Parte Primera
DE LA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
EN GENERAL
De las falsas devociones a la Santísima Virgen
92. Siete son las clases que encuentro de falsos devotos y falsas devociones a la Santísima Virgen: 1.º, los devotos críticos; 2.º, los devotos escrupulosos; 3.º, los devotos exteriores; 4.º, los devotos presuntuosos; 5.º, los devotos inconstantes; 6.º, los devotos hipócritas; 7.º, los devotos interesados.
93. Los devotos críticos son ordinariamente esos sabios orgullosos, espíritus fuertes y jactanciosos que en el fondo tienen alguna, aunque muy poca, devoción a la Santísima Virgen, pero que critican casi todas las prácticas de piedad que las gentes sencillas tributan sincera y piadosamente a esta buena Madre, tan sólo porque no se acomodan a su orgullo. Ponen en duda todos los milagros e historias referidas por autores dignos de fe, o sacadas de las crónicas de las Ordenes religiosas, historias que atestiguan la misericordia y el poder de la Santísima Virgen; contemplan con cierta compasión a las gentes sencillas y humildes que, arrodilladas delante de un altar o de una imagen de la Virgen, y aun alguna vez en medio de una calle, ruegan a Dios y a su Madre Santísima, y las acusan de idolatría como si adorasen la madera o la piedra; en cuanto a sí mismos, dicen que no gustan de estas devociones, ni son tan pobres de espíritu que presten fe a tantos cuentos e historias como se divulgan acerca de la Santísima Virgen.
Cuando se recuerdan las admirables alabanzas que los Santos Padres tributan a María, responden que al hacerlas, o hablaban como oradores con exageración, o que se da a sus palabras una falsa interpretación. Esta clase de falsos devotos y gentes orgullosas y mundanas son muy temibles, porque hacen un daño inapreciable a la devoción de la Santísima Virgen y separan de Ella a los pueblos de una manera deplorable, so pretexto de destruir los abusos.
94. Los devotos escrupulosos son aquellos que temen deshonrar al Hijo honrando a la Madre, rebajando a Aquél al elevar a Esta. No pueden sufrir que se den a la Santísima Virgen las justas alabanzas que le han tributado los Santos Padres; no pueden tolerar sino con pena que haya más gente delante de un altar de María que ante el Santísimo Sacramento, como si lo uno fuese contrario a lo otro, o como si los que oran a María no rogasen a Jesucristo por medio de Ella. No quieren que se hable tanto de esta augusta Soberana, ni que los fieles se dirijan a Ella con tanta frecuencia.
He aquí algunas perversas sentencias que les son comunes: ¿Qué aprovechan tantos rosarios, tantas congregaciones y devociones exteriores a la Virgen? ¡Cuánta ignorancia hay en esto! ¡Eso es convertir nuestra Religión en una mojiganga! Habladme de los que son devotos de Jesucristo. Ese es el camino seguro. Es menester recurrir a Jesucristo, El es nuestro único mediador; es menester predicar a Jesucristo, esto es lo sólido de la devoción.
Lo que dicen es verdad en cierto sentido, pero por la aplicación que de ello hacen, a fin de impedir la devoción a la Santísima Virgen, llega a ser muy peligroso y lazo sutil del maligno espíritu, so pretexto de un bien mayor, porque jamás se honra más a Jesucristo que cuando más se honra a su Santísima Madre, toda vez que no se honra a María sino con el objeto de honrar más perfectamente a Jesucristo, y no se va a Ella más que como medio o camino para encontrar el fin a que se aspira, que es Jesucristo Nuestro Señor.
95. La Iglesia, como el Espíritu Santo, bendice a la Virgen primero, y a Jesucristo después: Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Jesus. No quiere esto decir que la Santísima Virgen sea más que Jesucristo o igual a El, lo cual sería una herejía intolerable, sino que para bendecir más perfectamente a Jesucristo, es menester bendecir antes a María. Digamos, pues, con todos los verdaderos devotos de la Santísima Virgen contra esos falsos devotos escrupulosos: ¡Oh María! bendita sois entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.