0000403_300Acabamos de terminar la tanda de Ejercicios para las chicas en San José, y tenemos ya ante los ojos la tanda de Ejercicios para los chicos en Semana Santa. Nuestra Asociación Juvenil tiene un alma. Y ese alma son los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Hemos de vivir y practicar los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, sin glosas, sin atenuaciones, con toda la exigencia que nos pide el Santo.

Por eso queremos hombres y mujeres formados en la fragua de los Ejercicios, que han de anticipar en sus vidas los nuevos tiempos de la Iglesia, en los que se haga un solo rebaño y un solo pastor. Hombres y mujeres que tengan el gusto interior de la oración, de estar a solas con el Señor, para tratar con El de las cosas divinas y de las humanas a la luz de las divinas.

Hombres y mujeres que formados en la meditación del Reino de Cristo no se arruguen a la necesidad de «tomar posición», sino que se abrazan con el gozo de todo compañero de Jesús, que no teme la incomodidad, el peligro, la persecución, la marginación familiar, social, eclesiástica, como la única condición que dicta el amor, de seguir con fidelidad a Jesucristo Rey y Señor de los pueblos y de los hombres.

Hombres y mujeres que ante un mundo apóstata, permanecen en la solidez de las convicciones cristianas, viviendo intensamente lo que el Señor y la Virgen desean para nuestro tiempo, con el alma en infancia espiritual, abandonados confiadamente en los brazos de nuestro Padre.

Hombres y mujeres que aspiren seriamente a la perfección, persuadidos de que el alma santa que quiere vivir de verdad entregada a Jesucristo, da más gloria a Dios que un millón de hombres, simplemente buenos, honrados, vulgares en sus aspiraciones como cristianos. Hombres y mujeres apasionados por la gloria de Dios, con el grito de Jesús encendido en el alma: «He venido a traer fuego a la tierra, y que otra cosa deseo sino que arda.». Que griten en el silencio interior con gemidos inenarrables: ¡Oh Señor, ya es hora, venga a nosotros tu Reino!

Hombres y mujeres que propongan como ideal de toda su vida lo que Santa Teresa escribe en el Libro de las Fundaciones:»¿Para qué es la vida y la salud, sino para perderla por tan gran Rey y Señor?».

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 58, abril de 1982