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11 de Ocutbre de 1937, andré´s, Capuchillo, carta colectiva del episcopado español, Haray, Jarosseau, obispo, soatra
Sello del Vicario Apostólico de los Gallas (Abisinia).
A Su Eminencia el Cardenal Gomá y Tomás, Arzobispo de Toledo (España).
He leído con intensa emoción vuestra Carta con fecha del 20 de julio pasado, dirigida a todos los Obispos del mundo católico, para ofrecerles la Memoria Colectiva del Episcopado español sobre las sombrías calamidades de la guerra.
Declárome muy honrado con la recepción de este documento, de sin igual importancia, digno de calificarse merecedor de la más religiosa estima, por venir a la vez de un Eminentísimo Príncipe de la Iglesia y del Cuerpo Episcopal de un pueblo de mártires. Ninguna voz como la vuestra, Eminentísimo Señor, y como la de vuestros ilustres Sufragáneos, para conmover el mundo entero con el espantoso cataclismo que tiene a España sumida en duelo. Ninguna otra voz tan bien calificada como la de Vuestra Eminencia para exponer el dolor de todo un pueblo, y para desenmascarar el crimen de las sociedades impías que, desde las sombras de una premeditación cruel, han desatado ese ejército de criminales contra la España católica, para derrocar en ella uno de los más fuertes castillos de la fe católica y transformarla en reino de la impiedad.
Honor es para Vuestra Eminencia y sus valientes Hermanos los Obispos el haberse convertido en evocadores de ultratumba, en altavoces de tantos miles de mártires heroicos y víctimas santas, que, afrontando el cuchillo de la impiedad, han preferido la muerte a la apostasía de su bautismo, a traicionar su sacerdocio o afrentar su profesión religiosa; a desertar, en una palabra, de las santas y gloriosas tradiciones de sus antepasados y de su patria.
Toda la Iglesia militante, Eminentísimo Señor, a la vez que admira en Vos y en vuestros ilustres Sufragáneos a los dignos representantes del duelo de la España católica, une sus lágrimas a las vuestras, que son las lágrimas de todo un pueblo, y se asocia al dolor que os desgarra los corazones, y extiende su reprobación a todos los crímenes que la impiedad ha cometido, y su cooperación a vuestros esfuerzos para reparar tanta ruina. Si en tan angustiosa desgracia cabe consuelo, ninguno como este: Que a ejemplo del gran San Agustín, Vuestra Eminencia y sus Venerables Hermanos han conquistado el timbre de haber formado, para el tribunal de la Historia, el proceso de la Ciudad del Mal y restituido a la Ciudad del Bien el honor que se le debe.
Con todo respeto me inclino, Eminentísimo Señor, ante ese océano de penas, ante la gloria de los mártires; y confiado en que vuestra querida España, hoy más que nunca tierra escogida de las Misericordias del Señor, ha de recobrar los esplendores antiguos, suplico a Vuestra Eminencia reciba el homenaje de mi veneración.
Fr. Andrés Jarosseau, Capuchillo, Obispo de Soatra.
Haray, 11 octubre 1937.
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