Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 26 junio, 2013

Página para Meditar

26 miércoles Jun 2013

Posted by manuelmartinezcano in Padre Alba, Uncategorized

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amor sin medida, campamentos, José María Alba Cereceda, Meridiano católico nº42, Papa, página para meditar, peregrinación a Roma, S.I, septiembre de 1980

Después de los campamentos en los que una vez más hemos experimentado el amor sin medida del Señor para con Padre alba con mapanosotros, y de todas las actividades del verano, la vida de nuestra Asociación se ha llenado toda con la memorable peregrinación a Roma. Una peregrinación de la que guardaréis recuerdo toda vuestra vida: desde las visitas a las Basílicas y a los lugares sagrados, y la solemne audiencia con el Santo Padre, hasta el dormir, al estilo de los viejos romeros en un pajar, contemplando las estrellas. En sucesivas ocasiones os iré glosando los distintos aspectos de la peregrinación. Hoy quiero centrar vuestra atención en las palabras que os dirigió el Santo Padre.

El Papa dice que el recuerdo de vuestro encuentro con él os estimule. Debéis recordar este día de vuestra visita al Papa, con frecuencia, a diario, para estimularnos, como se estimulan las almas generosas al recordar los beneficios de las personas amadas, para corresponder a ese amor más y mejor. Estáis llamados a más. No se trata de ser buenos como pide el mundo, que pide bien poco. Estáis llamados a mayor generosidad, a mayor grandeza, a más honda vida cristiana. Este año de nuestra peregrinación a Roma, este año de la ordenación de dos sacerdotes de nuestra Asociación y de la entrada de una de vosotras en el Monasterio de Tiana como carmelita descalza, ha de ser punto de partida a una mayor entrega, que ha de traducirse en vocaciones sacerdotales, religiosas y a la virginidad en medio del mundo, y en todos nosotros en una vida de más oración, apostolado y vida interior.

Pero además el Papa nos llama a un serio compromiso de vivir la fe cristiana. Vivir significa dar manifestación exterior de vida cristiana en lo familiar, social y propias obligaciones para cumplir con la palabra de Nuestro Señor de que los hombres vean nuestras buenas obras y glorifiquen a Dios Padre. Vivir la fe cristiana sin recortes y falsas prudencias, con alegría y con gozo, porque sólo hay verdadera felicidad en el servicio de Dios. Ser apóstoles de la alegría, de la paz, del amor, sin cansancios, sin empequeñecernos por las ruindades y bajezas del mundo y las miserias de los hombres. Nuestra Asociación ha de aspirar a vivir con perfección los deseos del Papa, que es lo que hoy nos pide Jesucristo. Estímulo, entrega, alegría, paz, caridad, apostolado. Dichosos de nosotros si cada día tenemos delante de los ojos ese ideal a que nos llama Jesucristo por boca de su Vicario en la tierra.

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 42, septiembre de 1980

 

Niñas y niños,
 venid con nosotros
a las Colonias del Padre Alba.
Sana diversión, santa formación.
Del 4 al 14 de julio.

Lineline

Chicas y chicos,
venid con nosotros
a los Campamentos del Padre Alba.
Sana diversión y santa formación.
Del 29 de julio al 11 de agosto.

La Vanguardia de la Iglesia

26 miércoles Jun 2013

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árabes cristianos, beata Jacinta de Fátima, caridad, cartujo, cánones sagrados, coraje apostólico, cuerpo místico de Cristo, defender a la Iglesia, diablo, esperanza, fe, limosna, monjas de vida contemplativa, obispos, oración, peor enemigo de la Iglesia, príncipe de este mundo, sacrificio, Santo Padre Francisco, superiores religiosos, vanguardia de la iglesia, vida permeada por la fe, vida santa

Como os dije la semana pasada, di los puntos de meditación de los ejercicios de san Ignacio a monjas de vida contemplativa. Suele decirse de ellas, que son la retaguardia de la Iglesia. Yo pienso lo contrario. Las monjas y monjes, son la vanguardia de la Iglesia. Desde que se levantan, hasta que se acuestan, están  combatiendo los nobles combates de la fe, contra los espíritus malignos y sus secuaces. Me lo dijo hace años un cartujo: “Yo estoy luchando cada momento contra los demonios, cumpliendo fielmente con mis obligaciones de monje. No quiero que el demonio engañe a ninguno de mis hermanos seglares que viven en el mundo”.

Indiscutiblemente, el peor enemigo de la Iglesia de Cristo es el diablo. Contra él, debemos combatir, cuerpo a cuerpo, con una vida santa: oración, sacrificio, limosna, fe, esperanza, caridad… El Santo Padre Francisco, no ha dicho que debemos: “defender a la Iglesia, protegerla del príncipe de este mundo y en lo que el diablo quiere que la Iglesia se convierta: En más y más mundana… ¡Este es el mayor peligro! Cuando la Iglesia se vuelve mundana, cuando tiene dentro de si el espíritu del mundo”.

