Todavía está el ambiente iluminado de la presencia del Papa en todos los rincones de la Patria, porque aunque era imposible que visitara uno a uno todos los pueblos y ciudades, la TV ha acercado su figura misionera a todos los españoles.
Se han publicado ya por diversas editoriales todos los discursos pronunciados durante los diez días de estancia entre nosotros. Esa palabra del Papa en España, ha de ser tema de meditación para nosotros durante este año.
No se trata, de considerar las palabras de un hombre superior o de un profesor eminente, sino de poner atención a lo que nos dice a los españoles de 1982 el Vicario de Jesucristo en la tierra.
Pero por encima de todo, quiero que os fijéis en las palabras que dirigió a la juventud, en la reunión memorable que tuvo con ella en el estadio Bernabeu. Enseña el Papa y pide el Papa a la juventud española que se entregue a una misión de generosidad y nobleza que llene de ideal su vida. Llama el Papa a los jóvenes a confesar valiente e intrépidamente la fe católica ante el mundo y que en esa profesión de fe encuentran la libertad interior para independizarse de la esclavitud contemporánea que se nos infiltra disfrazada de droga, diversión «alocada», «modernismo» mundano, evasiones, sexo, lecturas nocivas.
Y al mismo tiempo alimentarse de la Sagrada Comunión con toda la pasión juvenil, venciendo las dificultades, por invencibles que se presenten, y sentir la alegría de vivir, en los pliegues y el amor de la devoción a la Virgen María.
El Papa espera grandes cosas de nosotros, de la juventud española. Y es que una juventud eucarística, mariana, firme en su fe es capaz de volver a hacer de esta tierra de María una nueva forja de misioneros, santos recristianizadores de la sociedad que ha de volver a Cristo por los caminos que el Papa nos ha señalado.
Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 64, diciembre de 1982