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En los talleres de automóviles hay una sección que se encarga de “poner a punto” el motor. Es decir, disponerlo para que pueda dar el máximo rendimiento, para que acelere enérgicamente, para que mantenga constante la velocidad. Un automóvil con un motor que no está “a punto” es un anticipo del cementerio de coches.

No basta ir tirando. No basta cumplir lo justo. No basta contentarse con seguir. Hay que estar siempre “a punto”. Jóvenes somnolientos, apáticos, imaginativos, que sólo ven dificultades, que se dejan gobernar de sentimentalismos enamoramientos, respetos humanos, y modas pasajeras no valen para la Asociación San Luis Gonzaga.

El estar a punto supone tener la voluntad siempre dispuesta para lo mejor, para lo más arduo, para lo que exige más generosidad y más vencimiento.

Las ideas no se penetran hasta que no se viven, se difunden y se enseñan a los demás. La noche antes del referéndum admiré en la calle Mayor de Gracia las docenas de jóvenes que sin perder un minuto de tiempo llenaban las paredes de propaganda comunista. Los vi solícitos y “a punto” para el mal y lo que ha de llevar sus almas a la perdición. ¡Qué pena tanta juventud generosa desviada!

Para vosotros está la misión de reconquistar la juventud para Jesucristo y María. Para eso habéis de estar siempre a punto: en la vida de oración, en la formación y en el estudio, en dar siempre la cara por Cristo.

Estar siempre a punto es salir del amor propio, del propio querer, del propio interés.

 

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 24, enero de 1979