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Juan Manuel Rozas ha realizado un estudio sobre la usura. La revista
Verbo ha publicado una parte de sus 34 páginas, entresacamos unos párrafos:
En sentido amplio, la usura es todo beneficio económico injusto, en particular cuando se obtiene a costa de los pobres… desde León XIII, como usura sistemática o institucionalizada mal, se ha puesto en relación con la creación bancaria del dinero.
El Concilio Ecuménico de Viena en 1311 enseña: Si alguno cayere en el error de pretender afirmar pertinazmente que ejercer las usuras no es pecado, decretamos que sea castigado por hereje.
La más compleja exposición magistral de los principios morales en materia de usura se encuentra en la encíclica Vix Pervenit de Benedicto XIV.
El canon 1543 del Código de Derecho Canónico, promulgado en 1917, dice: Si se le entrega a alguien una cosa fungible, de tal suerte que pase a ser suya y después tenga que devolver otro tanto del mismo género, no se puede percibir ninguna ganancia por razón del mismo contrato; pero al prestar una cosa fungible no es de suyo ilícito estipular el interés legal, siempre que no conste que es excesivo, y aun uno mas alto, si hay título justo y proporcionado que lo cohoneste.
El padre Antonio Royo Marín O.P en su tratado en Teología Moral para Seglares dice: En esta materia es facilísimo alucinarse y encontrar en seguida pretextos para justificar un interés usurario que ante Dios y ante la recta razón equivale a un verdadero robo.
El gran intelectual católico, Álvaro d’Ors, en su trabajo Premisas morales para un nuevo planteamiento de la economía afirma: La nueva legislación de la Iglesia parece haber renunciado a su tradicional actitud represiva de la usura. Esto parece explicarse por la realidad económica de hoy (1990) en atención, sobretodo al fenómeno de la inflación, pero la cuestión está en que, con esta nueva permisiva, se renuncia a la crítica más radical del capitalismo.
El Beato Juan Pablo II afirmó que sufrimos: Un capitalismo salvaje. Y también dijo: La usura, delito que también en nuestros días es una infame realidad capaz de estrangular la vida de muchas personas.
La condena de la usura es una verdad católica, solemnemente declarada, y en la doctrina cierta de la Iglesia encontramos principios suficientes para saber como se cometió ese pecado en tiempos
pasados ( los de una economía casi estacionaria, básicamente agraria local) y cómo se comete todavía.
Es muy plausible que la usura exista hoy multiplicada, al menos por el gran volumen y los elevados tipos de mucha financiación al consumo.
Y nada indica que pudiera desvanecerse en futuras y distintas circunstancias, ni dejará nunca de caer sobre ella la irreformable condena católica.
Acción Universitaria Contracorriente