Pedro: Lo hemos dicho otras veces, valga una vez más. En un mundo masificado, hedonista y egoísta, el catolicismo político, fiel al Magisterio de la Iglesia, debe ser el elemento unitivo de las familias, los municipios, los Estados. Debe ser la levadura que fomente la vida del Reino de Cristo en la tierra.

la-voz-de-los-sin-voz Salomé: Donoso Cortés, que al principio de su vida política fue liberal, en una de sus cartas a Montalembert, le dice: “Mi conversión a los buenos principios se debe, en primer lugar, a la misericordia divina y después al estudio de las revoluciones”. Leamos y estudiemos más. Podemos empezar por las obras de Donoso Cortés. Sobre todo, por su “Ensayo sobre el liberalismo, el socialismo y el catolicismo”

Santiago: El católico debe “restaurar todas las cosas en Cristo” como decía san Pio X. El católico sale al mundo a ordenar todas las cosas según la doctrina social y política de la Iglesia; no es partidista, ni sectario. Su ideal es el bien común, no el interés partidista de los demócratas actuales.

Judit: No hay dignidad humana, ni derechos humanos, sin el expreso reconocimiento de que el hombre ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza. ¡Somos hijos de Dios! esa es nuestra dignidad.

Pablo: La persona humana “es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma”. Y, no precisamente por los méritos obtenidos por los hombres, sino sencillamente, porque Dios es amor.

Rut: El Señor nos mandó que nos amáramos los unos a los otros como El nos amó. El amor cristiano va mucho más allá que la solidaridad humana. Porque no busca solo el bien temporal del prójimo, sino que atiende, sobre todo, al bien sobrenatural de los hijos de Dios y hermanos nuestros.

Andrés: El amor cristiano, la caridad, es una virtud sobrenatural, infundida por Dios en el alma, que presupone la fe en Dios y en la Iglesia, fundada por Cristo. La solidaridad es el amor natural, es la caridad sin dimensión sobrenatural. La solidaridad es filantropía; la caridad es religión, amor de Dios y al prójimo por amor de Dios.

María: No es verada que el hombre es la medida de todas las cosas, como vocean los medio de comunicación demócratas. El hombre debe guiarse y regirse por la ley natural, grabada por Dios en nuestros corazones. Todas las cosas, y en primer lugar las personas, las naciones, deben regirse por la ley de Dios.

Mateo: Un católico, fiel al Magisterio de la Iglesia, no puede separar, en su vida privada y pública su apostolado en el orden natural y orden sobrenatural. Es la Ley divina la que debe gobernar el mundo, no las leyes democráticas por muy “humanas” que sean; el aborto, eutanasia…

Sara: La verdad es que hasta el más entendido puede confundirse con los términos laicidad y laicismo. Yo, para no confundirme, parto del principio fundamental, enseñado por la Iglesia, del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo: ¡Nada sin Dios! El principio de las otras ideologías es: todo sin Dios.

José: Nadie como los católicos deben trabajar para conseguir un mundo más humano. Ahí están las misiones, las órdenes religiosas, con un apostolado con los pobres más pobres de las grandes ciudades; Cáritas etc. Ahora bien, la labor fundamental del cristiano es trabajar y luchar por un mundo más cristiano. La Iglesia no es una ONG, como ha dicho su Santidad Francisco.

Magdalena: El llamado Estado de derecho, moderno y democrático está fundamentado en la fuerza de unos votos emitidos, en la mayoría de los casos, movidos por las pasiones desordenadas, el egoísmo y los intereses materiales. La razón y la fe han sido dejadas de lado en el mundo democrático.

                                                                                                                                               Magdalena, Presidenta