Salomé: Me ha sorprendido gratamente las manifestaciones de Monseñor Rogelio Livieres, denunciando el silencio sistemático de la existencia del infierno. El 6 de junio, el obispo de la Ciudad del Este (Paraguay), dijo: “Existe un tema que debe interpelarnos fuertemente, tanto a los consagrados como a los laicos, y es el silenciamiento sistemático de una verdad fundamental de nuestra fe: la existencia del infierno… No podemos separar la misericordia de Dios de su inexorable justicia, porque sería engañar al pueblo que nos ha sido confiado por Nuestro Señor… Hablar del infierno es un acto de amor hacia los hombres”.
Juan: Estoy de acuerdo. Hay varias verdades enseñadas por la Iglesia de las que apenas se habla y predican. Por ejemplo, la doctrina de la realeza social de Cristo, enseñada por Pio XI, en su encíclica Quas Primas: Todos los hombres están bajo la autoridad de Cristo, tanto considerados individualmente como colectivamente. “Cristo es la fuente del bien púbico y privado”, dice el Sumo Pontífice.
Pedro: Benedicto XVI dijo que “junto al bien individual, hay un bien relacionado con el vivir social de las personas: el bien común. Es el bien de todos nosotros, formado por individuos, familias y grupos intermedios que se unen en comunidad social” (Caritas in veritate, 7). Un católico político que no defienda esta doctrina, en su lucha política, no es un político católico.
Sara: A mi me duele mucho que monjitas muy santas voten a partidos políticos abortistas, divorcistas, laicistas… por la estupidez del “mal menor”, y del convencimiento erróneo de muchos católicos que silencian o niegan los derechos de Jesucristo en la vida social.
Pablo: La verdad es que yo he oído y leído, muchas veces que el objetivo del político católico es conseguir en su patria el bien común. Más o menos siempre he tenido la idea de lo que es el bien común. Pero si me quedaba alguna duda, me la resolvió esta definición del Beato Juan XXIII: “El bien común es el conjunto de condiciones sociales que permitan a los ciudadanos el desarrollo expedido y pleno de su propio perfección”.
María: Está claro, que si no son respetados los derechos de Dios, Creador y protector de los hombres y las mujeres, tampoco se respetarán los auténticos derechos humanos. El crimen abominable del aborto, no se puede explicar sin la acción directa del demonio.
Andrés: Eso lo dijo perfectamente el beato Juan Pablo II el 16 de diciembre del 2000en una carta al Cardenal Antonio María Javerre Ortas: “No puede olvidarse que fue la negación de Dios y de sus mandamientos la que, el siglo pasado, creó la tiranía de los ídolos, expresada en la glorificación de una raza, de una clase, del Estado, de la nación, del partido, en lugar del Dios vivo y verdadero. Propiamente a la luz de las desventuras vertidas sobre el siglo XX puede comprenderse cómo los derechos de Dios y del hombre se afirman o caen juntos”. El ídolo que tiraniza a las naciones en nuestros días es la llamada democracia que, en realidad, es la ateocracia.
Magdalena: Me habéis contagiado. Yo también ofrezco a nuestros lectores las palabras que el beato Juan Pablo II dijo en Toledo el día 4 de noviembre de 1982: “El Papa confía en los seglares españoles y espera grandes cosas de todos ellos para gloria de Dios y para la salvación de los hombres. Están llamados a crear de nuevo, desde la inmensa riqueza cultural de los pueblos de España, una auténtica cultura de la verdad y del bien, de la belleza y del progreso, que tienda a contribuir al diálogo fecundo entre ciencia y fe, cultura cristiana y civilización occidental”.
¡A combatir los nobles combates de la fe!
Magdalena, Presidenta
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