Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos mensuales: junio 2013

La Voz de los Sin Voz XXIV

05 miércoles Jun 2013

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Alfonso Guerra, Alfred naquet, amor libre, demonio del matrimonio, Diderot y Rousseau, Europa, García Morente, libro, matrimonio homosexual, no la conocería ni la madre que la parió, propiedad y familia, religion, sacerdote

José: Me dijo un sacerdote que una de esas brujas feministas-machistas, ha manifestado que ella no es partidaria del llamado “matrimonio homosexual”. El fin de estos movimientos demoníacos es, según propia confesión, la eliminación de todo matrimonio, la eliminación del sentido de familia. Se debe establecer la vida instintiva, seguir los instintos, como el resto de los animales.

Sara: está claro que las “nuevas” uniones sexuales ya han superado el “amor libre” del siglo XX. Lo que hoy prima es dar rienda suelta a las pasiones desordenadas, a los instintos hasta llegar a la bestialidad. El hombre y la mujer moderno, democrático y progresista, quieren convertirse en animales.

Pedro: En realidad estos progresistas de tomo y lomo no han inventado nada. Han vuelto a los siglos XVIII y XIX. Diderot y Rousseau, legitimaron  el uso de las pasiones espontáneas, abarcando uniones sexuales biológicamente estériles y uniones transitorias y ocasionales. Alfred Naquet, apodado el “demonio del matrimonio”, escribió el libro “Religión, propiedad y familia” (1869), que es un ataque de todo el infierno contra el matrimonio y la familia.

Salomé: Ciertamente, nos estamos volviendo irracionales. Lo único que nos diferencia de los animales es la razón y la voluntad, el alma espiritual. Si no usamos la razón conforme a la naturaleza humana, nos rebajamos a especie animal. El aborto es un ejemplo sangrante. Yo no conozco a ningún animal que mate a sus propios hijos.

Santiago: Una larga tradición humana, nos dice que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer, para tener hijos y educarlos humana y cristianamente. El mal llamado matrimonio homosexual, nada tiene que ver con lo que la humanidad ha sostenido como matrimonio.

Judit: Estoy de acuerdo, la complementariedad del sexo masculino y femenino y su finalidad esencial de tener, hijos y educarlos, va más allá de la satisfacción instintiva del placer sexual. Las conductas sexuales deben estar sometidas a la razón y a la moral.

Pablo: Tengo un compañero de trabajo, padre de familia numerosa, que se va a vivir a Francia, porque con la paga que recibirá del Estado por cada hijo, podrán vivir decorosamente. Jóvenes españoles bien formados también salen de España en busca de trabajo. Una pena, una tristísima pena.

Rut: El político socialista, Alfonso Guerra dijo que la transformación de España, iba a ser completa, que “no la conocería ni la madre que la parió”. A España y Europa, las parió la Iglesia y las educó, según la razón humana y la revelación divina. Los partidos políticos, han realizado lo contrario en nuestra patria y en toda Europa. El intelectual agnóstico, García Morente, convertido al catolicismo, dejó escrito: “En nuestra España la nación y la religión, son una misma cosa, una y la misma esencia, de tal suerte que dejar de ser católica, equivaldría para España, dejar de ser hispánica… si fuera posible que España, alguna vez, dejase de ser católica, España habría dejado de ser España. Y sobre el viejo solar de la provincia vivirían, otros hombres, que ya no podrían, sin abuso ser llamados españoles”. Seamos españoles católicos, apostólicos y romanos.

 

Magdalena, Presidenta

Catecismo Social XVI: Libertad y Liberalismo I

05 miércoles Jun 2013

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la verdad os hará libres, liberalismo, libertad, racionalidad, voluntad

IV. LIBERTAD Y LIBERALISMO

1 -¿ Qué es la libertad?

La libertad es el atributo de la voluntad personal, por la que puede autodeterminarse. La libertad catecismo socialsupone la racionalidad. Y ésta debe iluminar la voluntad. Así es desde un plano metafísico. Pero la libertad supone también condiciones éticas. Y por ello necesitamos que las pasiones sirvan a los dictámenes de la razón recta, y en el foro exterior, que las leyes encaucen y ayuden el ejercicio de la libertad. En el Vaticano II se habla así de la libertad: «La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre (17)… Es Dios Creador el que constituye al hombre inteligente y libre en la sociedad (21)… La orientación del hombre hacia el bien sólo se logra con el uso de la libertad, la cual posee un valor» (17) (Constitución conciliar sobre la Iglesia y el mundo).

