Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos mensuales: enero 2014

Catecismo Social de la Iglesia XLVI (46)

29 miércoles Ene 2014

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7 -Pero, ¿cómo van a contraer matrimonio sacramental personas que no practican la religión?

-Que unos bautizados no practiquen la vida cristiana no justifica que acumulen más disparates sobre los que ya arrastran. Ni se pueden dar cauces legales para que esto se legalice. Es propio de mentes torpes  proclamar que hay que recoger en la vida jurídica lo que está en la calle y que hay que desdramatizar estas situaciones.

catecismo socialEn este caso también se podría legalizar los secuestros, los robos, los atracos, los crímenes, porque también están en la calle. Precisamente el sentido religioso que lleva a algunos, incluso por razones sociológicas, a pedir el matrimonio canónico, es un momento precioso para que recapaciten sobre verdades religiosas que tienen olvidadas. Es un puritanismo farisaico marginar a los que, por dejadez, ignorancia, u otros motivos, al encontrarse con la ocasión del matrimonio, son expulsados prácticamente de la Iglesia colocándolos en una situación de pecado público.

Ni se diga que estamos en una sociedad pluralista y que por tanto la legislación no debe conformarse con una determinada concepción de la vida. Es que el cristianismo no es «una concepción de la vida», sino que es la única manera válida de entender la vida. Es un auténtico maniqueísmo propugnar que la ley civil admita el divorcio, mientras que los que se sientan católicos no lo acepten. Es que la ley civil no tiene autoridad para formar matrimonios, porque el matrimonio civil no es válido.

Y es sencillamente escandaloso que se quiera dar una formalidad legal y respetable a lo que no pasa de concubinato, que ya lleva muchos siglos de existencia en la historia.

8 -Entonces, ¿qué debe hacerse con los que quieren contraer el matrimonio y no son practicantes?

-En la pastoral de la Iglesia hay todo un abanico de medios de apostolado. Desde la catequesis, las asociaciones juveniles, los Ejercicios Espirituales, las misiones populares, la predicación sagrada. Si se aventan estos medios, inmediatamente repercute en las familias y en todos los ambientes. Es como si a una persona sana y fuerte, para probar su vitalidad, se le inyectara un virus cancerígeno. Normalmente tendría que morir. Pero no se puede negar que el proyecto, en sí ya era criminal. Así ocurre en la sociedad cristiana cuando se queman todos los sistemas tradicionales de apostolado y se da rienda suelta a cualquier ideología, ateísmo, error. El resultado de esta calamidad es lo que ocasiona lo que algunos llaman «sociedad pluralista». Lo han prefabricado, y el resultado está a la vista.

Así han podido engañarse en que han pasado los tiempos de cristiandad y que hay que aceptar la realidad sociológica. Pero es fruto de la falta de fe de los pastores y de interés sobrenatural para el bien de los que han de contraer matrimonio. También ellos inyectan algo peor que virus malignos. Y el fracaso de estos falsos matrimonios y de víctimas inocentes en sus hijos hay que cargarlo en los que han provocado esta secularización premeditada y «científicamente» provocada.

Tratado de la verdadera devoción LII (52)

29 miércoles Ene 2014

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251. Y no sé como sucede esto y por qué, pero no por eso es menos cierto; no tengo mejor secreto para conocer si una persona es de Dios, que el examinar si le gusta rezar el Ave María y el Rosario. Y digo si le gusta, por cuanto puede suceder que una persona esté en incapacidad natural y aun sobrenatural de recitarlo, pero lo ama siempre y lo inspira a otros.

maria llena de gracia252. Almas predestinadas, esclavas de Jesús y de María, sabed que el Ave María es la más bella de todas las oraciones después del Padre nuestro; es el mejor parabien que podéis dar a María, porque es la salutación que el Altísimo le hizo por medio de un arcángel para ganar su corazón; y fue tan poderosa en Ella por los secretos encantos de que está llena, que María dio su consentimiento a la Encarnación del Verbo, a pesar de su profunda humildad. Por esta salutación ganaréis, pues, infaliblemente su corazón, si la decís como es menester.

253. El Ave María bien dicha, esto es, con atención, devoción y modestia, es, según los santos, el enemigo del demonio, y el que le pone en huida, y el martillo que le aplasta; es la santificación del alma, el gozo de los Angeles, la melodía de los predestinados, el cántico del Nuevo Testamento, el placer de María y la gloria de la Santísima Trinidad. El Ave María es un rocío celestial que fecundiza al alma, es un ósculo casto y amoroso que se da a María, es una rosa encarnada que se le presenta, es una perla preciosa que se le ofrece, es una copa de ambrosía y de néctar divino que se le da. Todas estas comparaciones están tomadas de los Santos Doctores.

254. Os suplico, pues, con empeño, por el amor que os tengo en Jesús y en María, que no os contentéis con rezar la Coronilla de la Santísima Virgen, sino también la Corona (de 5 Misterios), y aun el Rosario (de 15 Misterios) si tenéis tiempo todos los días, y bendeciréis a la hora de vuestra muerte el día y la hora en que me habéis creido, y después de haber sembrado en las bendiciones de Jesús y de María, cosecharéis las bendiciones eternas en el cielo.

