Dar limosna a los indigentes es una obra de caridad mandada por el evangelio de Cristo. Es una de las siete obras de misericordia que aprendimos en el catecismo: 1ª, visitar a los enfermos; 2ª, dar de comer al hambriento; 3ª, dar de beber al sediento; 4ª, vestir al desnudo; 5ª, dar posada al peregrino; 6ª, redimir al cautivo; 7ª, enterrar a los muertos. Pero también nos obligan las obras de misericordia espirituales. De tal manera que el bien sobrenatural del prójimo prevalece sobre el bien natural.
La virtud cristiana de la caridad nos manda amar al prójimo como a nosotros mismos, con amor sobrenatural. Distinto del amor puramente natural por el que amamos al prójimo por sus cualidades naturales, ya sean de tipo material, como la belleza o la fortuna; ya sea de tipo espiritual, como la ciencia, la simpatía etc. La virtud sobrenatural de la caridad ama al prójimo por amor de Dios.
El mandamiento de la caridad con el prójimo consta expresamente en el Antiguo y en el Nuevo Testamento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev 19,18). “Amarás al prójimo como a ti mismo” (Mt 23,29). También debemos amar sobrenaturalmente a nuestros enemigos como Cristo nos enseñó: “Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los Cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos y llover sobre justos y pecadores” (Mt. 5,43-45)
En la caridad sobrenatural con el prójimo hay diversos grados. La caridad no obliga a amar de la misma manera al prójimo. Hay un cierto orden de preferencias en el amor sobrenatural. Con amor de benevolencia -con el que queremos bienes para el prójimo- debemos preferir a los parientes, amigos, compatriotas, etc. Entre los familiares primero a los padres, los hijos, los hermanos, los abuelos y los demás familiares. Con amor de benevolencia debemos ayudar a los más pobres.
Amamos a los enemigos cuando rezamos por ellos, les decimos la verdad y, si nos necesitan para alcanzar su bien sobrenatural y natural, los ayudamos.
P. Manuel Martínez Cano, mCR