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Modo de discernir la verdadera devoción a la Santísima Virgen,
de la falsa y aparente
SEGUNDA VERDAD
68. Es preciso deducir, en vista de lo que Jesucristo es para nosotros, que nosotros no somos en manera alguna dueños de nosotros mismos, como dice el Apóstol, sino que somos completamente cosa suya, miembros suyos, esclavos que ha comprado infinitamente caros, a precio de toda su sangre. Antes del bautismo éramos del demonio, como sus esclavos; el baustismo nos ha hecho verdaderos siervos de Jesucristo, siervos que no debemos vivir, ni trabajar, ni morir más que para trabajar por este Dios-hombre, glorificarle en nuestro cuerpo y hacerle reinar en nuestra alma, porque somos su conquista, su pueblo adquirido y su herencia. Por lo cual, el Espíritu Santo nos compara: 1.º, a árboles plantados a la orilla de las aguas de la gracia, en el campo de la Iglesia, y que oportunamente deben dar su fruto; 2.º, a los sarmientos de una viña, en que Jesucristo es la vid que ha de dar buenos frutos; 3.º, a un rebaño cuyo pastor es Jesucristo, rebaño que debe multiplicarse y dar leche; 4.º, a una tierra fértil de la que Dios es el labrador, y cuya semilla se multiplica y produce treinta, sesenta, ciento por uno. Jesucristo lanzó su maldición a la higuera infructuosa y condenó al servidor inútil porque no hizo producir su talento (Ps. 1,3; Jn. 15,1; Jn. 10,11; Mt. 13,3; Mt. 21,19; Mt. 25,27).
Todo esto nos prueba que Jesucristo quiere recabar preciosos frutos de nuestras pobres personas, a saber: conseguir buenas obras, que pertenezcan a El únicamente. Creados en buenas obras en Jesucristo (Ephes. 2,10). Palabras que demuestran que Jesucristo es el único principio y debe ser el único fin de todas nuestras buenas acciones, y que debemos servirle, no solamente como servidores mercenarios, sino como esclavos de amor. Me explicaré más claramente.
69. Hay dos modos, acá abajo, de pertenecer a otro y depender de su autoridad; a saber: el simple servicio y la esclavitud, que es lo que constituye lo que llamamos un criado y un esclavo.
Por el servicio común entre los cristianos, un hombre se obliga a servir a otro durante cierto tiempo, mediante un estipendio o retribución.
Por la esclavitud depende un hombre de otro enteramente y por toda su vida, y debe el esclavo servir a su dueño sin opción a ninguna recompensa, como una de sus bestias sobre que tiene derecho de vida y muerte.
70. Hay tres clases de esclavitud: una esclavitud de naturaleza, otra de temor y otra voluntaria. Bajo el primer concepto, todas las criaturas son esclavas de Dios: Del Señor es la tierra y su plenitud (Ps. 23,1). Lo son bajo el segundo los demonios y los condenados; y bajo el tercero, los justos y los santos. La esclavitud voluntaria es la más gloriosa a Dios, que mira al corazón, que pide el corazón, y que se llama el Dios del corazón o de la voluntad amorosa, porque por esta esclavitud se elige a Dios y su servicio por encima de todo lo demás, aunque no estuviéramos naturalmente obligados a ello (Prov. 23,26; Ps. 72,26).
71. Hay una total diferencia entre un servidor y un esclavo:
Primero, en que un servidor no da todo lo que es, todo lo que posee y todo lo que puede adquirir por otro o por sí mismo, mientras que el esclavo se da todo en absoluto, con todo lo que posee y puede adquirir, sin excepción alguna. Segundo, en que el servidor exige retribución por los servicios que hace a su dueño, y el esclavo no puede exigir nada por asiduo, más industrioso y fuerte que sea para el trabajo. Tercero, el servidor puede abandonar a su amo cuando quiera, o al menos cuando expire el plazo de su servicio, y el esclavo no posee ese derecho. Cuarto, el dueño del servidor no tiene sobre él ningún derecho de vida y de muerte, de modo que si le matase como a una de sus bestias de carga, cometería un homicidio injusto; pero el dueño del esclavo tiene (o tenía, según las leyes antiguas) derecho de vida o muerte sobre él, de modo que puede venderle a quien quiera, o matarle, ni más ni menos que como podría hacerlo con su caballo. Quinto, en fin, el servidor no está más que temporalmente al servicio de su amo, y el esclavo para siempre jamás.
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