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«Mi madre recupera la vida cuando me ve»
Con 23 semanas de gestación y 3 días con la placenta rota, los médicos le dijeron que si salvaban al bebé ella podría morir. No dudó, y Paqui eligió a su hija, 32 años después, Flor está sana y vive agradecida a una madre que luchó por ella poniendo en riesgo su propia vida además de su salud.
El nacimiento de Flor se produjo en circunstancias insólitas. Cuando su madre estaba embarazada de 23 semanas, se cayó por las escaleras y se rompió la bolsa de la placenta. Acudió inmediatamente a la clínica, pero allí le dijeron que todo estaba bien y la enviaron de nuevo a su casa. Paqui, que era enfermera, sabía por experiencia que algo iba mal, así que después de pasar un día entero en cama, acudió a otro hospital. Allí, las noticias fueron devastadoras. Había pasado mucho tiempo desde que se había roto la bolsa y, si intentaban salvar la vida de la bebé, ella podría morir. Además, los médicos auguraban que Flor no sobreviviría más de diez días y, en caso de hacerlo, tendría parálisis cerebral y otras gravísimas secuelas físicas de por vida. Su madre lo tuvo claro desde el primer momento: «Salven a mi hija». Y así fue; le hicieron una cesárea y la niña nació tres días después de que su madre se cayera, cuando hoy en día no dejan pasar ni 24 horas desde que se rompe la bolsa hasta el nacimiento, por el riesgo para el bebé. «No puedo explicarme cómo pude sobrevivir sin oxígeno todo ese tiempo», cuenta la hija. Lo cierto es que, en los años 80, cuando muchos niños sietemesinos no sobrevivían, Flor salió adelante con tan solo 23 semanas de gestación y tres meses y medio en una incubadora. Hoy está totalmente sana. Pero no así su madre.
Desde aquella cesárea, en la que perdió mucha sangre, empezó para Paqui un verdadero tormento. Durante la operación le dejaron parte de la placenta dentro del cuerpo, pero pasó mucho tiempo hasta que se dieron cuenta de ello. Además, debido a la gran pérdida de sangre durante la operación, le hicieron una trasfusión, pero la sangre estaba infectada con hepatitis. Así, error tras error, la madre de Flor enfermó gravemente, perdió más de 40 kilos y, en pocos meses, fue intervenida hasta siete veces. Paqui tiene hoy en día una enfermedad crónica grave, pero su hija ha sido la razón para seguir viviendo. «Mi madre está enferma, pero recupera la vida cuando me ve», explica Flor.
Esta mujer alegre tiene claro que a ella se le ha dado «una oportunidad doble, porque la vida ya es una oportunidad, pero pensar que me podría haber muerto y que mi madre luchó por mí, me confirma que tengo que aprovechar la vida al máximo, ayudar a las personas que tengo alrededor y hacerles la vida mejor», añade. «Ahora me doy cuenta de que yo era un sueño de Dios que Él ha podido hacer posible a través de mis padres».
Fuente: Misión
Por petición de la interesada, no se da el nombre completo de la niña.