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Los obispos de Chile
Santiago de Chile, 7 de octubre de 1937.
Eminentísimo Señor:
Los Obispos chilenos, reunidos en Conferencia anual, cumplen el sagrado deber de manifestar a Vuestra Eminencia Reverendísima, y a todo el Venerable Episcopado español, que han recibido y leído con sumo interés la Carta Colectiva de los Obispos españoles a los de todo el mundo con motivo de la guerra de España.
Queremos expresaras a Vos, Emmo. Señor, y a todos los Obispos de nuestra amada Madre Patria la profunda emoción que hemos sentido al leer documento tan importante y luminoso, que expone a los ojos de todos los hombres que quieren conocer la verdad la tremenda y dolorosísima desgracia que ha destrozado los corazones de los hijos de España, ha llenado de luto y orfandad sus hogares y ha convertido en ruinas tantos monumentos erigidos por la piedad cristiana, y tantas y tan valiosas joyas de bellas artes, magníficos e inapreciables exponentes de la cultura cristiana de iglesias destruidas, saqueadas, profanadas; de sacrilegios de toda clase, de asesinatos de Obispos, sacerdotes y católicos, sin más causa que el nombre de Cristo, a Quien se odiaba y martirizaba con ellos.
Al compartir con vosotros toda la incomparable amargura de vuestros corazones de Padres y Pastores, ante tanta desolación y dolor, no hemos podido menos también de sentir altísima admiración y santo y noble consuelo y satisfacción ante el espectáculo grandemente hermoso del heroísmo, de la fidelidad y del amor a Cristo y a España con que diez Obispos y tantos millares de sacerdotes y de católicos han sufrido horribles tormentos, decorando y enriqueciendo así a la Madre Patria, y a la Iglesia Católica con ella, con brillante e inmarcesible corona de gloria, de ejemplos de constancia cristiana y de méritos para alcanzar de Dios, después de la angustiosa tormenta, un cristianismo más acrisolado y una más sólida prosperidad y bienestar.
Motivo también de intensa gratitud es para nosotros vuestra Carta, por confirmarnos, con la siniestra y aterradora elocuencia de los hechos, lo que el mundo tiene que temer del comunismo, que, dirigido desde Rusia, ha ejecutado en España su programa de acción con tan refinada crueldad y con actos de salvajismo desconocidos hasta ahora en la historia humana. ¡Con cuánta razón el Padre común de los fieles ha dicho -como vosotros mismos lo recordáis- en su Encíclica sobre el comunismo: “El comunismo es intrínsecamente perverso… Cuanto más se distingan por la antigüedad y grandeza de su civilización cristiana las regiones donde el comunismo consigue penetrar, tanto más devastador se manifestará allí el odio de los “sin-Dios”. ¡Quiera el Señor que todos los pueblos de la tierra aprendan la tremenda lección!
Aprovechamos esta oportunidad para renovar nuestra manifestación de simpatía y adhesión que el año 1936 enviamos al Venerable Episcopado español en cable dirigido a Vuestra Eminencia Rvdma., y para asegurar a todos los Venerables Hermanos en el Episcopado, al Clero y católicos de España, que continuaremos rogando por el triunfo de la causa cristiana en vuestra Patria, causa que lo es de la Verdad, de la Justicia y caridad sociales y fuente del bienestar verdadero de los pueblos. y, finalmente, que, en conformidad también a vuestros anhelos y a vuestra petición, nos esforzamos en dar a vuestra hermosa Carta Colectiva la mayor publicidad que nos sea posible, para contribuir así al triunfo de la verdad y de la justicia en el mundo, a la defensa de la Iglesia en la noble España de nuestros mayores y al triunfo definitivo de la causa de Cristo para bien de la Humanidad.
Con sentimientos de profunda veneración y amor fraternal, somos de V. E. R. Y de todos Venerables Hermanos del Episcopado español, afectísimos Hermanos y Siervos en Cristo
† José Horacio, Arzobispo de Santiago; † José María, Obispo de la Serena; † Gilberto, Obispo de Concepción; † Carlos, Obispo de Talca; † Melquizetel, Obispo de San Felipe; † Rafael, Obispo de Rancagua; † Carlos, Obispo de Iquique; † Alfredo Zibumles G., Obispo de Antofagasta; † Ramón Munitat Baquin, Obispo de Ancud; † Alfredo Silva Santiago, Obispo de Temuco; † Juan Libuascanol, Obispo de Linares; † Jorge, Obispo de Chillán; † Arturo Jara, Ob., Vicario Apostólico de Magallanes; † Guido, Vicario Apostólico de Araucania; † Teodoro Eugestin, SS. CC., Administrador Apostólico de Valdivia; † Rafael, Vicario Castrense; † Prudencio, Vicario, Sede Vacante, de Valparaíso.
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