2 -La libertad, ¿debe seguir la luz de la verdad que capta el entendimiento?

Exactamente. Y así Pablo VI nos ha dicho: «La verdad debe ser la raíz de la acción, de la liberjtad, Lo dijo el Señor: LA VERDAD OS HARÁ LIBRES. No se encuentra en el buen camino quien antepone la acción al pensamiento, la práctica a la doctrina, el voluntarismo a la sabiduría, la llamada teología de la liberación a la teología de la Revelación» (27-IV-1975).

3 -La propia conciencia, ¿no basta como último criterio para asegurar el perfecto ejercicio de nuestra libertad?

No, y esto hay que entenderlo bien. Pablo VI lo ha enseñado contundentemente: «La conciencia moral es, ciertamente, el criterio próximo e indispensable de la honestidad de nuestras acciones … ; pero la conciencia tiene necesidad de ser instruida, informada, orientada acerca de la bondad objetiva de la acción a llevar a cabo; su juicio instintivo e intuitivo no es suficiente; ha menester de una norma, ha menester de una ley; de otro modo, su juicio puede alterarse bajo el impulso de las pasiones, de los intereses o de los ejemplos ajenos. De esta manera, la vida moral vive de utopías o de instintos; y, como hoy acontece, es una vida moral doblegada a las circunstancias exteriores, a las situaciones, con todas las consecuencias de relativismo y de servilismo que se derivan, hasta comprometer la rectitud de conciencia, que llamamos carácter, y hacer de los hombres una masa de cañas agitadas por el viento» (8-VIII-1973).

4 -Luego, si la libertad es tan importante, ¿hemos de ser liberales?

El liberalismo no es la defensa de la libertad, sino su negación. Porque hay que distinguir entre libertad física y libertad moral. Físicamente, cualquiera puede matar a su padre, a su amigo, a un desconocido. Le basta con utilizar un arma de fuego u otro medio violento y homicida. Esto es libertad física. Pero la libertad moral tiene otros cauces. Moralmente nadie puede matar a su padre, ni a su amigo, ni a otro hombre, por su cuenta y riesgo, sin justificación alguna. ¿Por qué? Porque la libertad humana tiene unos cauces superiores a lo meramente brutal, animal, instintivo. El liberalismo proclama la libertad física, y desconoce la libertad moral.

5 -¿ Cómo se puede definir la libertad?

La libertad no consiste en hacer lo que a uno le viene en gana. Esto, es la libertad física, tan absurda y de tan terribles consecuencias. Tampoco la libertad consiste en escoger indiscriminadamente el bien y el mal. Que el hombre pueda físicamente hacer el mal, no es ninguna perfección. Como no lo es que el cuerpo pueda estar enfermo, canceroso. Como no lo es que el coche desobedezca la señalización y se precipite por un barranco, mate a los peatones, o haga otros estropicios. La libertad del cuerpo es la salud. La libertad del coche la circulación perfecta, la conducción reglamentada y alcanzar el objetivo de la meta. La libertad para el hombre es el poder de elección de aquellos medios que le conduzcan a su fin de hombre y de cristiano. Cuando se emplean medios que nos deshumanizan, nos corrompen, nos degeneran, no ejercemos la libertad. Sino la depravación que inutiliza la libertad para fines que no son propios de un hombre ni de un cristiano. La libertad supone el conocimiento de lo que nos corresponde y también el empleo de la voluntad al servicio de la verdad obtenida. La libertad está en función de la verdad. Entonces, la libertad se convierte en el medio más maravilloso para nuestra realización.

Los Tres Coloquios

05 miércoles Jun 2013

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A quiénes han hecho los Ejercicios Espirituales de san Ignacio les son muy familiares los San Ignacio Icoloquios con las tres Personas divinas, el Verbo encarnado, la Virgen santísima… Es un ejercicio espiritual que fomenta el dialogo amoroso entre el ejercitante y Dios, la Virgen, los santos. Es necesario aprender a escuchar a Dios en la oración y responderle con todo nuestro corazón. El coloquio es un diálogo filial con el Padre que hace la oración sabrosa y gozosa.

