Las ideologías modernas han sido fabricadas por mentes enfermizas, por hombres y mujeres que se han convencido que son “dioses”, como pretendieron Adán y Eva. Los nuevos “dioses” deforman la realidad y crean sus “nuevas” verdades, sus mentiras, sus vicios, sus corrupciones.

 

La rebelión actual del hombre contra Dios y su Ley divina, parte del principio moderno, aberrante, de que la verdad no existe. La verdad no es el conocimiento de la realidad de las cosas para ellos, la verdad es lo que determina el ideólogo de turno o el partido político en el poder. Las ideologías modernas fabrican y difunden las “libertades de perdición”, salidas del infierno. Los bárbaros modernos afirman y hacen lo que les viene en gana: asesinan a niños y niñas inocentes con el aborto, matan a enfermos y ancianos con la eutanasia, deshacen lo que Dios envió indisoluble con el divorcio; amparan la sodomía, experimentan con embriones –niños y niñas- en sus laboratorios “científicos”.

 

Las ideologías democráticas, nacidas de la Revolución Francesa, prescinden de Dios y atacan y destruyen los fundamentos sociales de los pueblos y naciones, recogidos por el Magisterio de la Iglesia Católica. La democracia moderna descristianiza a las naciones de raíces católicas. Su relativismo, agnosticismo, laicismo y ateísmo… esta pervirtiendo a las personas y a los pueblos. Las democracias actuales empujan a los ciudadanos a que se liberen de toda ley natural y divina. La democracia moderna, representativa sólo por los partidos políticos, nacida en Norteamérica no tiene nada que ver con la democracia directa propia de la antigua Grecia; nada tiene que ver tampoco con la doctrina social y política enseñada por el Magisterio de la Iglesia.

 

 Las democracias actuales no representan a la realidad social de las familias, las empresas, los municipios, los obreros, las asociaciones… Los partidos políticos sólo representan a sus propias ideologías anticristianas, impuesta en los Parlamentos, con la fuerza ciega de los votos y después en la sociedad, con sus leyes despóticas. Las democracias actuales imponen el Estado totalitario que destruye la familia, la educación y todo el orden natural creado por Dios.

 

La partitocracia es el campo de acción del “príncipe de este mundo”, disfrazado de ángel de luz. La nueva evangelización a la que hemos sido convocados por el Vicario de Cristo debe partir de la predicación de la Verdad. La sociedad asentará así sus principios absolutos y fundamentales. En la doctrina divina del Evangelio de Cristo, enseñado por nuestra Santa Madre Iglesia.

 

P. Manuel Martínez Cano mCR