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catecismo social, chicago, Divino Maestro, educación, enseñanza, liberalismo, naciones
17 -No parece éste el criterio de las naciones más progresivas
Si nos referimos a los Estados Unidos, es verdad que allí se preconiza la coeducación. Pero, el fracaso es sensacional. La conocida etnóloga y antropóloga Margaret Mead, en su libro «Hombre y mujer», refiriéndose a la experiencia americana, afirma: «Cada vez se deshacen en fecha más temprana los vínculos de amistad que unían a los adolescentes del mismo sexo, para sustituirlos por las dates, que comienzan antes de la pubertad. En una edad en que los muchachos, según los datos comparativos que poseemos, se encuentran todavía incapacitados para ello, los vemos ya metidos en una vida en la que tratan de imitar el comportamiento sexual de los mayores … Con los juegos eróticos del petting y del Necking, iniciados desde las clases de séptima y sexta de la escuela, ponemos a nuestros chicos en situaciones francamente intolerables y clamamos al cielo cuando se produce lo que es moralmente inevitable » (páginas 202 y 207).
18 -No obstante, se persevera en la coeducación.
Sí, se persevera en los Estados Unidos y en muchos países inclinados en la pendiente de la descristianización programada. Pero, prácticamente, no sirve. En Rusia, por una ley del 25 de agosto de 1943, se abolió la coeducación implantada allí por el comunismo en 1917. Las razones soviéticas de la supresión coeducativa, no se basan en motivos religiosos, sino eminentemente prácticos. Un profesor de la Universidad de Chicago, W. C. Bagley, en la revista «School and Isociety», escribe comentando la medida soviética sobre este aspecto, comparada con la americana: «La educación americana se gloría de adoptar frente a sus problemas una actitud netamente científica. La política americana de la educación durante la adolescencia, ¿no tendría necesidad urgente de una seria revisión? Lo cierto es que la sabiduría de esa política coeducativa no se ha fundado nunca entre nosotros en la menor investigación científica» (página 152). En realidad la coeducación tiene el inconveniente insalvable señalado por el pedagogo protestante Foerster, en su obra «Temas capitales de la educación», publicado en 1960. Dice así: «Desde el punto de vista de un influjo beneficioso de los dos sexos entre sí, no nos parece deseable la familiaridad juvenil que se desarrolla en una atmósfera coeducativa. Creemos también que el creciente número de divorcios y de matrimonios mal avenidos, se explica, en gran parte, como una consecuencia de esa camaradería originada por la escuela mixta, que destruye el verdadero sentido del amor al nivelar artificial mente ambos sexos, pues la mujer deja de responder con un amor superior al egoísmo y a la rudeza del hombre y trata de pagarle con la misma moneda». (página 48).
19 -En definitiva, ¿qué dice la Iglesia sobre la coeducación?
Estas son las palabras de Pío XI, en la «Divini illius Magistri»: «Igualmente erróneo y pernicioso a la educación cristiana es el método llamado de la coeducación, y también fundado, según muchos, en el naturalismo negador del pecado original y además, según todos los sostenedores de este método, en una deplorable confusión de ideas que trueca la legítima sociedad humana en una promiscuidad e igualdad niveladora. El Creador ha ordenado y dispuesto la convivencia perfecta de los sexos solamente en la unidad del matrimonio, y gradualmente separada en la familia y en la sociedad. Además, no hay en la naturaleza misma, que los hace diversos en el organismo, en las inclinaciones, en las aptitudes, ningún motivo para que pueda o deba haber promiscuidad y mucho menos igualdad de formación para ambos sexos. Estos, conforme a los admirables designios del Creador, están destinados a completarse recíprocamente en la familia y en la sociedad, precisamente por su diversidad; la cual, por lo mismo, debe mantenerse y fomentarse en la formación educativa con la necesaria distinción y correspondiente separación, proporcionada a las varias edades y circunstancias. Principios que han de ser aplicados a su tiempo y lugar, según las normas de la prudencia cristiana, en todas las escuelas, particularmente en el período más delicado y decisivo de la formación, cual es el de la adolescencia; y en los ejercicios gimnásticos y de deporte, con particular atención a la modestia cristiana en la juventud femenina, de la que gravemente desdice cualquier exhibición y publicidad. Recordando las tremendas palabras del Divino Maestro: ¡Ay del mundo por razón de los escándalos!, estimulamos vivamente vuestra solicitud y vigilancia, venerables hermanos, sobre estos perniciosos errores que con sobrada difusión van extendiéndose entre el pueblo cristiano, con inmenso daño de la juventud». Y esta doctrina es la misma que la Iglesia mantiene después del Concilio Vaticano II, como lo demuestra la Instrucción de la Sagrada Congregación para los Religiosos, del 8 de diciembre de 1957, las palabras de Juan XXIII, en el trigésimo aniversario de la «Divini illius Magistri» (A.A.S. 1960, páginas 57-59), y el documento «Perspectiva \::ristiana del amor y la sexualidad», de los obispos de la Provincia Eclesiástica Tarraconense.
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