No olviden los seglares, hombres y mujeres bautizados que son tan Iglesia como los eclesiásticos. Y que tanto eclesiásticos, como seglares, vivimos en el mundo pero no somos del mundo. Somos hijos de Dios y de María santísima; somos miembros del Cuerpo Místico de Cristo y, como tales debemos vivir santamente. Los hombres y mujeres que visten mundanamente, como los mundanos, como mandan las modas, son mundanos, visten como los mundanos, sin modestia cristiana. La beata Jacinta de Fátima, dijo que vendrían unas modas que ofendería mucho al Señor. Y los eclesiásticos que visten como seglares, también son mundanos. Y desobedientes, porque no quieren cumplir el Derecho canónico que les manda vestir como sacerdotes y religiosos. Los obispos y superiores religiosos deben urgir el cumplimiento de los cánones sagrados.

El Papa, dijo el 2 de mayo a los polacos: “Que vuestra vida sea permeada por la fe, la caridad y el coraje apostólico de Juan Pablo II”. Y a los árabes cristianos los exhortó a ser valientes: “¡No tengáis miedo del compromiso, del sacrificio y del futuro. Mantened viva la esperanza, porque siempre hay una luz en horizonte”. Y no será la primera vez en la historia que sea la reacción valiente de los seglares la que cambie la historia de la Iglesia para que obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas caminemos por la senda estrecha que conduce a la santidad y a la vida de eterna felicidad del Cielo ¡Todos debemos ser la vanguardia de la Iglesia!.

Julio y Agosto, lo tenemos repleto de actividades apostólicas: colonia con niños, campamento con jóvenes, tres tandas de Ejercicios Espirituales ¡Ven con nosotros!

                                   

P. Manuel Martínez cano, mCR

La Verdad, no la Politiquería

26 miércoles Jun 2013

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Beato Juan XXIII, dignidad de la persona humana, doctrina católica, encíclica Pacem in Terris, la verdad, libertad humana, limitada, mandamientos de la ley de Dios, revelación divina, sacerdotes

La actitud contemporánea de muchos católicos, es la de las avestruces, que cierran sus ojos a la realidad social administrativa, para replegarse en sus asuntos particulares o familiares. Se han olvidado e incluso menosprecian la doctrina católica. No admiten que son los mandamientos de la ley de Dios, los que deben regir la vida pública y privada.

La gran mayoría de nuestros contemporáneos no saben o no quieren saber que la dignidad de la persona humana consiste en acoger y vivir en la Verdad. La libertad humana debe estar limitada por la verdad. No se debe robar, ni asesinar, ni mentir… La norma que debe regir la conciencia privada y pública es la verdad, no lo que diga una mayoría o una minoría oligárquica. El hombre no puede permanecer indiferente, pasota, ante la verdad o el error, el bien o el mal. Se juega su destino personal en la tierra y la eterna felicidad del cielo. La verdad y el bien está en la revelación divina enseñada por la iglesia. El beato Juan XXIII, en su encíclica Pacem in Terris, dice: “El orden que rige en la convivencia entre los seres humanos es de naturaleza moral. Ahora bien, el orden moral-universal, absoluto e inmutable en sus principios, encuentra su fundamento y objetivo en el verdadero Dios, personal y trascendente».

Los sacerdotes tenemos el sagrado deber de alertar y defender, a los católicos contra los errores que se ocultan en palabras como liberalismo, laicismo, materialismo, marxismo, democracia, etc. Es evidente que muchos católicos han sido engañados y arrancados de la Iglesia por ideologías anticristianas que promueven “el paraíso en la tierra» y les hacen olvidar y despreciar la vida eterna del cielo o del infierno.

No es verdad que el hombre tiene libertad para hacer lo que le venga en gana; la persona humana no goza de libertad absoluta. Tiene una limitación ontológica y moral: La Verdad. Todo lo contrario a la verdad no es humano y no debe hacerse. La sociedad civil no tiene libertad absoluta para legislar lo que le venga en gana, como el mal llamado matrimonio homosexual o el crimen abominable del aborto. La sociedad civil debe ajustarse a la verdad, legislando según la moral, defendiendo el orden temporal natural y sobrenatural. Somos ciudadanos de la tierra y del cielo.

La paz social no está en el laicismo, el multiculturalismo…no está en la amalgama de todas las ideologías y religiones, apoyadas y organizadas por las ideologías demócratas. “La paz, dice el Beato Juan XXIII, será una palabra vacía si no está fundada sobre aquel orden que Nos, movidos de esperanza y confianza, hemos esbozado en unas líneas generales, en ésta nuestra encíclica, Pacem in Terris: la paz ha de estar fundada sobre la verdad, construida con la norma de la justicia, vivificada e integrada por la caridad y realizada, en fin, en la libertad. Es ésta una empresa tan gloriosa y excelsa que las fuerzas humanas, por más que estén animadas de la buena voluntad más laudable, no pueden por sí solas llevarla a efecto. Para que la sociedad humana, refleje la semejanza del Reino de Dios, es de todo punto necesario el auxilio del cielo”.

