Hace unos cuantos años, el sacerdote claretiano, ex combatiente del Tercio, Joan Corominas Pujólas, natural de Banyoles, uno de los 26 religiosos y sacerdotes salidos de aquella unidad de combatientes catalanes, único sobreviviente de todos ellos, que ejerce su ministerio sacerdotal en los Estados Unidos, envió a Mosén Salvador Nonell (e.p.d.), una carta fechada en los Ángeles, California, que le remitió a su vez el ciudadano norteamericano William F. Mac Carthy. Su texto, traducido del inglés, dice así:
«Rvdo. P. Juan Corominas:
Eventualmente acabo de descubrir que hace unos años, usted y yo nos estábamos tiroteando en los frentes de España. Que actualmente usted está dando un cursillo de espiritualidad a Religiosas Hispanoamericanas. Que en el programa de televisión que Ud. presenta los domingos a las 12:30 representa más o menos la misma edad que yo. Que en la apertura de dicho programa aparece Cristo con la oveja perdida, que mira hacia los brazos del Divino Pastor. Y éste soy yo precisamente. ¡Que he sido la oveja perdida durante muchos años!
Formé parte de las Brigadas Internacionales, concretamente de la Brigada 15 del Batallón Abraham Lincoln en la compañía de ametralladoras. En la primera ofensiva de los Republicanos, en agosto de 1937, me encontraba en el frente de Aragón, provincia de Zaragoza. Tomé parte en la batalla de Quinto y Belchite y en Belchite fui herido. He estado afiliado al Partido Comunista de América, desde 1936 hasta 1952. Actualmente soy presidente de la sección de Piedad de la Sociedad del Santo Nombre, en la parroquia de San Felipe Neri. Y hasta hace cuatro meses, fui presidente de dicha Sociedad. He sido, y continuo siendo miembro activo de la Tercera Orden de San Francisco.
El pasado domingo, segundo de mes, domingo que toca la Comunión a los miembros de la Sociedad, después de la misa de 8:30 fui a dar las gracias al desconocido Padre que nos había celebrado la misa. Cuando él me dijo que era el padre Rosendo Rafael, natural de Catalunya, me quedé gratamente sorprendido. Me presenté a mí mismo y me sinceré con él, pasando juntos unas dos horas en el Seminario Claretiano de Campston. El padre Rafael está convencido de que mi conversión hace seis años, el don gratuito de la fe, son una auténtica manifestación de la infinita caridad, misericordia y perdón de Dios para con un católico de nacimiento, ex acólito educado en el Colegio de los Padres Jesuítas de «Broo-klin Prep» Biklin, New York City. Efectivamente, fue un don especial para mi alma muerta que el tercer día de la ofensiva del frente de Aragón, en agosto de 1937 en la carretera de Quinto a Belchite formaba parte de un piquete de ejecución que disparamos con «Dum Dums»(balas explosivas) fusilando a unos 15 o 20 jóvenes carlistas requetés.
Y por esto le escribo la presente carta. El Padre Rafael me dijo que usted por aquel entonces tendría unos 18 años y que luchaba como soldado requeté e los Ejércitos de Franco, y que muy bien podía haberse hallado en Quinto Belchite.
He pensado que si usted regresa a España, es posible que pueda llevar algo de consuelo a los familiares de aquellos jóvenes que fueron fusilados por nosotros.
Se portaron como unos valientes, llevaban el escapulario puesto y el rosario, estuvieron orando, no de rodillas sino de pie hasta el momento en que cayeron. Todos ellos miraban hacia nosotros con impresionante serenidad. Aún parece que les estoy viendo ahora: apuestos, de porte digno, resignados y con la paz del Señor en sus almas, esperaban el momento del martirio, bautismo de sangre, a unos diez metros de nuestros rifles.

Para poderlos identificar mejor le diré que ocupaban la última de las pequeñas columnas a la derecha del pueblo de Quinto. Era el tercer o cuarto día de la primera ofensiva de los Gubernamentales desde que empezó la guerra en julio de 1936.
Cuando se dio la orden de fusilarlos, una chispa, la última de mi alma muerta, protestó del crimen. Y consciente o inconsciente levanté mi rifle como un buen pie sobre sus cabezas. A los diez metros de distancia, un pie sobre sus cabezas, me da la seguridad de que gracias a Dios, no disparé sobre ellos a sangre fría en aquel día lejano.
Nunca jamás, desde mi conversión, he mentido a un sacerdote. Sin embargo yo estaba allí. Yo formaba parte del piquete de ejecución. ¡El Señor ya me ha perdonado en el Sacramento de la Penitencia! Cuando usted regrese a España podrá contar esta historia, -la valentía de aquellos muchachos y su inmediata entrada en el Cielo- a sus familiares que aún vivan, ya que puede ser un acto de caridad para ellos y para mí.
Pido al Señor que esta carta llegue a sus manos. Si aún está en Los Ángeles y quisiera hablar personalmente conmigo, estoy a su disposición.
No creo que la eventualidad de haberme encontrado al P. Rafel sea pura casualidad, sino una providencia muy especial de Dios para mí, para usted y para los familiares de aquellos muchachos.
En la misa de este domingo, el sacerdote nos ha comentado aquellas palabras de San Pablo: <En otro tiempo, yo perseguí a la Iglesia de Cristo, pero, por la gracia de Dios, ahora soy el que soy>. Mi nombre en la Tercera Orden de San Francisco es Pablo»
El P. Corominas celebró la entrevista señalada con Mc. Carthy. Este vino a España en 1937 formando parte de las Brigadas Internacionales, acompañado de su esposa, judía, recorriendo después varios países haciendo proselitismo comunista, hasta su conversión.
El documento original de la carta en inglés, así como el carnet de ex combatiente de las Brigadas Internacionales, Batallón Abraham Lincoln, compañía de ametralladoras, obran en el Archivo de la Hermandad. Dicha carta y demás datos, constan en el libro de Mosén Salvador Nonell, «El Laureado Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat», publicado en 1992.