Pierre Phormant, definió: “la oración es un intercambio de amor, entre Dios y los hombres”. Es Dios quien ha tomado la iniciativa de este diálogo amoroso. Nos habló y habla por los profetas, por su Hijo encarnado, por los acontecimientos de la vida y, por medio de los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola. Ahora nos toca a nosotros responderle con nuestra alabanza, reverencia y servicio. La oración vivida así, intensamente, deja de ser difícil y penosa, y no la abandonaremos nunca: “Orad ininterrumpidamente”, nos dice la Sagrada Escritura. En el modo de oración de san Ignacio interviene todo el hombre: cuerpo y alma, sentidos internos y externos, potencias del alma, memoria, entendimiento y voluntad.

Las meditaciones, contemplaciones, repeticiones y la aplicación de sentidos, no son ejercicios meramente intelectuales, sino que abarca a toda la persona y llega al conocimiento interno, un conocimiento vivo y existencial, que ordena toda la vida en el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo, como Cristo nos enseñó; hasta dar la vida por la salvación de las almas. La persona más santa, sacerdote, religioso o seglar, arrastra consigo unas afecciones desordenadas, que ocultamos con el amor propio que todos tenemos. En los tres coloquios, que propone san Ignacio, bien hechos, el ejercitante saca la luz y la fuerza sobrenatural que necesita para combatir contra el hombre viejo.

El primer coloquio es a Nuestra Señora para que me alcance gracia de su Hijo que sienta interno conocimiento de mis pecados y aborrecimiento de ellos; la segunda gracia para que sienta el desorden de mis operaciones para que aborreciéndolas me enmiende y ordene; la tercera gracia, pedir conocimiento del mundo para que, aborreciendo, aparte de mí las cosas mundanas y vanas y con esto un Ave María.

Nuestra Madre, la Virgen santísima siempre está dispuesta para atender nuestras peticiones y deseos; bajo su maternal protección, nos podemos presentar a Jesús con la seguridad de que aceptará nuestras peticiones. Pidámosle sentir interno conocimiento de nuestros pecados y aborrecimiento de ellos y alcanzar de Cristo el perdón porque: “hay más alegría en el Cielo por un pecador que haga penitencia que por noventa y nueve justos que no necesitan de penitencia” (Luc. 15,7).

¡Virgen Santísima! que conozca la fealdad y malicia de mis pecados mortales y veniales; y que los aborrezca de todo corazón, para que jamás vuelva a cometer un pecado. Pedirlo insistentemente, porque nuestra vida espiritual no tendrá un sólido fundamento sino tenemos el sentimiento interno del dolor de nuestros pecados. hay que entender que: “No entendemos que el pecado es una guerra campal contra Dios de todos nuestros sentidos y potencias del alma… quien pudiere dar a entender esto a los que muy deshonestos y feos pecados hacen, para que se acuerden que no son ocultos y que con razón los siente Dios” (Santa Teresa de Jesús). Quien quiera amar a Dios de todo corazón, ha de odiar con todas sus fuerzas al pecado. Si no hay lucha contra el pecado y las ocasiones de pecado, difícilmente habrá amor a Cristo.

En el segundo coloquio, le pedimos a la Virgen, nuestra bendita Madre, que sienta el desorden de mis operaciones que, sin llegar a ser pecados, es desordenado, no agradan a Dios. A saber, mis faltas, imperfecciones, defectos, confrontándolos con la infinita perfección de Dios, aborreciéndolos hasta que me sean insufribles; persiguiéndolos hasta debilitarlos y disminuirlos con la ayuda de Dios; y así ordene mi vida, perfeccionando mis obras. Para ello hacer bien los exámenes de conciencia, consultar al director espiritual, vivir en la presencia de Dios.

No se trata de evitar sólo el pecado mortal o el venial, se trata de seguir la norma perfecta de buscar en todo la mayor gloria de Dios y el bien de las almas. Se trata de proceder en todo por puros motivos del divino servicio, asi alcanzaremos el mayor grado de santidad.

Virgen santísima, Madre mía, dame a entender lo que, sin llegar a ser pecado, es desordenado en  mis pensamientos, palabras, obras y deseos. Que vea mis faltas, imperfecciones, defectos… para luchar contra ellos, bajo tu protección y amparo, para que haga todas las cosas, siempre y en  todo lugar, a la mayor gloria de Dios y bien de la Iglesia.