Oremos a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; a la Virgen Santísima, a san José. Sí, a Dios rogando y con el mazo dando.

P.Manuel Martínez Cano mCR

La Voz de los sin Voz XXVII

26 miércoles Jun 2013

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ateos, beato juan pablo II, Estado Español, estructuras de pecado, hedonistas, iglesia catolica, justicia social, magisterio de la iglesia, materialistas, paz, pío XI, quas primas, santos españoles, sin dios, sistemas políticos, sociedad comunista, sociedades esclavas, Toledo

Sara: La sociedad consumista en que vivimos no es un fin en sí mismo como dicen hedonistas, materialistas y ateos. No hemos nacido para pudrirnos en un hoyo dentro de unos años. Hemos nacido para que, usando bien, los medios que la vida social nos ofrece, alcancemos la vida de la eterna felicidad del Cielo.

José: Sin Dios, todo lo que construya el hombre será, en último término, en contra del hombre y de la humanidad. Los sistemas políticos del siglo pasado agnósticos y ateos, crearon sociedades esclavas y produjeron el genocidio más espantoso de la historia sólo superado por los niños y niñas asesinados en los propios vientres de sus madres en esto que llaman democracia.

Mateo: No puede haber paz  y justicia social si, el hombre en sus relaciones con Dios, no purifica su corazón de las pasiones humanas desordenadas. Las estructuras de pecado políticas y sociales las han diseñado hombres y mujeres sin Dios, ni conciencia.

María: Es evidente que, si queremos que Cristo reine en las naciones, primero tiene que reinar en los corazones de los hombres y mujeres. Sin santidad, sin trabajar los dones que Dios nos ha dado, la sociedad va a la barbarie, lo estamos viendo cada día.

Andrés: La caída del comunismo por sí solo, demuestra que una sociedad, no puede vivir sin Dios. Si el Estado español, no quiere colaborar con la Iglesia Católica, en la formación sana y cristiana de los ciudadanos. Los políticos católicos, tienen el deber de legislar, según la ley evangélica, enseñada por la Iglesia.

Judit: El magisterio de la Iglesia ha enseñado siempre que el sistema político más eficaz para conseguir el bien común se da en el Reinado social de Cristo o Reino de paz, de justicia y de amor. Porque a Cristo se deben el honor y la gloria y el poder por los siglos (Apc. 5,13).

Santiago: En su encíclica Quas primas, Pío XI afirma que todos los hombres están bajo la autoridad de Cristo, tanto considerados individualmente, como colectivamente: “Cristo es la fuente del bien público y privado. Fuera de Él, no hay que buscar la salvación en ningún otro; pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo por el cual debemos salvarnos” (Quas primas, 16).

Salomé: Las siguientes palabras se las oí decir al beato Juan Pablo II en Toledo:  “En la España del siglo de oro, florecieron magníficos testimonios de Santidad por la Reforma Católica y el concilio de Trento”. Así deben “florecer ahora en la época de renovación eclesial del Vaticano II, nuevos testimonios de santidad, especialmente entre los seglares de España”. Hacen falta santos españoles.

Magdalena, Presidenta

Vida de San José II: Patria, Parientes y Profesión

26 miércoles Jun 2013

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agrada Escritura, Arquelao, Belén, Cleofás, destierro de la Sagrada Familia, esponsales, evangelios, Galilea, hegesipo, hermanos de Jesús, Herodes, Jerusalén, jesús, José, Judas, Judea, maría, Mateo, mártir, Nazaret, obrero en hierro, obrero en metal, patria de san josé, San Hilario, San Isidoro, San Justino, San Mateo, San Veda, Santiago el Menor, santo Tomás de Aquino, siglo I, Simón, tierra de israel

La patria de San José

Se ha discutido si nació en Belén o en Nazaret. Los Evangelios no particularizan. Los que son del parecer que nació en Belén, se apoyan en estas razones:

1. Que San José al terminar el destierro de la Sagrada Familia en Egipto, su propósito era volver a Belén, según el relato de Mateo: «Y levantándose tomó al niño y a su madre y partió para la tierra de Israel. Mas, habiendo oido que en Judea reinaba Arquelao, en lugar de Herodes, su padre, temió ir allá y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, yendo a habitar en una ciudad llamada Nazaret…» (Mt. 2. 21-23).

2. El testimonio de San Justino, mártir del siglo I, quien nos dice que José subió de Nazaret a Belén «donde era oriundo».

