Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos mensuales: julio 2013

Página para Meditar: vuestras manos

30 martes Jul 2013

Posted by manuelmartinezcano in Padre Alba, Uncategorized

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jesús, manos, maría, tesoro

P.albacena

La festividad de la Purificación y de la Presentación de Jesús en el templo, nos encuadra la meditación de todo este mes. Las manos de María llevan a Jesús. Me extasío contemplando las manos de María. Llevan al único tesoro que existe de verdad: Jesús. Luego, miro mis manos, vuestras manos. ¿Cómo han de estar nuestras manos? ¿Qué llevan nuestras manos? Se dice peyorativamente: está mano sobre mano está con las manos juntas sin hacer nada. Yo no me refiero a este sentido, y os quiero a todos mucho tiempo con las manos juntas ante el Sagrario, en oración. Dios sin mover sus manos divinas, crea y conserva toda la creación. Vuestras manos juntas, en oración, conservan y salvan el mundo, y crean el mundo sublime de la vida de la gracia en unión con Dios. También vuestras manos en cruz, vuestras manos crucificadas, clavadas en la cruz de vuestro deber, de vuestro trabajo, de vuestro sacrificio, de la pureza. Manos como las de Cristo, abiertas en caridad, sujetas por la pureza, el amor, el deber.

¡Ah, sí, también con la espada! La espada erecta y noble del servicio a la verdad. De una verdad combatida por las fuerzas del mal, desde el primer momento de la vida del hombre sobre la tierra. Por eso es milicia su vida sobre la tierra, y su sueño ha de ser una vela junto a las espadas. Los enemigos visibles e invisibles que rodean nuestros ocios y nuestros pasos. Ahí están las herejías, la soberbia humanista, el erotismo que esclaviza. Los de siempre, los humos del mundo, del demonio y de la carne. Manos que tengan bien asidos los puños de las espadas. Manos que empuñen para el combate diario el Rosario invencible de María, la que aplasta la cabeza de las herejías, la que vence al diablo con su humildad de esclava de Dios, la Inmaculada y siempre pura, por encima de todas las pestilencias de la carne.

Manos que se agitan mientras levantan ramos de palmas. Son las palmas del martirio batidas por manos de hombres y mujeres que han derramado su sangre por la fe. No, el enemigo no ha vencido. Ellos han vencido con las palmas en sus manos. Y junto a ellas, las manos con las velas encendidas, en oblación a Dios, en fe y en amor.

Así os quiero, así sueño vuestras manos. Puras en el deber, en la cruz, con el rosario, con la espada, con la palma del martirio, con la luz de Cristo. Ojalá sea así toda nuestra Asociación. Jóvenes llamados a lo grande y santo. Y en medio de ellos las manos ungidas de sacerdotes, las manos traspasadas por la mística unción de la consagración religiosa, la virginidad, el amor indiviso.

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 47, febrero de 1981

Franco y los Judíos (extracto del libro de Blas Piñar, La Iglesia y la Guerra española)

30 martes Jul 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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Franco salvó la vida de millares de judíos que buscaban refugio fuera de sus propios países.

Me interesa insistir en este último tema, porque la conducta de Franco, que algunos iglesiayguerra-blastergiversan, para desfigurarle, contrasta con la de ciertos países europeos, como Inglaterra, que rechazaron a los judíos que en ella buscaban refugio. Recojo, para colocar las cosas en su sitio, lo que Rogelio Baón cuenta: «Si los judíos salvados di­recta o indirectamente por Franco se congregasen en la madrileña plaza de Oriente para tributarle un homenaje de gratitud, resultaría una estruendosa manifestación que ahogaría buena parte de los la­mentos de quienes murieron en los campos de concentración nazis. Varios colaboradores de Franco, en relación con el tema judío, coin­ciden en subrayar que él siempre distinguió entre actitud política y actitud humanitaria, entre Israel-Estado y pueblo judío.

Creó la ficción legal de hacer españoles a los sefarditas (de ahí que salvasen la piel los de Grecia y Bosnia); el primer barco que zarpó hacia Haifa era el Plus Ultra y procedía de Barcelona con me­dio millar de judíos; confirmó y respetó el estatuto de los 14.000 judíos, en 1941, residentes en el Marruecos español, etc. En materia consular, no pocos —varios millares— de pasaportes y salvocon­ductos fueron facilitados a judíos en la época nazi e incluso, desde la embajada de El Cairo, en el periodo próximo a la guerra de los Seis Días. De todo ello, sin embargo, tienen buena prueba la Secretaría de Estado norteamericana y el gobierno federal alemán.

