El nombre de José en hebreo significa «acrecentamiento», el que «va en aumento», de virtud en virtud, y no cabe duda que fue excelsa su santidad.

1) Por la convivencia con la Virgen María. No hay lugar a duda que el ambiente religioso en que uno vive, el trato con personas santas y ejemplares nos hace más santos. «Y siendo María, conforme dice San Bernardino de Sena, la dispensadora de las gracias que Dios concede a los hombres, ¿con cuanta profusión no es de creer enriqueciese de ellas a su esposo San José, a quien tanto amaba, y del que era respectivamente amada?».

Santo Tomás de Villanueva hablando de María dice que era de tal manera Virgen, que hacía vírgenes a cuantos la contemplaban. San Jerónimo es del parecer que San José permaneció siempre virgen, debido a la compañía de su virginal Esposa; y así apostrofando al hereje Elvidio, que negaba la virginidad de María, argumenta de esta manera: «Tu dices que María no permaneció siempre virgen; yo digo que San José conservó la virginidad por la Virgen María».

2)  Por la convivencia con Jesús. Si el roce de la túnica de Jesús curaba a los enfermos, saliendo virtud de El… ¡cuánta no sería la virtud de San José y la santidad recibida de Jesús, al que llevaba en sus brazos!…

San Alfonso María de Ligorio lo dice así: «¿Cuánto no es también de creer aumentase la santidad de José el trato familiar que tuvo con Jesucristo en el tiempo que vivieron juntos? Si los dos discípulos que iban al castillo de Emaús se sintieron inflamados en el divino amor en los cortos momentos que estuvieron en compañía del Salvador y escucharon sus palabras, por manera que se dijeron después uno a otro: «¿No ardían nuestros corazones dentro de nosotros mientras en el camino nos hablaba y nos declaraba las Escrituras?» (Le. 24,32), ¿qué llamas de acendrada caridad no debemos suponer encendidas en el pecho de José por las conversaciones que durante treinta años consecutivos tuvo con Jesucristo, escuchando sus palabras de vida eterna, observando sus ejemplos de perfecta humildad, de paciencia y de obediencia, viéndole dispuesto para ayudarle en sus laboriosas fatigas y servicial en todos los domésticos quehaceres? ¿Qué incendio de amor divino no debían levantar estas antorchas de caridad en el corazón de José, purificado como estaba de todo afecto terreno?