Hay en el colegio de los jesuitas de Bilbao un cuadro muy hermoso de Juan de Juanes que representa a Jesús en la última cena. Tiene en su mano izquierda las insignias de la Pasión y en la mano derecha nos indica su Sagrado Corazón. Ese magnífico cuadro durante nuestra guerra fue profanado. Un miliciano comunista le dio un bayonetazo en los labios y otro en el pecho. Así ha quedado desde entonces y produce una impresión honda el contemplar la figura del Señor con las dos llagas abiertas en el lienzo: en el centro del pecho y en medio de la boca.
Al pensar en estos meses de vacaciones, me ha venido el recuerdo de este cuadro bilbaíno de Juan de Juanes, tratado sacrílegamente por nuestros pecados. Es posible que quien movido por el odio clavó su bayoneta en la imagen del Señor, no llegara a conocer toda la malicia que había en su gesto. Que el mismo Señor le haya alcanzado con su misericordia. Lo que sí es para nosotros un símbolo porque muchas veces, tal vez nuestros labios no han confesado intrépidamente a Jesucristo, nuestro Señor. Porque muchas veces tal vez, nuestro pecado ha sido no haber pagado la fidelidad debida al Señor Jesús, que me entregó sin reservas su corazón.
Muchos de vosotros habéis empleado las semanas de este verano en el apostolado del campamento, en la peregrinación a pie a Santiago; los menos en la ruta teresiana y en la ida a Santiago y Fátima; la mayor parte en unas vacaciones en la lejanía de la gran ciudad y en vuestros pueblos y lugares de origen. Pero todos a la vuelta hemos de reflexionar sobre lo que yo he hecho por Cristo este verano, y si el verano ha servido para acercarme más a Él.
Quiero daros la voz de alerta para que no nos perdamos en sueños e imaginaciones. Debemos caminar a través de un mundo que vive colectivamente en la gran apostasía que nos predijo el Señor. Y en medio de un mundo apóstata y post-cristiano, hemos de reparar por los que ofenden al Sagrado Corazón, adorarlo por los que odian y servirle por los que le persiguen. Hay millones de jóvenes lejos de la luz de Jesús. Un día volverán a Él, como hijos pródigos, si hay grupos de jóvenes que le sean obstinadamente fieles apóstoles por la oración de la juventud, dispuestos con sus palabras a dar testimonio público de que no hay salvación posible para los hombres y para las sociedades fuera de Jesús.
Las dos hermanas nuestras que han ingresado este verano en el Carmelo y la que ingresará el día de Santa Teresa, nos señalan el camino.
¡Labios rotos de Jesús y Corazón atravesado de Jesús! Danos a todos los que formamos nuestra asociación unos labios hechos para la súplica, la oración apostólica, y la enseñanza de la verdad; danos un corazón que sepa reparar, que sepa implorar el perdón para toda la juventud, que se llene de esperanza y anhelo, pidiéndole al cielo que se rompan los diques de la misericordia y llueva sobre la tierra el diluvio de gracia que ha de convertir a los hombres en el reinado prometido de los Sagrados Corazones de Jesús y de María.
Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 61, septiembre de 1982



