Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos mensuales: diciembre 2013

Seremos la voz de los no nacidos el 28 de diciembre

22 domingo Dic 2013

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Cartel Marcha de la Vida de Barcelona

Cartel Marcha de la Vida de Barcelona

Los Jóvenes de San José organizan una marcha de la vida en Barcelona el 28 de diciembre de este año. No podemos faltar a este evento, como indica JSJ «no podemos hacerlo solos, os necesitamos a vosotros, necesitamos vuestra ayuda y colaboración, para que una multitud de personas sea la voz de los no nacidos».

Enviale a tus amigos y conocidos una invitación, porque no podemos faltar, tenemos que esta allí gritando: VIVA LA VIDA.

Evento: Marcha de la Vida

Lugar: Plaza de la Catedral de Barcelona

Hora: 20:00

Catecismo Social de la Iglesia XLIV (44)

17 martes Dic 2013

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VIII. MATRIMONIO, DIVORCIO Y ABORTO

1 -¿Tiene algo que ver el liberalismo con el matrimonio?

-El liberalismo tiene que ver con toda la vida social. Al proclamar que la libertad es el valor exclusivo, por encima de la verdad y de la moral, ha desencajado toda la vida social. El liberalismo destruye la unidad conyugal, la autoridad educativa de los padres, o sea, pulveriza la familia. El liberalismo, con el sufragio universal y la disolución de las corporaciones, ha desencadenado la lucha de clases, los grandes males del capitalismo injusto. Y el liberalismo, con su rechazo de Dios, es la causa de la descristianización de la sociedad moderna, desde el ámbito de la política. Por tanto, acerca del matrimonio, el liberalismo ha desnaturalizado su esencia y su misión.

catecismo social2 -¿Qué enseña el liberalismo sobre el matrimonio?

-Ya lo recoge Pío IX en las proposiciones LXV y LXVI del «Syllabus», formuladas como sigue: «No se puede sufrir en manera alguna que se diga que Cristo haya elevado el matrimonio a la dignidad de sacramento », «el sacramento del matrimonio no es sino una cosa accesoria al contrato y separable de éste». Toda vía más, en el «Syllabus» se condenan estos otros errores: «El vínculo del matrimonio no es indisoluble por derecho natural, y en varios casos puede sancionarse por la autoridad civil el divorcio propiamente dicho» (Proposición LXVII). Asimismo: «Por virtud del contrato meramente civil puede tener lugar entre los cristianos el verdadero matrimonio; y es falso que o el

contrato de matrimonio entre los cristianos es siempre sacramento, o que el contrato es nulo si se excluye el sacramento» (Proposición LXXI). El liberalismo niega la sacramentalidad del matrimonio para los cristianos, así como la indisolubilidad del mismo.

3 -La indisolubilidad del matrimonio es cosa de la Iglesia, pero no pertenece a la Revelación.

-Totalmente falso. La indisolubilidad del matrimonio consta en la Revelación. El mismo Jesucristo lo recordó: «Por la dureza de vuestro corazón… pero al principio no fue así… por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre» (Gén. II, 18 y 24; Mt. V, 32 y XIX, 3-9; Mc. II, 12 y 10; Lc. XVI, 18; Romanos, VII, 2 y 3, y I Corintios, VII, 10 y 11). Jesús paladinamente explica a los judíos que «al principio» el matrimonio era indisoluble, por voluntad divina reflejada en el derecho natural. Pablo VI se ha hecho intérprete de esta verdad en la «Humanae vitae», cuando dice: «Ningún fiel querrá negar que corresponda al Magisterio de la Iglesia el interpretar también la ley moral natural. Es, en efecto, incontrovertible -como tantas veces han declarado nuestros predecesores- que Jesucristo, al comunicar a Pedro y a los Apóstoles su autoridad divina y al enviarlos a enseñar a todas las gentes sus Mandamientos, los constituía en custodios y en intérpretes auténticos de toda ley moral, es decir, no sólo de la ley evangélica, sino también de la natural, expresión de la voluntad de Dios, cuyo cumplimiento fiel es igualmente necesario para salvarse. En conformidad con esta misión, la Iglesia dio siempre, y con más amplitud en los tiempos recientes, una doctrina coherente tanto sobre la naturaleza del matrimonio … », Y el Derecho Canónico, en su canon 1.012, párrafo 2, enseña que «entre bautizados no puede haber contrato matrimonial válido que por el mismo hecho no sea sacramento».

4 -Esto era antes del Concilio, ya que las corrientes actuales son favorables y han evolucionado referente a la indisolubilidad del matrimonio.

-No hay tal cambio. La doctrina del matrimonio sacramental está espléndidamente iluminada por toda la tradición cristiana. Destacamos las grandes encíclicas «Arcanum divinae sapientiae», de León XIII, y la «Casti connubii», de Pío XI. Pero Juan XXIII reafirmaba en la «Pacem in terris»: «Por lo que toca a la familia, la cual se funda en el matrimonio libremente contraído, uno e indisoluble, es necesario considerarla como la semilla primera y natural de la sociedad humana… » (13). y en la «Gaudium et Spes», del Vaticano II, se puede leer: «Por su índole natural, la misma institución del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole, con las que se ciñen como con su corona propia. Así que el marido y la mujer, que por el pacto conyugal ya no son dos, sino una sola carne (Mt. XIX, 6) se ayudan y se sostienen mutuamente, adquieren conciencia de su unidad y la logran cada vez más plenamente por la íntima unión de sus personas y actividades. Esta íntima unión, como mutua entrega de dos personas, lo mismo que el bien de los hijos, exigen plena fidelidad conyugal y urgen su indisoluble unidad». (48).

