A los Emmos., Excmos. y Rvdmos. Señores Cardenales Arzobispos y Ordinarios de España.
Venerables Padres y Hermanos:
Vuestra voz dolorida no ha excitado, pero sí venido a confirmar en nosotros, Obispos y Ordinarios católicos de Grecia, la aflicción que hace años, y principalmente desde que estalló la guerra fratricida, metódicamente organizada en vuestra patria, trae acongojado al mundo entero cristiano y civilizado. Las reseñas minuciosas o simples informes de la prensa mundial sobre las persecuciones y asesinatos a sangre fría organizados, sobre la ferocidad satánica que se ha desencadenado en la infeliz España, martirizando a sus habitantes, sacerdotes y religiosos y no pocos Obispos; sobre la salvaje destrucción y ruina de tantos monumentos y ciudades enteras, asoladas, nos han hecho que unamos nuestras lágrimas a las vuestras y elevemos nuestras plegarias para que el Señor tome en cuenta tanta sangre inocente derramada y acorte los días de vuestra tribulación. Ahora, al leer vuestra Carta, nuestro corazón sangra con el vuestro y nos apremia la necesidad de dirigiros palabras de compasión fraterna.
También nuestra Grecia se vio a punto de caer bajo la locura bolchevique; y damos gracias a la Divina Misericordia por haber otorgado a quien nos gobierna la visión del peligro y la fuerza para prevenirlo y domarlo. Vosotros, Hermanos malaventurados, no habéis tenido semejante fortuna, sino que la Divina Providencia ha permitido que vuestra patria sufriese el martirio, como antes Rusia y Méjico.
Pero si la sangre de los mártires ha sido siempre, desde los comienzos de la Iglesia, semilla de cristianos, bien podemos esperar que la Providencia de Dios prepara a España días de gloria y de santidad más refulgentes que aquellos de que con justicia se enorgullece y que la hará objeto de la envidia santa de otras naciones.
Os damos las gracias, Venerables Pastores, por haberos comunicado con nosotros; y a falta de otra cosa, continuaremos instantáneamente nuestras oraciones para que el día del triunfo final completo de vuestra causa, que es la del mundo cristiano y civilizado, y el retorno de la paz y del orden en vuestra amada Y gloriosa España amanezca cuanto antes.
Os besamos la mano, no sólo como a ungidos del Señor, sino como a mártires y Hermanos de mártires, confiando que nos haréis generosamente partícipes, a los Obispos y Ordinarios de Grecia, de los méritos de vuestras tribulaciones, ofreciéndolos por nuestras ansias y fatigas a fin de lograr la unión de nuestros hermanos separados de la Iglesia, y de todos los hijos del Redentor, bajo el régimen paternal de su Vicario.
De Grecia, en la festividad de protocleto Apóstol San Andrés, 30 de noviembre de 1937.
J. Fr. Filopucci, Arzobispo de Atenas.
(Siguen siete firmas de Obispos y Ordinarios)
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