Entre 60.000 y 200.000 judíos (¿quién puede ponerse de acuerdo en tan peliaguda contabilidad futurible?) oscilan los que deben un recuerdo cariñoso a Franco. Alguna voz aislada, como la del doctor Chaim U. Lipschitz, ha reconocido tanta acción generosa del Caudillo de los españoles al decir: «El mes próximo iré a dar las gracias a Franco, en nombre del pueblo judío, porque durante la Segunda Guerra Mundial salvó a millares de una muerte cierta»»

En agradecimiento a Franco, en la sinagoga de Nueva York, se celebra por él un acto religioso todos los 20 de noviembre.

Monseñor Guerra Campos, en La Iglesia en España. Síntesis histórica (sepa­rata del Boletín Oficial del Obispado de Cuenca del 5 de mayo de 1986), escribe:

«Franco protegió a innumerables judíos perseguidos en territorios ocupados por Alemania, en los años 1942 y siguientes, y salvó numerosas vidas dándoles acogida provisional y libre paso por España. Fue España la única nación que emprendió una operación de salvamento de judíos, que benefició a no menos de 45.000, lo cual impresionó justamente a la opinión católica norteamericana» (p. 34, nota 9).

 

*   *   *

Me permito insistir en este tema porque conviene dar a cono­cer a la opinión pública la verdad sobre la conducta del Caudillo con relación a los judíos en unas circunstancias verdaderamente di­fíciles y cargadas de riesgo. He aquí el texto de la carta que publicó el diario ABC, en su número de 13 de marzo de 1994:

«Señor director: en las noticias de la noche de Antena 3 Te­levisión, hablando de la película La lista de Schinder, el locutor citó cómo el embajador señor Sanz Briz (y cito las palabras del locutor), «contraviniendo las órdenes del general Franco», salvó a miles de judíos.

Durante la ocupación alemana en Francia le tocó a mi pa­dre, entonces coronel, Antonio Barroso Sánchez-Guerra, ocupar el puesto de agregado militar en la Embajada de España en Pa­rís. El entonces embajador, así

como todo el personal civil de la Embajada, siguiendo órdenes del Gobierno español se tras­ladó a Vichy, donde estaba el Gobierno de Pétain. Solamente se quedaron en el París ocupado por los alemanes los agregados militares con mi padre al frente, por ser el decano, y con ellos, naturalmente, sus familias, por tanto, esto que le cuento lo he vivido personalmente.

Al empezar en París la persecución a los judíos y en toda la Francia ocupada, se recibió orden del Gobierno español de atender a todos los judíos sefarditas, darles pasaporte español y ayudarles a trasladarse a España. Muchos fueron los que así se salvaron. ¿Cuántos? Posiblemente quedará en alguna parte el registro de todos ellos. A algunos los hemos conocido a nuestro regreso a España y ellos pueden dar fe de lo que digo. Pero la or­den vino del Gobierno del entonces general Franco. Hay cosas que no se pueden decir alegremente en TV, si no se tiene certeza de ello. Rosario Barroso Felt».

(…) Confirma lo que acabamos de escribir Eduardo Palomar Baró, en la carta que publicó en ABC, el 1 de diciembre de 1994, y que es tal y como sigue:

«Señor director: Con todo merecimiento, el Gobierno hún­garo ha honrado la memoria del diplomático español Ángel Sanz Briz, concediendo a su viuda la medalla del Mérito de Hungría por haber salvado a más de cinco mil judíos durante la ocupación nazi de Budapest en el año 1944. Lo que resulta un poco chocante y curioso es que casi todos los medios de comunicación hayan silenciado la directísima intervención de Franco respecto a los ju­díos perseguidos por Hitler y que residían en Francia, Hungría, Grecia, Rumania, Polonia y Bulgaria. Para ser fieles a la historia re­ciente, vale la pena citar el testimonio del rabino Chaim Lipschitz, del seminario hebreo Torah Vodaath and Mesivta, en Brooklyn, publicado en la revista Newsweek en febrero de 1970: «Tengo pruebas de que el jefe del Estado español. Francisco Franco, salvó a más de sesenta mil judíos durante la II Guerra Mundial. Ya va a ser hora de que alguien dé las gracias a Franco por ello». En el libro La banalidad del bien, de Enrico Deaglio (Ed. Feltrinelli, Milán), en uno de sus párrafos dice: «Si bien el papel de la España franquista en las operaciones de salvamento de los judíos europeos ha sido silenciado casi del todo, fue decididamente superior al de las democracias antihitlerianas». Por todas las acciones de Franco respecto a los judíos, en las sinagogas de los EEUU, todos los 20 de noviembre se pronuncia un responso o «kadish» en memoria del hombre que libró a tantos hebreos del holocausto.

