16- Desde esta panorámica, ¿a dónde camina la historia?

 La historia ni es irracional, ni es explicable racionalmente. Los materialistas sujetan al hombre a meras exigencias animales, bajo leyes físicas fatales. Los otros, imaginan un progreso indefinido proporcionado por la dialéctica de las contradicciones. Esos dos extremos son falsos. Para entender la historia hay que recordar que  existe y actúa la Providencia, y también la libertad humana.

Dios, sin violentar la libertad, tiene su plan sobre la historia. Y el protagonista de la historia es Jesucristo.

Todos los acontecimientos de la historia están centrados en la salvación alcanzada por Jesucristo. Por esto el fin de la historia no es el progreso material, sino la salvación eterna de los hombres. La historia, para los cristianos, a la luz de la Revelación, es escatológica, o sea, dirigida al establecimiento del Reino de Dios. Por esto el cristianismo no es meramente individual, personal, sino social y destinado a la soberanía de Dios en la vida pública.

17 – No parece ésta la ruta imaginada en los tiempos modernos por los movimientos más decisivos.

No puede olvidarse que hay una lucha decisiva entre el Reino de Dios y los siete pecados capitales, fomentados por nuestra naturaleza caída y la acción diabólica. Si el Renacimiento fue una búsqueda de la naturaleza sin la gracia, la Reforma protestante una eclosión de orgullo y de pesimismo, la Revolución Francesa el trastorno de la política separada totalmente de Dios, así como el comunismo la consecuencia de una economía sin moral, y, finalmente, en nuestros días, la cultura como objeto de perversión, las consecuencias están a la vista. El Renacimiento terminó con la naturaleza sin gracia; el protestantismo, con la fe sin magisterio y pulverizada en mil sectas; el liberalismo de la Revolución Francesa, en un caos de capitalismo desenfrenado y de desórdenes sociales; el comunismo, con la mayor tiranía y esclavitud que han conocido los pueblos. Y la actual revolución cultural, en un intento de divorciar el pensamiento de Dios, en la desesperanza del existencialismo, de las drogas, de los suicidios y de la desesperación. Frente a estos fracasos, se hace más actual la necesidad del Reino de Dios, de la cristiandad, de trabajar para que Jesucristo impere en todos los hombres, estructuras y en el encuentro con la verdad y la gracia.

18 -¿No es una idea medieval imaginar un regreso a la cristiandad?

No, no lo es. Lo sería si alguien confundiera la cristiandad con ciertas maneras y costumbres de otros tiempos. Pero no lo es si se entiende que la Biblia y el magisterio de la Iglesia nunca han cesado de enseñar que los planes de Dios se realizan. Exteriormente, puede parecer que lo inmediato no va por aquí. Pero hacemos nuestras estas palabras del P. Enrique Ramiere: «Con la escuela de la desesperación, desesperamos de los hombres, pero esperamos más que en ella de la misericordia de Dios». Y el deber de los cristianos es trabajar incansablemente por el reinado de Jesucristo, que no es un ideal nostálgico ni estático, sino dinámico, lanzado a la mayor empresa de la gloria de Dios y del bien de los hombres