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Mi profesor de teología dogmática, el Padre Francisco de Paula Solá,
jesuita, fue durante unos años exorcista de la diócesis de Barcelona, pero antes de este nombramiento oficial del Arzobispo de la Archidiócesis catalana, se vio en la urgencia de aplicar algún que otro exorcismo particular.
Uno de estos exorcismos, lo realizó siendo joven sacerdote, en Zaragoza. Una niña huérfana de 12 años, interna en un colegio de religiosas, hacía en ocasiones cosas muy raras que observaba asombrada una religiosa. Esta habló con el P. Solá quien después de unas pruebas, rigurosamente científicas, decidió aplicarle el exorcismo.
La niña que solo se defendía hablando en español, en los momentos de posesión diabólica, habló perfectamente con el P. Solá en griego, latín, francés, alemán y catalán. El Padre nos hacía observar que eran conversaciones largas y que había idiomas que la niña los hablaba mejor que él, prueba evidente de posesión diabólica, porque en estado normal, la niña solo sabía hablar en español.
Otra prueba que realizó muchas veces era mandar a la niña a echar una carta al buzón de correos. Pues bien, siempre que dentro de la carta había una estampa del Señor o de la Virgen, de un crucifijo… O al tocar la carta la niña la tiraba inmediatamente al suelo, porque le quemaban las manos. Sin embargo, cuando en la carta no había nada religioso, la llevaba tranquilamente al correo.
El Padre decidió aplicarle un exorcismo de urgencia, porque tenía que marchar a un nuevo destino de Roma. A tres personas les costó muchísimo llevarla hasta la capilla; le hizo tocar con la mano el agua bendita y la niña gritaba como un diablo. Rezadas las oraciones del exorcismo, la niña salió volando horizontalmente a casi un metro de altura, atravesó toda la capilla y se pegó un trompazo contra el altar que hizo estremecer de pavor a todos los presentes, cayó al suelo, manos y pies entrelazados, girando vertiginosamente, como una peonza, mientras el padre rezaba y le echaba agua bendita. En un instante, paró, miró al padre y le preguntó, ¿Dónde estoy? En la capilla le contestó el padre le cogió de la mano, la levantó y nunca más el diablo volvió a poseer su cuerpo.
P.Manuel Martínez Cano mCR
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