Avanzar en la Santidad

30 martes Jul 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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avanzar, santidad

A un joven que le preguntó al Santo Padre Francisco que debía hacer para seguir a Cristo, el papa le dijo: “¡Avanzar! Siempre”. Aunque tropecemos y caigamos, siempre seguir adelante. Avancemos por el camino de la santidad. Alimentemos el alma con la oración, los sacramentos, el sacrificio, la limosna…; qué puedo hacer por Cristo? ¿Qué voy a hacer por la salvación de las almas? San Ignacio de Loyola, nos dice: “Todos nos animemos para no perder punto de perfección que con la divina gracia podamos alcanzar”

San Juan, dice: “El justo sea más justo y el santo santifíquese más” (Apc.22, 11). La batalla para alcanzar la santidad no acaba nunca; es un combate continuo. Ni el mismo san Pablo lo alcanzó, como escribe a los filipenses, pero corría tras ella con todo su corazón, olvidándose de su pasada vida. El que quiera ser santo, debe olvidar su vida pasada. Es el primer paso para subir al monte de la perfección: olvidar el bien y el mal que hizo para emprender el nuevo camino de la santidad en compañía de Jesús y de la Virgen María. Y no es cuestión de puños o voluntarismo, como algunos despistados atribuyen a la espiritualidad ignaciana. Se trata de estar largos ratos a solas, tratando de amistad con quien  sabemos nos ama” (Santa Teresa de Jesús). Santa Teresita del Niño Jesús lo dice así: “El se conforma con una mirada, con un suspiro de amor… la perfección es algo muy fácil de practicar,  pues lo único que hay que hacer es ganar a Jesús por el corazón sin olvidar, claro está, lo que la misma santa dice: “el sufrimiento me acompañó siempre, desde la cuna”

En el camino de la santidad debemos tener mucho cuidado y diligencia porque nos jugamos la felicidad temporal y la eterna. Siempre avanzando, siempre más. San Ignacio es el santo del “magis,” del más. Todo lo hacía a la mayor gloria de Dios. Por Cristo, por María, y por España, más, más, más. Si lo hacemos, no cometeremos ni un solo pecado mortal, con la gracia de Dios, que no nos faltará. No limitarnos a cumplir los Mandamientos de la ley de Dios y de la Santa Madre Iglesia, sino también los consejos evangélicos. Así combatimos eficazmente a los enemigos del alma: mundo, demonio y carne. Y no caeremos en la tibieza que tanto mal hace a las almas y a la Iglesia, como ha dicho el Santo Padre Francisco.

Bajo la maternal protección de la Virgen Santísima alcanzaremos la santidad.

 

P. Manuel Martínez Cano mCR

La Voz de los Sin Voz XXXII

30 martes Jul 2013

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Salomé: Es evidente que muchos políticos necesitan crear mitos, y defenderlos a machamartillo, para justificar sus fabulosos sueldos. Que ni la lucha de clases, la ecología, el feminismo, el mal llamado matrimonio gay. Manipulan a todo quisque para su enriquecimiento personal. En diez años de matrimonio gay en Holanda, sólo uno de cada diez homosexuales se ha “casado”. Claro está que después vienen los divorcios.

Santiago: Pero no caigamos en el error de que se trata sólo de una cuestión económica o una lucha meramente política. Estamos en “la guerra de Dios”, como decía el cardenal Bergoglio, hoy su santidad Francisco. Es la rebelión contra Cristo, hablaba León XIII, “del enemigo antiguo y formidable en la fuerza exaltada de su poder”

Judit: Es curioso, el papa León XIII que desarrolló magistralmente en sus encíclicas la doctrina social y política , era muy devoto del Santo Rosario. Cada año escribía una encíclica exhortando a rezarlo con devoción. En su encíclica Octobre mense, sobre el Rosario, de 30 de agosto de 1891, el Papa denuncia la maquinación contra Cristo para así destruir completamente su obra: la Iglesia y la Cristiandad.

Pablo: Esa lucha satánica está en su apogeo en nuestros días. A los 100.000 cristianos asesinados cada año en el mundo, se une la apostasía de otros miles en las naciones de tradición cristiana. La sociedad actual ha cometido un pecado colectivo contra el Espíritu Santo. Y esto hay que repararlo con penitencia, sacrificio y oración.