El tercer coloquio con la Virgen lo hacemos para pedir conocimiento del mundo, para que aborreciéndolo aparte de mí las cosas mundanas y vanas. Ya dijimos que todas las cosas creadas por Dios son buenas, muy buenas. Pero, sin embargo, el Señor nos alerta y previene de los peligros del mundo. “No sois del mundo” porque este mundo está envuelto por el pecado: “¡Ay del mundo a causa de los escándalos!” (Mt. 18,7). Este mundo, que está bajo el poder del demonio, es el que “no conoció a Cristo”, “vino a los suyos y los suyos no le recibieron” (Jn 1, 9-11). Este mundo “tiene pecado” (Jn. 1,29) y odia a Jesús, porque éste: “da testimonio de él, que sus obras son pecado” (Jn. 7,7)- y no solo odia al Señor, sino también a todos los suyos (Jn 15,18) porque no son del “mundo” (Jn 17, 14-16), ya que Él los eligió sacándolos del “mundo” (Jn 15,19). Santiago 4,4: “¿No sabéis que el amor para con el mundo es enemistad para con Dios? El que, por tanto, quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios?”

Las cosas mundanas y vanas son: la ostentación del lujo, figurar, divertirse deshonestamente, tratarse bien a si mismo… El mundo alaga la soberbia humana hasta llegar al desprecio de Dios. Hemos de pedirle a la Virgen, Nuestra Señora y Madre que nos haga humildes como Ella ¡ojo! Con el paso de los años crece la soberbia, decrece la vanidad, pero crece la soberbia. No se puede progresar en las virtudes sin aborrecer el mundo y las cosas mundanas y vanas ¡oh buen Jesús, hazme humilde como tú!

El mundo alaga las riquezas. Hoy se dice estúpidamente que las naciones van bien y progresan porque aumentan la renta per cápita. Nada importa que estemos asesinando a millones de niños y que, jóvenes y adultos, se pudran y corrompan con la droga, la lujuria, el divorcio… Dijo el Señor: “No se puede servir a Dios y al dinero”. Cuidado con los gastos superfluos, espectáculos, joyas, modas… Nuestra vocación a la santidad no admite término medio. Estamos o no estamos unidos a Dios. Si despreciamos las riquezas, estamos unidos a Dios: “Bienaventurados los pobres”, nos dice Jesús.

El mundo alaga el poder. El hombre tiene el afán de dominar, mandar, en una parcela de su actividad, por pequeña que sea. Nadie quiere ser ni el segundo ni el tercero; todosSan_Ignacio_de_Loyola queremos ser el primero, el mandamás; porque tenemos unas cualidades que los otros no tienen. Jesucristo ha escogido el último lugar y nadie se lo ha quitado; busca siempre el último lugar porque allí te encontrarás con Cristo. El espíritu del cristianismo es radicalmente opuesto al espíritu del mundo; el cristiano debe amar a Cristo y aborrecer el mundo.

Unidos a la Virgen santísima, hagamos tiernos e intensos coloquios para que nos forme y eduque como formó y educó a su divino Hijo. Se termina con un Ave María.

El segundo coloquio es con el Hijo. Termina con el Anima Christi.

El tercer coloquio es con el Padre. termina con el Pater nóster.

Para la Historia: Respuesta a la Carta Colectiva del Episcopado Español XVI

05 miércoles Jun 2013

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Cardenal Arzobispo de Toledo, civil, conferencia episcopal, España católica, hermanos españoles, isla de Jule, Liguria, obispos, Provincia Eclesiástica, Roinnemy, sin dios, testimonio irrefragable, Vicario Apostólico de Papuasia

 

Mensaje de los Obispos de Liguria

Los Obispos de la Provincia eclesiástica de Liguria, reunidos en su anual Conferencia Episcopal, enviamos a Vuestra Eminencia nuestra gratitud por la Carta Colectiva de los Excmos. y Rvdmos. Obispos españoles, que se ha dignado remitirnos.

Difícil es expresar con palabras la intensidad de nuestro dolor ante la barbarie ejercida por los sin-Dios contra todo lo santo, contra las personas, los templos y la misma humanidad.

Nos llenan de admiración tantas pruebas de valor cristiano y de sacrificio en los verdaderos amantes de la España católica y civil.

Doblamos nuestras rodillas ante los cadáveres de tantos mártires.

Que su sangre consiga el arrepentimiento a los descarriados, aplaque al Señor y traiga nueva era de paz.

La Carta Colectiva de los Excmos. Obispos españoles es testimonio irrefragable, que dice a las Naciones y dirá a la Historia la verdad sobre la lucha trabada entre la honestidad y la barbarie, entre la fe cristiana y la apostasía.

