Hace pocos días recordaba que el P. Solá S.J. nos decía que los que fueron capaces de planear, organizar y realizar el holocausto hitleriano o las chekas comunistas estaban influenciados por el demonio. En nuestros días, el demonio sigue actuando, realizando abortos, experimentaciones con embriones… y todo bajo el imperio de la ley democrática.

La acción diabólica más grave para la persona humana es la tentación de cometer un pecado mortal que nos puede condenar al infierno para siempre, aunque lo que más impresiona a nuestros contemporáneos es la posesión diabólica.

El padre Solá solía decir que si una cosa puede ser explicada naturalmente, no hace falta recurrir al plano sobrenatural, en el cual se mueve el diablo para conseguir sus fines maléficos. Por ello, el exorcista solo realiza el exorcismo cuando existe constancia de una posesión diabólica, cuando se trata de una persona que está realmente poseída por el diablo, ya sea de una manera estable o esporádica. El exorcista se expone a grandes peligros, ya que el exorcizado, se lanza a veces contra él y le amenaza de muchas maneras. Por eso la Iglesia no permite que cualquier persona haga las funciones de exorcista, pues hasta el mismo demonio se puede burlar de ella, porque ni tiene ningún poder contra él.

En una ocasión, el padre Solá nos explicó su presencia en el exorcismo que aplicó el exorcista de la diócesis de París  amigo suyo, a una mujer joven hija de un multimillonario francés. La joven, después de proferir blasfemias y alaridos espantosos, subió andando por las paredes del gran salón, atravesó el techo andando cabeza abajo con las faldas siempre por debajo de las rodillas, bajó por la otra pared y siguió con actitudes demoníacas, hasta que terminó el exorcismo. Ya se le habían aplicado varios exorcismos, pero el diablo seguía en el cuerpo de la posesa.

El padre decía que cuando le preguntaban ¿Por qué Dios permite la posesión diabólica? Contestaba que no podemos exigirle a Dios que nos explique las cosas; y daba su criterio afirmando que Dios permite las posesiones diabólicas para que veamos de una manera muy clara en nuestros días la acción preternatural del demonio y la sobrenaturalidad de Dios. De esta manera queda patente que el demonio existe y Dios también.

 

                                                                                      P. Manuel Martínez Cano mCR