Rut: El pecado contra el Espíritu Santo llega al extremo de pervertir la razón. Hoy son muchos los que están en contra de la pena de muerte para el culpable y sin embargo, defienden frenéticamente la pena de muerte para el inocente por medio de la eutanasia y el aborto.  Estamos en las antípodas de las enseñanzas de santo Tomás de Aquino: 2 Es evidente que al poder de la razón se debe que los hombres se rijan por leyes razonables… de ahí que el signo que con propiedad delata a la barbarie sea que o bien los hombres no se someten a las leyes o se someten a leyes irracionales”.

Andrés: El subjetismo y relativismo reinante hace prácticamente imposible que un joven legue a conocer la verdad. Es evidente que no es imposible, pero cada día que pasa se hace más difícil. La verdad ya no es la adecuación de la inteligencia y la cosa conocida – como realmente es –  sino lo que a cada hijo de vecino le parece. Demencial.

María: Sobre todo se ha olvidado que la historia es un acto de comunicación humano de la verdad de lo que ha pasado. No es posible que sea verdad, en el mismo sentido, la interpretación contradictoria de un mismo hecho histórico. La evangelización de América es la obra cumbre de España.

Mateo: La historia de España, con todas las deficiencias humanas que se quiera, es una historia de servicio y defensa de la verdad. La obra evangelizadora y civilizadora de España es una obra sin par.

Sara: Pienso y digo lo mismo. Pero todo lo bueno que ha hecho el hombre en la historia se puede perfeccionar. De ahí nuestra responsabilidad como españolas y españoles, porque España hoy somos nosotros. La antiEspaña reinante es radicalmente contraria a la España histórica.

José: España, las Españas católicas, es la realización histórica más hermosa en la historia de la humanidad: “La epopeya gigante con que España rompió los viejos límites del mundo conocido, descubrió un continente y le evangelizó para Cristo” (Pio XII)

 

Magdalena Presidenta

 

La Tibieza

30 martes Jul 2013

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tibieza

La tibieza es el relajamiento espiritual, que va parando o debilitando las energías de la voluntad, inspira horror al esfuerzo y retarda pesadamente los actos de la vida cristiana. Es una languidez o flaqueza  y entorpecimiento espiritual. No es la muerte del alma, pero puede llevar, insensiblemente a la muerte de la vida sobrenatural. Supone haber adquirido cierto grado de fervor y después dejarse llevar, poco a poco, hacia el relajamiento: “¡Ojalá fueras frio o caliente! Más por cuanto eres tibio y no frio ni caliente, estoy para vomitarte de mi boca” (Apc. 3, 15-16).

En una carta a su hermana religiosa de la Visitación, san Claudio de la Colombiere dice: “Preferiría tener que convertir a un gran pecador que a una persona religiosa que ha caído en la tibieza. Es este un mal casi sin remedio. Veo a pocas personas que vuelvan sobre sus pasos… Dios te guarde, hermana mía, de caer en esta desgracia. Preferiría verte muerta”. Santa Teresa de Jesús recuerda que: “Más agrada a Dios un alma que le sirve con perfección, que millones de imperfectas, aunque sean buenas”. El nuevo doctor de la Iglesia, san Juan de Ávila nos dice: “Habéis comenzado a servir a Dios; guardaos de la tibieza, no eche a perder la devoción que os dieron, que la quema y abrasa peor que cierzo. Guárdala del hielo, consérvala en su calor con oración, ayunos y limosnas. Que no nazcan gusanillos en la hoja y le hacen perder la frescura que tenía primera hoja y le hacen el verdor y frescura que tenía primero. La enfermedad de la tibieza es asaz peligrosa, muy peligrosa. Guardaos de tibieza, por quien Dios es. ¡Oh carcoma! ¡Y cuantas ropas han roído y comido y cuántos tienes perdidos!”

Las dos causas principales de la tibieza son una alimentación espiritual deficiente y la invasión en el alma de algún germen morboso; es una falta de limpieza de conciencia. Se apodera de las almas que no tienen un ideal. Es indudable que hay una relación íntima entre el pecado venial y la tibieza, pero también hay diferencias esenciales. La tibieza es un estado permanente del alma; el pecado venial es un acto. El pecado venial es positivamente malo. San Agustí: “Los muchos pecados veniales, si se desprecian llegan a matar”. Santo Tomás: “Quien peca venialmente desprecia algún orden, y con eso acostumbra a su voluntad a no sujetarse en las cosas menores al orden debido; y se dispone a no sujetar su voluntad al orden del último fin, eligiendo lo que es pecado mortal de suyo”.