Nuestras oraciones, humildes y confiadas, se enderezan a que el Señor abrevie los días de prueba, afirme la Iglesia de España y premie a cuantos han sido sacrificados o se sacrifican por el triunfo de la Verdad y de la Justicia.

Recibid, Eminencia, nuestro fraternal homenaje.

Génova, 25 de octubre de 1937.

De V. Emma. devotísimos, Carlos Dalmacio, Cardenal Mingretti. (Siguen las firmas de los ocho Obispos de la Provincia.)

 

Respuesta del Vicario Apostólico de Papuasia

 

Vicariato Apostólico de Papuasia. Misión Católica isla de Jule, Papuasia.

A Su Eminencia el Cardenal Arzobispo de Toledo.

Eminencia:

En nuestra lejana misión de Papuasia hemos recibido, con infinito respeto y leído con profunda emoción, la noble Carta de la Jerarquía española a los Obispos del mundo.

Esta Carta, luminosa y cristiana, no ha hecho sino confirmarnos, con su soberana autoridad, en lo que sentíamos sobre el carácter de la horrible lucha que desgarra vuestra patria, y sobre la persecución demoníaca que martiriza la Iglesia de España. Mediante ella se ha aumentado la admiración y gratitud que nos embargaba, por la gloria y honor que sus heroicos defensores de la fe dan a Cristo y a su Iglesia.

Estrechamente unidos con el corazón y el alma a nuestros Hermanos españoles, hacemos nuestras sus pruebas, sus esperanzas y aun sus oraciones por los desventurados perseguidores.

De Vuestra Eminencia, humilde hermano y servidor en Nuestro Señor,

† A. de Roinnemy, Vicario apostólico.

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXII

04 martes Jun 2013

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agonía de Jesucristo, Ascensión, Calvario, compañía de jesús, consagración, coronación de espinas, crucifixión, culto de hiperdulía, el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, el Niño perdido y hallado en el templo, flagelacón, jesús, la anunciación, la Purificación, la visitación, maría, misterios gozosos, Pablo Barry, prácticas, venida del Espíritu Santo

Parte Segunda

DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN

De la perfecta consagración a Jesús por María

115. Hay muchas prácticas interiores de la verdadera devoción a la Santísima Virgen; he aquí en resumen las principales:
1.ª Honrarla como digna Madre de Dios con culto de hiperdulía, es decir, estimarla y venerarla más que a todos los demás Santos, como la obra más perfecta de la gracia y la primera después de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre; 2.ª, meditar sus virtudes, sus privilegios y sus acciones; 3.ª, contemplar sus grandezas; 4.ª, rendirla actos de amor, de alabanza y de reconocimiento; 5.ª, invocarla de corazón; 6.ª, ofrecerse y unirse a Ella; 7.ª, obrar en todo con la mira de agradarla; 8.ª, comenzar, continuar y concluir todas las obras por Ella, en Ella, con Ella y para Ella, a fin de hacerlas por Jesucristo, en Jesucristo, con Jesucristo y para Jesucristo, que es nuestro último fin. Más adelante explicaremos esta práctica.

