Los obispos de Paraguay
Asunción, 18 de agosto de 1937
Eminentísimo y Reverendísimo Señor:
El Episcopado de la Provincia del Paraguay tiene el honor de dirigirse a Vuestra Eminencia Reverendísima, a nombre propio y al de los fieles católicos de esta Nación, al objeto de exponer cuanto sigue:
Desde el comienzo de la revolución, que está desangrando a la Nación española, hemos seguido -con el interés con que el hijo mira la suerte de su madre- los luctuosos hechos que se están desarrollando en esa tierra, que ha producido tantos santos y tiene la gloria, que nadie puede disputarle, de haber dado al mundo un Nuevo Mundo.
Estamos admirando la valentía de ese pueblo, cuyos hijos están librando memorables batallas en persecución del nobilísimo fin de mantener los derechos bien definidos de la Iglesia Católica y el ejercicio libre del culto religioso que, en mala hora, los fementidos librepensadores quieren hacerla desaparecer.
Nos contrita el saber que numerosos templos – muchos de ellos obras de arte – han sido incendiados, robadas sus riquísimas alhajas y profanados sus vasos sagrados. Y, lo que es peor, miles de personas son asesinadas, entre las que se cuentan centenares, entre Obispos, sacerdotes seculares y regulares, así como no pocas religiosas de diferentes Órdenes. Pero lo qua más subleva nuestro espíritu es la profanación de cadáveres y el vejamen horroroso inferido a las vírgenes indefensas, sin exceptuar a inocentes criaturas.
Todo esto y lo mucho más que el mundo horrorizado está contemplando dice que el comunismo rojo está cometiendo en un país -católico por tradición y convicción- actos incalificables, no registrados ni en la historia de la Roma pagana.
El corazón de este país, tal vez la hija más pequeña, pero no por eso menos amante de la Madre Patria, deplora todo lo que está pasando, y en ocasión del Primer Congreso Eucarístico Nacional que están celebrando sus hijos han pedido a Jesús Sacramentado termine cuanto antes tanto horror con el triunfo de la fe cristiana. El Señor bendiga la obra del General Franco.
Con sentimientos de respetuosa estima saludo a Vuestra Eminencia Reverendísima, encomendándome a sus oraciones.
† Juan Sinforiano Bogarín, Arzobispo de Asunción; † Agustín Rodríguez, Obispo de Villarica; † Emilio Sosagaona, Obispo de Concepción y Chaco.
Eminentísimo y M. Rvdo. Mons. Dr. D. Isidro Gomá, Cardenal Arzobispo de Toledo (España).
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