Etiquetas
Parte Segunda
DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Motivos de esta perfecta consagración
156. ¿Por qué creéis que Jesucristo vivió tan poco sobre la tierra, y que los pocos años que pasó en este mundo los pasó casi todos en la sumisión y en la obediencia a su Madre? ¡Ah! Es que, a pesar de haber llegado pronto a su término, vivió largo tiempo y más que aquel cuyas pérdidas vino a reparar, por más que Adán viviera más de novecientos años. Jesucristo vivió largo tiempo porque siempre estuvo sometido a su Santísima Madre, por obedecer en Ella a Dios su Eterno Padre; porque el que honra a su Madre se parece a un hombre que atesora, dice el Espíritu Santo; es decir, que el que honra a su Madre hasta someterse a Ella, a obedecerla en todo, prontamente se hará rico: porque acumula tesoros todos los días por el secreto de esta piedra filosofal: Quien honra a la Madre es como si atesorara (Ecclo. 3,5); porque en el seno de María, que ha cercado y engendrado un hombre perfecto, y que ha tenido la capacidad de contener a Aquel que lodo el universo no es capaz de comprender ni contener, en el seno de María, repito, es en donde los jóvenes se hacen ancianos consumados en luz, en santidad, en experiencia y en sabiduría, y en pocos años llegan hasta la plenitud de la edad de Jesucristo (Ps. 91,11; Ierem. 31,22).
157. 3.º Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino perfecto para ir y unirse a Jesucristo, toda vez que la divina María es la más perfecta y la más santa de las puras criaturas, y que Jesucristo que vino perfectamente a nosotros, no tomó otro camino para su grande y admirable viaje.
El Altísimo, el Incomprensible, el Inaccesible, El que es, ha querido venir a nosotros, pequeños gusanos de la tierra que nada somos. ¿Cómo se ha obrado esto? El Altísimo ha descendido perfecta y divinamente por María hasta nosotros sin perder nada de su divinidad y de su santidad, y por María deben los más pequeños subir perfecta y divinamente al Altísimo sin temor alguno. El lncomprensible se ha dejado comprender y contener perfectamente por María, sin perder nada de su inmensidad, y por esta humilde Virgen debemos nosotros dejarnos conducir hacia Dios perfectamente, sin reserva alguna. El lnaccesible se ha acercado a nosotros, se ha unido estrechamente, perfectamente y aun personalmente a nuestra humanidad por María, sin perder nada de Su Majestad; también por María podemos acercarnos a Dios y unirnos a Su Majestad perfecta y estrechamente sin temor de ser rechazados. En fin, Aquel que es, ha querido venir a lo que no es, y hacer que lo que no es llegue a ser Dios en Aquel que es, y lo ha hecho perfectamente entregándose y sometiéndose enteramente a la humilde Virgen María, sin cesar de ser en el tiempo Aquel que es por toda la eternidad; asimismo, pues, por María, aunque nada seamos, podemos hacernos semejantes a Dios, por la gracia y la gloria, entregándonos a Ella tan perfecta y enteramente que no seamos nada en nosotros mismos, y seamos todo en Ella, sin temor de extraviarnos.
158. Aunque se me trazara un camino nuevo para ir a Jesucristo, y supongamos que este camino estuviera enlosado con todos los méritos de los bienaventurados, adornado con todas sus virtudes heroicas, alumbrado y hermoseado con todas las luces y bellezas de los ángeles, y que todos los ángeles y santos estuvieran en él para conducir, defender y sostener a aquellos y aquellas que quisieran andar por él; yo me atrevo a afirmar de todas veras, y sé que digo la verdad, que, antes que ir por este camino tan perfecto, yo preferiría ir por el camino inmaculado de María: vía o camino sin mancha ni suciedad, sin pecado original ni actual, sin sombras ni tinieblas; y si mi amable Jesús con toda su gloria viene otra vez al mundo (como es cierto que ha de venir) para reinar en él, no escogerá otro camino para su viaje más que el de la divina María, por el cual tan segura y perfectamente ha venido la vez primera. La diferencia que habrá entre una y otra venida es que la primera fue secreta y oculta y la segunda será gloriosa y resplandeciente; pero las dos perfectas, porque las dos quedarán realizadas por María. ¡Ah! He aquí un misterio que no se comprende todavía: Enmudezca aquí toda lengua.
159. 4.º Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino seguro para ir a Jesucristo y adquirir la perfección uniéndose a El.
1. Porque esta práctica que enseño, no es nueva; es tan antigua, que no se pueden marcar sus principios, como dice M. Boudon (muerto en olor de santidad) en un libro que escribió acerca de esta devoción; es cierto, sin embargo, que hace más de setecientos años se encuentran vestigios de ella en la Iglesia. San Odilón, abad de Cluny, que vivía por los años 1040, ha sido uno de los primeros que la practicaron públicamente en Francia, como se consigna en su vida.
El Cardenal Pedro Damiano refiere que el año 1036, el bienaventurado Marín, su hermano, se hizo esclavo de la Santísima Virgen, en presencia de su director, de una manera muy edificante, poniéndose una cuerda al cuello, tomando la disciplina y poniendo sobre el altar una suma de dinero como señal de su rendimiento y de la consagración a esta augusta Soberana. Y continuó tan fielmente toda su vida la práctica de esta devoción, que mereció a su muerte ser visitado y consolado por la Señora, y recibir de sus labios la promesa del Paraíso en recompensa de sus servicios. Cesáreo Bolando hace mención de un ilustre caballero, Vautier de Birbac, que hacia el año 1500 hizo esta consagración de sí mismo a la Santísima Virgen. Esta devoción ha sido practicada por muchos particulares hasta el siglo XVII, en que se hizo pública.
Pingback: Artículos de la Semana (30/07/2013) | Blog del P. Manuel Martínez Cano