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9 -Así pues, ¿hemos de canonizar la enseñanza privada?

El derecho educativo no procede del Estado. El Estado puede completar, ayudar, impulsar la enseñanza en todos sus grados. Pero fundamentalmente debe reconocerse que los primarios educadores de los hijos son los padres. Los que niegan este derecho son los seguidores de aquello que afirmaba Boukarine, en su libro «ABC del comunismo»: «El derecho de los padres a la educación de sus hijos carece de fundamento … pues nadie puede perfeccionarse si no es en la sociedad. La sociedad tiene, por tanto, un derecho primordial y fundamental en la educación de la juventud». y esto mismo defendía también Mussolini. Y antes un hombre «humanitario» como el cruelísimo Danton, ya decía que «los hijos son de la patria antes que de los padres». La enseñanza privada procede del propio seno y ser de la familia, que es anterior al Estado. Unicamente los que están vocacionados a implantar tiranías, pueden negar esa verdad de sentido común.

 

10 _Pero los niños, como miembros de la sociedad, deben ser educados por la sociedad. Y la instrucción es materia propia del Estado, se dice.

Sí, los niños son miembros de la sociedad, pero lo son porque pertenecen a una familia. Y los derechos de la familia son anteriores a cualquier facultad del Estado. Una cosa debe hacer el Estado cuando falle la familia, Y otra que la suplante donde la familia puede bastarse, a través de la enseñanza privada. Ni es completo el concepto de instrucción si se limita a asignaturas culturales. No se puede mutilar al hombre a una entidad de horizontes materialistas, como se lograría sin la formación de ideas esenciales para entender la vida humana, lo que sólo se alcanza por la educación religiosa.

 

11 La educación privada es clasista y coacciona a los niños coartándoles la libertad de elegir la filosoña o la religiónque quieran.

Que la enseñanza privada pueda tener defectos, nadie lo niega. Pero mil dudas no destruyen una certeza, dijo alguien. Que muchas veces los colegios privados han tenido defectos, no hay inconveniente en aceptarlo. Pero esos defectos -que son corregibles y algunos causados por la mentalidad liberal-, son inconmensurablemente menores a la estatificación de la enseñanza, que sin razón de ninguna clase, comete el peor atropello y utiliza los fondos públicos al servicio del humanismo anticristiano, aunque se disfrace de neutral.

12 -Algunos dicen que la escuela no es el lugar de la catequesis, ya que ésta debe limitarse al ámbito familiar o a la acción de los militantes católicos.

Dialectizar es procedimiento marxista. Oponer la familia, con su misión de catequizar y educar cristianamente, a la escuela como centro aséptico únicamente apto para las materias profanas, procede de una la vida religiosa a la intimidad. Y como que para el hombre la neutralidad es un camino falso y una vía muerta, ofrecer toda la cultura en forma neutra -que engloba una cierta filosofía de la vida y unos juicios de valor sobre la moral y la historia-, es prácticamente implantar el ateísmo escolar. Si la escuela únicamente debiera ofrecer una instrucción viviseccionada, sin la integridad de los conceptos básicos de Dios, de Jesucristo, de la Iglesia, no habría por qué la escuela impartiera cultura física, deportes y otros elementos complementarios. Y en la balanza, la enseñanza religiosa es más fundamental que la cultura física y los deportes. Si no se discute esto último, ¿por qué se quiere justificar la estafa mayor que significaría la escuela sin catequesis?

13 -¿No es una coacción la enseñanza religiosa?

No, no hay coacción, no hay privación de libertad, no hay ninguna argolla para la voluntad humana. ¿Es coacción que los conductores aprendan el Código de la Circulación? No, después podrán faltar al mismo, a lo menos físicamente, pero tienen las nociones claras para saber cómo hay que portarse con un vehículo en la vía pública. Ningún conductor sería responsable de cualquier atropello, si jamás hubiera saludado los artículos del Código. O si voluntariamente no los hubiera conocido. En tales casos habría que acusar a la Jefatura de Tráfico de haber aprobado a un incapacitado. Y también al propio delincuente, de haber burlado lo que tenía obligación de saber. Esto se eleva a una categoría suprema si lo aplicamos a la enseñanza religiosa. Porque la religión no es una ideología ni una teoría particular. Se trata de dar a conocer la raíz del hombre en su relación con Dios. En esto no hay coacción, porque la libertad queda inmune con el triste privilegio de quebrantar la Ley divina. Pero sería imperdonable que la Iglesia no propiciara la enseñanza de su fe también en la escuela. Y se convertiría en una dictadura atea el Estado que impusiera la enseñanza neutra, al margen de la ilustración que merecen y que deben tener todos los bautizados. La coacción se comete cuando en nombre de la democracia y de la planificación escolar, se monta una pedagogía absurda en que se excluye a Dios de la enseñanza.