Imitación de Cristo XLIX (49)

17 martes Dic 2013

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Capítulo 12

Declárase qué cosa sea paciencia y la lucha contra el apetito

El Alma.- 1. Señor Dios, según veo, la paciencia me es muy necesaria porque en esta vida acaecen muchas adversidades.
Pues de cualquiera suerte que ordenare mi paz, no puede estar mi vida sin batalla y sin dolor.

Jesucristo.- 2. Así es, hijo; pero no quiero que busques tal paz que carezca de tentaciones y no sienta contrariedades.
Antes, cuando fueres ejercitado en diversas tribulaciones y probado en muchas contrariedades, entonces piensa que has hallado la paz.
Si dijeres que no puedes padecer mucho, ¿cómo sufrirás el fuego del purgatorio?
De dos males, siempre se ha de escoger el menor.
Por eso, para que puedas escapar de los tormentos eternos, estudia sufrir con paciencia por Dios los males presentes.
¿Piensas tú que sufren poco o nada los hombres del mundo? Aun en los muy regalados hallarás que no es así.

La_pasion_de_cristo3. Pero dirás: tienen muchos deleites y siguen sus apetitos, y por esto sienten poco sus tribulaciones.

4. Demos que sea así, que tengan cuanto quisieren; dime: ¿cuánto les durará?
Mira que los muy ricos en el siglo «desfallecerán como humo» (Sal 36,20), y no habrá memoria de los gozos pasados.
Pero aun mientras viven no se huelgan en ellos sin amargura, congoja y miedo.
Porque de la misma cosa que reciben el deleite, de allí frecuentemente reciben la pena del dolor.
Justamente se procede con ellos, porque así como desordenadamente buscan y siguen los deleites, así los disfrutan con amargura y confusión.
¡Oh, cuán breves, cuán falsos, cuán desordenados y torpes son todos!
Mas por estar embriagados y ciegos no discurren, sino, como estúpidos animales, por un poco de deleite de la vida corruptible, caen en la muerte del alma.
Por eso, tú, hijo, «no sigas tus apetitos y apártate de tu voluntad» (Si 18,30).
«Deléitate en el Señor y te dará lo que le pidiere tu corazón» (Sal 36,4).

5. Porque si quieres tener verdadero gozo y ser consolado por mí abundantísimamente, mira que en el desprecio de todas las cosas del mundo y en cortar de ti todo deleite terreno estará tu bendición y se te dará copiosa consolación.
Y cuanto más te desviares de todo consuelo de las criaturas, tantas más suaves y poderosas consolaciones hallarás en mí. Mas al principio no las alcanzarás sin alguna pena, ni sin el trabajo de la pelea.
La costumbre te será contraria; pero la vencerás con otra costumbre mejor.
La carne resistirá; pero la refrenarás con el fervor del espíritu.
La serpiente antigua te instigará y exasperará; pero la ahuyentarás con la oración y, además, con el trabajo provechoso le cerrarás del todo la puerta.

Tratado de la verdadera devoción XLIX (49)

17 martes Dic 2013

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236. Tercera práctica. Es muy laudable, muy glorioso y muy útil a aquellos y aquellas que de esta manera se han hecho esclavos de Jesús en María, que lleven como señal de su esclavitud de amor, cadenillas de hierro bendecidas con una bendición propia que pondré después. Estas señales exteriores, en verdad no son esenciales, y una persona puede muy bien prescindir de ellas a pesar de haber abrazado esta devoción; sin embargo, no puedo menos de alabar grandemente a aquellos y aquellas que, después de haber sacudido las cadenas vergonzosas de la esclavitud del diablo, con que el pecado original y quizá los pecados actuales los hayan atado, se han sometido voluntariamente a la gloriosa esclavitud de Jesucristo y se glorían con San Pablo de estar encadenados por Jesucristo, con cadenas mil veces más gloriosas y preciosas, aunque de hierro y sin brillo, que todos los collares de oro de los emperadores.

coronaciondelavirgen237. Aunque en otro tiempo nada había más infame que la cruz; ahora este madero es lo más glorioso del cristianismo. Lo mismo decimos de los hierros de la esclavitud. Nada había entre los antiguos más ignominioso, ni lo hay ahora entre los paganos; pero entre los cristianos nada hay más ilustre que estas cadenas de Jesucristo, porque ellas nos desatan y preservan de las prisiones infames del pecado y del demonio; porque nos ponen en libertad y nos ligan a Jesús y María, no con violencia y por fuerza, como los presidiarios, sino como hijos por caridad y amor: Los atraeré a mí, dice el Señor por boca de un profeta, con cadenas de caridad (Os. 11,4). Estas cadenas, por consiguiente, son fuertes como la muerte (Cant. 8,6), y en algún modo más fuertes aún, en aquellos que sean fieles en llevar hasta la muerte estas señales gloriosas, pues aunque la muerte destruya el cuerpo reduciéndolo a podredumbre, no destruirá los lazos de esta esclavitud, que, por ser de hierro, no se corrompen fácilmente, y en la resurrección de los cuerpos, en el gran juicio del último día, estas cadenas que todavía rodearán sus huesos, constituirán parte de su gloria, y se convertirán en cadenas de luz y de gloria. ¡Dichosos, pues, mil veces los esclavos ilustres de Jesús en María, que llevan sus cadenas hasta el sepulcro!