116. La verdadera devoción a la Santísima Virgen tiene también muchas prácticas exteriores, de las cuales las principales son las siguientes:
1.ª Alistarse en sus Cofradías y Congregaciones; 2.ª, entrar en las Ordenes religiosas instituidas bajo su nombre; 3.ª, publicar sus alabanzas; 4.ª, hacer en honra suya limosnas, ayunos y mortificaciones espirituales o corporales; 5.ª, llevar consigo su librea, a saber: el santo rosario, o la corona, el escapulario o la cadenilla; 6.ª, rezar con atención, devota y modestamente el santo rosario, compuesto de quince decenas de Avemarías en honor de los quince principales Misterios de Jesucristo, o la corona de cinco decenas o tercera parte del rosario, en honor de los cinco Misterios gozosos, que son: la Anunciación, la Visitación, el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, la Purificación y el Niño perdido y hallado en el templo; o los cinco Misterios dolorosos: la agonía de Jesucristo en el huerto de los Olivos, su flagelación, la coronación de espinas, la subida al Calvario con la cruz a cuestas, y la crucifixión; o los cinco Misterios gloriosos, a saber: la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, su Ascensión, el Descendimiento o venida del Espíritu Santo, la Asunción de la Santísima Virgen al cielo en cuerpo y alma, y su Coronación por las tres Personas de la Santísima Trinidad. Se puede también decir una corona de seis o siete decenas, en honra de los años que se cree que la Santísima Virgen vivió sobre la tierra; o la pequeña corona de la Santísima Virgen compuesta de tres Padrenuestros y doce Avemarías en honor de la corona de las doce estrellas o los doce privilegios de la Virgen; o el Oficio de la Santísima Virgen, tan universalmente recibido y rezado en la Iglesia; o el pequeño salterio que San Buenaventura compuso en su honra, y en el cual es tan tierno y tan devoto, que no se puede rezar sin sentirse el alma enternecida; o catorce Padrenuestros y catorce Avemarías en honor de sus catorce gozos; o algunas otras oraciones, himnos y cánticos de la Iglesia, como la Salve Regina, el Alma, el Ave Maris Stella, el Magnificat o algunas otras prácticas de devoción, de que están llenos los libros piadosos; 7.ª, cantar y hacer cantar en su honor cánticos espirituales; 8.ª, hacerle cierto número de genuflexiones o reverencias, diciéndole, por ejemplo, todas las mañanas sesenta o cien veces Ave, Maria, Virgo fidelis (Dios te salve, María, Virgen fiel), para alcanzar por su mediación la fidelidad a las gracias de Dios durante el día; y por la tarde, Ave, Maria, Mater misericordiae (Dios te salve, María, Madre de misericordia), para pedir perdón a Dios por medio de Ella, de los pecados cometidos durante el día; 9.ª, ser solícito en asistir a sus Congregaciones, adornar sus altares, coronar y embellecer sus estatuas; 10.ª, conducir o hacer conducir sus imágenes en procesión, o llevar una sobre sí mismo, como arma poderosa contra el demonio; 11.ª, hacer imágenes suyas, o dedicarlas a su nombre, y colocarlas o en las iglesias, o en los aposentos, o sobre las puertas y entradas de los pueblos, de las iglesias y de las casas; 12.ª, consagrarse a Ella de una manera especial y solemne.

117. Hay gran número de otras prácticas de verdadera devoción a la Santísima Virgen, que el Espíritu Santo ha inspirado a las almas santas y que son muy edificantes, las cuales se podrán leer más detalladamente en el Paraíso abierto a Filagia, compuesto por el Rdo. P. Pablo Barry, de la Compañía de Jesús, que ha recogido en esa obra gran número de devociones que los Santos han practicado en honor de la Santísima Virgen, las cuales sirven admirablemente para la santificación de las almas siempre que se hagan como es menester, es decir: 1.º, con buena y recta intención de agradar sólo a Dios, de unirse a Jesucristo, como último fin, y de edificar al prójimo; 2.º, con atención y sin distracción voluntaria; 3.º, con piedad, sin ligereza y sin negligencia; 4.º, con modestia y compostura corporal, respetuosa y edificante.

118. En fin, protesto altamente que después de haber leído casi todos los libros que tratan de la devoción a la Madre de Dios, y de haber conversado familiarmente con las más sabias y santas personas de estos últimos tiempos, no he conocido ni sabido práctica alguna hacia la Santísima Virgen semejante a la que voy a exponer, que exija de un alma más sacrificios para con Dios, que la vacíe más de sí misma y de su amor propio, que la conserve más fielmente en la gracia, y la gracia en ella, que la una más perfecta y fácilmente a Jesucristo, y finalmente, que sea más gloriosa a Dios, más apta para la santificación propia y más útil para el prójimo.

119. Como lo esencial de esta devoción consiste en el interior, no será igualmente comprendida por todos; algunos se quedarán en lo que tiene de exterior, sin pasar más adelante, y éstos serán el mayor número; otros, que serán pocos, entrarán en lo más recóndito, pero no subirán más de un grado. ¿Quiénes subirán hasta el segundo? ¿Quién alcanzará el tercero? En fin, ¿quién será el que permanezca en él habitualmente? Solamente aquél a quien el Espíritu Santo revele este secreto, el alma a quien el mismo Espíritu conduzca a ese estado, para progresar de virtud en virtud, de gracia en gracia, de luz en luz, hasta llegar a la transformación de sí mismo en Jesucristo y a la plenitud de su perfección sobre la tierra y de su gloria en el cielo.

 

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"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

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"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

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