La tibieza tiene dos elementos constitutivos. De los dos sólo uno tiene malicia positiva: la frecuente caída en el pecado venial o la omisión consciente y culpable de poner los medios para evitarlos. El otro elemento es solo una imperfección: la ausencia habitual en la vida espiritual de actos generosos, la falta de virtud sólida, cierta mediocridad en todas las obras buenas y en el modo de cumplir los deberes de estado, las constituciones, las reglas. Es muy importante entender bien esto para no confundir la tibieza con las sequedades, arideces o el estado de prueba, en las cuales el alma se duele de tenerlas y trabaja para seriamente salir de su estado, mientras que los tibios se dejan arrastrar por las distracciones, pensamientos inútiles, fobias, etc. San Juan de la Cruz dice: “Razón de la tibieza es no se le dar mucho, ni tener solicitud interior por las cosas de Dios. De donde entre la sequedad y tibieza hay mucha diferencia, porque lo que es tibieza, tiene mucha flojedad y remisión en la voluntad y en el ánimo, sin solicitud de servir a Dios; la que sólo es sequedad purgativa, tiene consigo ordinaria solicitud con cuidado y pena, como digo, de que no sirve a Dios”.

La única señal cierta de que estoy en tibieza es la ausencia habitual de horror al pecado venial. Hay unos síntomas que nos avisan. El primero es no dar importancia a las cosas pequeñas. Para el fervoroso, nada es pequeño cuando se trata del servicio de Dios y la salvación de las almas. El tibio tiene una cierta secreta satisfacción propia que le hace vivir satisfecho en la mediocridad. El tibio no se preocupa de la perfección de su vida espiritual, ni siente deseos de más perfección. Para el tibio es motivo de burla el precepto del Señor: “Sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto”. Su norma práctica es no hacer nunca lo que es perfecto. El cristiano fervoroso nunca se encuentra satisfecho de sus progresos espirituales, ni dice “basta” en su camino de perfección, sino que siempre aspira a “más”, al magis de san Ignacio de Loyola.

Otro síntoma de tibieza es el aburguesamiento, el no querer molestarse ¡La virtud es difícil! Y el camino de la santidad y del cielo es estrecho y empinado. Por tanto, la mortificación y abnegación son necesarias. Pero el tibio busca lo más cómodo, no lo mejor o más fructuoso para su alma. Los tibios “son enemigos de la cruz de Cristo” (H. 3,18). El tibio es dulce cuando no se contradice; amable cuando le agrada; paciente cuando nada tiene que sufrir; humilde, mientras no se le toque el amor propio; obediente si se le manda lo que le gusta; pero que se le contraríe, que se le resista, que se le pinche o toque en la punta del dedo de su amor propio, se le verán saltar y echarlo todo por tierra. No encuentra gozo en las cosas espirituales, cumple en todo por rutina. Ni la cruz del calvario, ni la cueva de Belén, ni la muerte ni el infierno le impresiona, cae en la insensibilidad de las cosas espirituales. La sequedad de los fervorosos es distinta, porque ellos ponen los medios sobrenaturales para salir de ese estado de prueba. “¡Maldito aquel que ejecuta de mala fe y con negligencia la obra que el Señor le manda” (Jer 48,10).

El tibio se priva de los consuelos de la práctica de la virtud: “la buena conciencia es como banquete continuado” (Prov. 15,15). Dios no le concede nuevas gracias, el alma se va debilitando y se hace más fácil la caída en pecado mortal. La tibieza origina la ceguera del alma. ¡Qué estado tan triste! ni ve el mal que hace ni el bien que deja de hacer. Y a ciegas va precipitándose en el abismo.

La tibieza no tiene fácil remedio; pero, si con la gracia de Dios, quieres salir de ese estado, puedes. Una buena confesión general; firme propósito de cumplir las Reglas y Constituciones; examen de conciencia diario para reflexionar sobre ti mismo y proceder en todo con gran pureza de intención; el conocimiento de nuestras miserias nos hará desconfiar de nosotros mismos y confiar absolutamente en el Corazón de Jesús: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y abre la puerta, yo entraré a él y cenaré con él y él conmigo. Al que venciere le haré sentar en mi trono, así como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono” (Apc. 3, 20-21).

San Bernardo exclama: “¡No te acompañes de tibios!”. Y san José María Escrivá nos dice: “Lucha contra esa flojedad que te hace perezoso y abandonado en tu vida espiritual. Mira que puede ser el principio de la tibieza, y en frase de la Escritura, a los tibios los vomitara Dios”. Me duele ver el peligro de tibieza en que te encuentras cuando no te veo ir seriamente a la perfección dentro de tu estado. Di conmigo: ¡No quiero tibieza! : ¡confinge timore tuo carnes meas! – ¡dadme, Dios mío, un temor filial, que m haga reaccionar”

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