3. El tenerse que empadronar en Belén pudiera ser otra nueva prueba, porque podía él haber nacido allí.

Los que están a favor de que José nació en Nazaret dicen:

1. Que los relatos de los Evangelios favorecen esta opinión, pues allí vivía cuando tuvieron lugar los esponsales (aunque esto solo también nos podría decir que allí vivía la Virgen cuando se conocieron), y que en Nazaret pasaría sin duda su infancia y juventud.

2. En Nazaret también vivía un hermano de Jesús.

3. Porque no se explica que si era oriundo de Belén, no hallase ningún pariente o amigo que les abriesen las puertas cuando fueron a empadronarse y tuvieran que refugiarse en un establo.

No ha faltado otra opinión, la de los que dijeron que había nacido en Jerusalén; pero ésta ha sido desechada por no tener otro fundamento que una afirmación de los Evangelios apócrifos.

Sus parientes

En los Evangelios hallamos expresiones como éstas:

Jesús «viniendo a su patria, les enseñaba en la sinagoga de manera que, atónitos, se decían: ¿De dónde le viene a éste tal sabiduría y tales poderes? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas? Sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto?» (Mt. 13,54-56).

Hemos de decir que la expresión «hermanos y hermanas» de Jesús, de que tanto se han valido los protestantes para negar la virginidad de María, no tiene otro significado que el de ser sólo primos o próximos parientes de Jesús, pero no eran propiamente sus hermanos, ni hijos, por tanto, de San José.

Hegesipo, historiador de la Iglesia del siglo II, nos dice que San José tenía un hermano llamado Cleofás.

Este era, pues, tío de Jesús, el cual estaba casado con María, una de las mujeres que estaban presentes a la muerte de Jesús y junto a la cruz. y es la que San Juan llama «la de Cleofás» (19,25). Los hijos de este matrimonio fueron Santiago el Menor y José (Me. 15,40), y por lo que dice Hegesipo también lo eran Simón y Judas y varias hijas (Mt. 13,55-56).

En consecuencia: los llamados «hermanos de Jesús» no son hijos de San José ni de la Virgen María, sino de Cleofás y la otra María, pariente también de la Virgen (Véase mi libro: LA VIRGEN MARÍA EN LA BIBLIA Y LA TRADICIÓN, donde tengo aclarada esta cuestión de los «hermanos de Jesús»…).

Profesión de San José

Según la Sagrada Escritura, San José (ateniéndose al significado de la palabra griega té/don, en latín faber) fue carpintero, ebanista, escultor, herrero, obrero de construcción o artesano en general; más según reza la tradición apoyada a su vez en el Evangelio se le suele designar con el oficio de carpintero, y los Padres de la Iglesia son de este parecer.

San Justino, mártir del siglo II, escribió: «Jesús pasaba por ser hijo del carpintero José y era él mismo carpintero, pues mientras permaneció entre los hombres, fabricó piezas de carpintería como arados y yugos».

Los Evangelios apócrifos lo llamaron faber lignarius, o sea, obrero de la madera…; sin embargo, no han faltado algunos que como San Hilario y San Veda el Venerable dijeran que había tenido el oficio de herrero, y San Isidoro dijo que era «obrero en hierro y en metal»; más santo Tomás de Aquino escribió: «José no fue herrero, sino carpintero», y a partir del siglo XIII la opinión general es que este fue su oficio.

No obstante lo dicho, si nos atenemos a las palabras de San Justino de que «fabricó piezas de carpintería como arados y yugos», como los arados suelen llevar su reja de hierro, bien pudiéramos decir que San José era el artesano del pueblo, que no sólo confeccionaba las piezas de madera que entraban en la construcción de las casas, sino también arados, ruedas de carros, etc., pudiendo sin duda trabajar a la vez la madera y el hierro, si bien con preferencia lo propio de la carpintería.

Lo que si se desprende de los Evangelios es que San José fue un humilde trabajador y en su rudimentario taller de carpintería pudo emplearse en todos los menesteres que este oficio lleva consigo. Por eso decían los judíos, según refiere San Mateo (13,55): «¿No es éste el hijo del carpintero?». También Jesús ejerció este oficio en compañía de José, como testifican sus paisanos de Nazaret: «¿No es acaso el carpintero hijo de María…?» (Me. 6,3).

San José vivía como un artesano pobre y honrado que ganaba lo necesario para sustentar a su esposa María y al niño Jesús. El Evangelio nos refleja su estado de pobreza y honradez. De pobreza, porque, al hablarnos de la purificación de María y la presentación de Jesús en el templo, ofrecieron al sacerdote en lugar de un cordero primal, dos palominos que eran la ofrenda de las familias pobres y humildes. De honradez, porque él era como veremos, el «varón justo» que vivía conforme a la ley de Dios.

 

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