238. He aquí las razones por las cuales se llevan estas cadenas:
Primera, para que el cristiano se acuerde de los votos y promesas del Bautismo, de la renovación perfecta que él hizo de ellos por esta devoción y de la estrecha obligación que tiene de permanecer fiel a ellos. Dado que el hombre, habituado a guiarse más bien por los sentidos que por la pura fe, se olvida fácilmente de sus obligaciones respecto de Dios, si no tiene alguna cosa exterior que se las traiga a la memoria, estas cadenillas sirven maravillosamente al cristiano para hacerle recordar las cadenas del pecado y de la esclavitud del demonio, de las cuales el santo Bautismo lo ha librado, y la dependencia que ha prometido a Jesús en el santo Bautismo y la ratificación que de ella ha hecho por la renovación de sus votos; y una de las razones porque tan pocos cristianos piensan en los votos del Bautismo y viven con tanto libertinaje como si nada hubieran prometido a Dios, cual si fueran paganos, es el que no llevan ninguna señal exterior que les haga recordar todo esto.

239. Segunda, para mostrar que no nos avergonzamos de la esclavitud y servidumbre de Jesucristo, y que renunciamos a la esclavitud funesta del mundo, del pecado y del demonio.
Tercera, para librarnos y preservarnos de las cadenas del pecado y del infierno. Porque es preciso que llevemos o las cadenas de la iniquidad, o las cadenas de la caridad y de la salud.

240. ¡Ah, carísimo hermano mío!, rompamos las cadenas de los pecados y de los pecadores, del mundo y de los mundanos, del diablo y de sus secuaces, y lancemos lejos de nosotros su funesto yugo (Ps. 2,3). Metamos los pies, por servirme de los términos del Espíritu Santo, en estos cepos gloriosos y el cuello en estos collares (Eccl. 6,24).
Sometamos nuestros hombros y llevemos la Sabiduría que es Jesucristo, y no nos causen fastidio sus cadenas. Notarás que el Espíritu Santo, antes de decir estas palabras, prepara para ello el alma, a fin de que no rechace su importante consejo. He aquí sus palabras: Escucha, hijo mío, y recibe un consejo de sabiduría y no rechaces mi consejo (Eccl. 6,23).

El infierno en las videntes de Fátima

17 martes Dic 2013

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el día 13 de julio, El Infierno, Infierno, la Virgen María

Y ya en este siglo XX, la Virgen María en su tercera aparición el día 13 de julio de 1917, muestra a las tres videntes de Fátima el infierno. Así lo relata Lucía:

VirgenDeFatima«Al decir estas últimas palabras abrió de nuevo las manos como los meses anteriores. El reflejo parecía penetrar en la tierra y vimos como un mar de fuego y sumergidos en este fuego los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, de forma humana, que fluctuaban en el incendio llevadas por las llamas que de ellas mismas salían juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todos lados, semejante a la caída de pavesas en grandes incendios, pero sin peso ni equilibrio, entre gritos y lamentos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. (Debía ser a la vista de eso que di un «ay» que dicen haber oído.) Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros tizones de brasa. Asustados y como pidiendo socorro levantamos la vista a Nuestra Señora, que nos dijo con bondad y tristeza:

-«Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz».

Jacinta, a partir de entonces, no tuvo otro pensamiento que el de convertir pecadores y preservar las almas del infierno. Ofrecía a Dios continuos sacrificios. Vivía apasionada por el ideal de convertir pecadores, a fin de arrebatarlos del suplicio del infierno, cuya pavorosa visión tanto le impresionó.

Alguna vez preguntaba a Lucía: «¿Por qué es que Nuestra Señora no muestra el infierno a los pecadores? Si lo viesen, ya no pecarían, para no ir allá. Has de decir a aquella Señora que muestre el infierno a toda aquella gente. Verás cómo se convierten. ¡Qué pena tengo de los pecadores! ¡Si yo pudiera mostrarles el infierno!»

De Jacinta son estas reflexiones:

«Los pecados que llevan más almas al infierno son los de la carne.

Han de venir unas modas que han de ofender mucho a Nuestro Señor.

Las personas que sirven a Dios no deben andar con la moda.

Los pecados del mundo son muy grandes.

Si los hombres supiesen lo que es la eternidad harían todo para cambiar de vida. Los hombres se pierden porque no piensan en la muerte de Nuestro Señor ni hacen penitencia».»

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