Judit: Tengo un sobrino que más que rata de sacristía, es un auténtico detective de la actualidad. Me ha dicho que a finales de 2007, al comienzo de esto que llaman crisis económica, y que, en realidad, es una crisis moral y religiosa, los trabajadores del sector público eran 2,9 millones, hoy superan 3,1 millones para una España de 47 millones. Estas cifras son desastrosas. España no se puede permitir la estructura estatal que tenemos actualmente. Verdaderamente son las 17 comunidades autónomas la cuestión de la crisis financiera española.
España no produce los voltios necesarios para mantener a tantos “enchufados”.
Mateo: Yo hace años que le oigo decir a mi abuelo que si el Estado no prescinde de los gastos superfluos, los trabajadores vivirán cada año con menos medios económicos. Franco creó una clase media que era la envidia de muchas naciones. Éstos demócratas están creando una clase de pobres que llegarán hasta la indigencia.
Salomé: Los últimos Papas lo han repetido en distintas ocasiones. La sociedad, las naciones, han dado las espaldas a Dios, con su política laicista y su capitalismo salvaje. Los Estados que se apartan de la ley de Dios se convierten en tiránicos y crean generaciones de esclavos.
Andrés: Si el bien y el mal depende de lo que diga la mayoría, si Dios existe, y la ley natural es un invento de la Edad Media, los políticos modernos, con su maquinaria mediática pueden crear y están creando una generación de hombres y mujeres, ignorantes y abúlicos. Sin Dios volvemos a la torre de Babel y a Sodoma y Gomorra.
Sara: Pues yo he leído a Consuelo Martínez-Sicluna y Sepúlveda que una sociedad como la actual cuyo entendimiento no es capaz de distinguir el bien que debe hacerse del mal que debe evitarse o que gradúa los fines de la política en atención a los males menores, que siguen siendo un cual, porque con los principios no caben componendas, es una sociedad que está corrompida y que pretende además la corrupción de aquellos últimos reductos dentro de los cuales es factible todavía conservar un resquicio abierto para el sagrario de la libertad, para la conciencia.
Juan: Los hombres de nuestra plataforma somos extraordinarios admiradores de las mujeres españolas y cristianas y ante Consuelo hay que inclinarse y besarle la mano. Decía las verdades de siempre con una sencillez admirable: Hoy el sacrificio de Abel es un mal consentido y autorizado en una sociedad que ha hecho del cainismo la bandera de sus relaciones sociales, porque la envidia, el resentimiento, el no querer reconocer el mérito de los demás, el igualitarismo exacerbado que no da a cada uno lo suyo porque ha hecho tabla rasa de los deberes y las obligaciones, implica ese desorden moral, que es causa de un desorden político y social, donde la paradoja de este modelo de Estado total es que controlándolo todo no puede poner freno ni límite a unas pasiones que se mueven libremente y que terminarán por destruirle a él también, después de haber destruido aquel lugar donde hasta el derecho Romano se detenía, incapaz de traspasar su umbral: el hogar.
María: La semana pasada oí decir a un sacerdote que su obispo afirmaba que la voz de Dios en la tierra es la voz de la Iglesia, del vicario de Cristo. Y yo creo que aquí está la explicación de tanta confusión y corrupción en nuestros días. Los enemigos de Cristo están continuamente calumniando y denigrando a la Iglesia Católica. Nosotros debemos volver a nuestras raíces, a nuestros santos, mártires y héroes que lucharon intrépidamente por la propagación del Reino de Cristo en la tierra, que es la Iglesia Católica Apostólica y Romana. Los españoles combatieron en mil batallas contra los cismáticos, los herejes, los impíos… y crearon un inmenso imperio universal católico con un solo Dios, una sola Fe, una sola Esperanza y una sola Caridad. Sigamos fieles y firmes a los ideales de nuestros mayores.
Magdalena, Presidenta

