El mes de Junio, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, es el mes dedicado a meditar en el misterio del amor de Dios a nosotros.
Decía San Pablo en su meditación sobre este misterio: «Me amó y se entregó a la muerte por mí». Cada paso de la vida de Cristo, cada gesto suyo, cada palabra del Evangelio, cada mirada al Sagrario donde está Jesús Sacramentado, debe arrancamos la misma reflexión y la misma admiración ponderativa: «y todo esto por mí».
El amor de Dios que llega en el alma a esta subjetivación completa, a la identificación con la persona del Señor, es la consumación en la tierra del ideal cristiano, que es vivir a Cristo: «No vivo yo, sino es Cristo el que vive en mi».
Meditad a diario durante todo el mes la consagración al Sagrado Corazón para adquirir en esa oración un poco más de sabiduría y entendimiento de las maravillas que quiere realizar en mi alma el amor infinito y misericordioso de Dios, que se me manifestó sensible, corporal y humanamente en el Sagrado Corazón de Jesús.
A todos os he visto conmovidos por la gran nación Argentina, y sacudidos en lo íntimo de vuestro ser de hombres jóvenes, cristianos y españoles. Sin sabéroslo formular, estáis embarcados emotivamente al lado de los soldados argentinos que luchan contra la barbarie racionalizada de Gran Bretaña y de los Estados Unidos. Por encima de las circunstancias y del suceso inmediato de la guerra, debéis independizaros de las circunstancias presentes, para llegar, con la ayuda de Dios, a una comprensión más profunda de lo que sucede hoy en el mundo y de la marcha de la Historia que se dirige a la glorificación del Sagrado Corazón.
Primero.- La lucha que os conmueve es una parte del secular combate que han mantenido los pueblos católicos, capitaneados por España, contra la tiranía política y económica protestante. Lo significativo de lo que presenciáis es que, por primera vez después de Rocroy y las esporádicas aunque heroicas resistencias de Cuba y Filipinas en 1898, un pueblo católico e hispánico se levanta contra la prepotencia protestante y su política eslavista. Segundo.- La valentía de que han hecho manifestación espléndida los soldados y pilotos argentinos, muchos de ellos en la primera generación de españoles argentinos, es consecuencia de la superioridad en todos los órdenes de la civilización católica, sobre toda otra forma de concepción de la vida no católica. Por muy deteriorada y enferma que esté esa civilización católica. Fuera de la Iglesia católica no hay verdadera civilización: ni se sabe vivir ni se sabe morir, porque Dios está ausente de la vida. No es casualidad que frente a los soldados argentinos que lucían al cuello muchos de ellos escapularios y rosarios, los ingleses hayan alineado un gran contingente de tropas mercenarias, reclutadas en las zonas nórdicas de la India.
Tercero.- La hora que nos ha tocado vivir es la más dramática y decisiva de todos los tiempos, pues afecta por igual a toda la humanidad. Se trata de un absoluto SI o de un absoluto NO. Asistiréis al castigo de Inglaterra y de su prolongación en Norteamérica como ha sido castigada ya Europa en muchas de sus naciones apostatas. Y ese castigo será como en continuación de Alemania por obra del diabólico imperio de la Unión Soviética.
Sólo Inglaterra sería salvadora del mundo y de sí misma si fuera católica. ¿Será la visita del Papa, la última gracia que se le ofrece a Gran Bretaña? Con la conversión de Inglaterra y la simultánea conversión de Rusia, prometida en Fátima, se abriría la época de paz al mundo entero. Ese ha de ser tema confiado a nuestra plegaria apostólica, especialmente en el Rosario.
Cuarto.- Toda la América hispánica, sacudida en servidumbre masónica, se unirá en la profesión pública de la fe cristiana y en la restauración en todas aquellas naciones del orden cristiano. Occidente y Oriente corrompidos por el materialismo y las ideas anticristianas, volverán los ojos a aquellos pueblos admirables, que fueron despreciados, escarnecidos, explotados de la prepotencia protestante, pero que en lo profundo de su alma no han renegado de Jesús ni de la Virgen María. Es el Ecuador, la primera nación del mundo que se consagró al Sagrado Corazón de Jesús.
Quinto.- Donoso Cortés decía que estábamos presenciando un espectáculo nuevo en la Historia: que se va a la barbarie por las ideas y que se va a la civilización por las armas. Pues bien, debéis formaros día tras día y año tras año en la formación de las ideas que no llevan a la aniquilación de la concepción cristiana, sino a su reconstrucción desde sus fundamentos. Debéis, como los soldados de una justa causa (no importa el número, sino la entrega al ideal), estudiar, trabajar con vuestro entendimiento y vuestro corazón en adquirir plenamente y con todas las exigencias y consecuencias, la concepción cristiana de la vida, de la política, de lo social, de todas las formas de la cultura humana y de la Historia. Construir con la ayuda de Dios, esa doctrina católica de vuestro entendimiento y vuestro corazón, que es la que salva las almas, hace felices a los hombres y salva el mundo. Esa doctrina que nos indica la Virgen, cuando, señalando su reinado y el de su divino Hijo, nos enseña: «Al final mi Corazón Inmaculado triunfará».
Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 60, junio de 1982