudes, que todavía deseo hallaros en la tierra sin que ceséis de estar en el cielo. Reproducíos para este efecto en mis elegidos; que yo vea en ellos con complacencia las raices de vuestra fe invencible, de vuestra humildad profunda, de vuestra mortificación universal, de vuestra oración sublime, de vuestra caridad ardiente, de vuestra esperanza firme y de todas vuestras virtudes. Sois eternamente mi Esposa tan fiel, tan pura y tan fecunda como siempre: que vuestra fe me dé fieles; que vuestra pureza me dé vírgenes; que vuestra fecundidad me dé escogidos y predestinados, templos de mi gloria y de mi gracia.

 

VER ARTÍCULOS PUBLICADOS ESTA SEMANA