255. Sexta práctica. Para agradecer a Dios las gracias que ha hecho a la Santísima Virgen, se dirá muchas veces el Magnificat, a imitación de la bienaventurada María de Oignies y de otros muchos Santos. Es la única oración, la única obra que la Santísima Virgen ha compuesto, o más bien, que Jesús compuso por Ella, por cuanto hablaba por su boca; es el mayor sacrificio de alabanza que Dios ha recibido de una pura criatura en la ley de gracia; es, por una parte, el más humilde y más reconocido, y por otra, el más sublime y más elevado de todos los cánticos; encierra misterios tan grandes y tan escondidos, que los Angeles los ignoran. Gerson, doctor tan piadoso como sabio, después de haber empleado una gran parte de su vida en componer tratados llenos de erudición y de piedad sobre las materias más difíciles, emprendió, temblando, hacia el fin de su vida, la explicación del Magnificat, a fin de coronar todas sus obras. Refiere en un volumen infolio que sobre él compuso muchas cosas admirables acerca de este hermoso y divino cántico. Entre otras, dice que la misma Santísima Virgen lo recitaba frecuentemente, y en particular después de la Sagrada Comunión, por vía de acción de gracias.
El sabio Benzonio refiere, explicando el Magnificat, muchos milagros obrados por su virtud, y dice que los demonios tiemblan y huyen cuando oyen estas palabras: Presionó con su brazo, dispersó a los soberbios con el ímpetu de su corazón (Lc. 1,51).

256. Séptima práctica. – Los siervos fieles de María deben despreciar, aborrecer y huir mucho del mundo corrompido, y servirse de las prácticas de desprecio del mundo que hemos consignado en la primera parte.

Imitación de Cristo LII (52)

29 miércoles Ene 2014

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Capítulo 15

Cómo se debe uno haber y decir
en todas las cosas que deseare

Jesucristo.- 1. Hijo, en cualquier cosa que quisieres, di así: Señor, si te agradare, hágase esto así.
Señor, si es honra tuya, hágase esto en tu nombre.
Señor, si vieres que me conviene y hallares serme provechoso, concédemelo para que use de ello a honra tuya.
Mas si conocieres que me sería dañoso y nada provechoso a la salvación
de mi alma, aparta de mí tal deseo.Jesuscross444
Porque no todo deseo procede del Espíritu Santo, aunque parezca justo y bueno al hombre. Dificultoso es juzgar con verdad si te incita buen espíritu o malo a desear esto o aquello, o si te mueve tu propio espíritu.
Muchos se hallan engañados al fin que al principio parecían movidos por buen espíritu.

2. Por eso siempre se debe desear y pedir con temor de Dios y humildad de corazón cualquier cosa apetecible que ocurriere al pensamiento y, sobre todo, con propia resignación, encomendarlo todo a mí, diciendo:
Señor, tú sabes lo que es mejor: haz esto o aquello, según te agradare.
Da lo que quieras, y cuanto quieras, y cuando quieras.
Haz conmigo como sabes, y como más te agradare y fuere mayor ho
nra tuya.
Ponme donde quieras y dispón de m
í libremente en todo.
En tus manos estoy; vuélveme y revuélveme a la redonda.

Ve aquí tu siervo dispuesto a todo, porque no deseo, Señor, vivir para mí, sino para ti. ¡Ojalá, que sea digna y perfectamente!

Oración

Para cumplir la voluntad de Dios

3. Concédeme, benignísimo Jesús, tu gracia, «para que esté conmigo, y obre conmigo» (Sab 9,10), y persevere conmigo hasta el fin.
Dame que desee y quiera siempre lo que te es más acepto y agradable a ti.
Tu voluntad sea la mía y mi voluntad siga siempre la tuya, y se conforme perfectamente con ella.
Tenga yo un querer y no querer contigo, y no pueda querer ni no querer sino lo que tú quieres y no quieres.
Dame que muera a todo lo que hay en el mundo, y que por ti desee ser despreciado y olvidado en este siglo.

Dame que, sobre todo lo deseado, descanse en ti y aquiete mi corazón en ti.

Tú eres la verdadera paz del corazón; tú el único descanso; fuera de ti, todas las cosas son molestas e inquietas.

«En» esta «paz», esto es, en ti, Sumo y Eterno Bien, «dormiré y descansaré» (Sal 4,9). Amén.

La invariable moral del orden político (1)

29 miércoles Ene 2014

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Conferencia pronunciada el 29 de abril de 1982 en el Club Siglo XXI de Madrid por Monseñor José Guerra Campos

 guerra camposEl Papa Juan Pablo II, hablando en los comienzos de este año a los Obispos de Milán y la Lombardía acerca del fomento de la cultura católica, afirmó: «Ninguna experiencia política, ninguna democracia puede sobrevivir si menosprecia la moralidad común de base… Ninguna ley escrita garantiza suficientemente la convivencia humana si no extrae su fuerza íntima de ese fundamento moral» (1).

Parece uno de esos postulados que suscribiría todo el mundo.

Pero hay quienes sostienen que es imposible ese fundamento moral común. En septiembre de 1981 hubo en la Universidad de Comillas de Madrid un Simposio sobre la enseñanza de la Etica en BUP y F(ormación) P(rofesional). Según una información de Prensa (2), «la mayoría de los ponentes coinciden en poner en tela de juicio el proyecto de ofrecer un código moral que estuviera racionalmente fundado». En consecuencia, una profesora afirmó que en una sociedad pluralista sólo es posible un «relativismo moral del sujeto». según ella, «la determinación de principios éticos universales ni es posible ni sirve gran cosa».

Es una afirmación muy decidida. ¡Estamos, acaso, ante la contradicción de dos «evidencias»! ¿Es posible, o no, una invariante moral en la vida humana y en el orden político?

No voy a hablar desde el nivel de mis oyentes, que no necesitan de mis palabras. Prefiero insertarme en la trayectoria de los agnósticos. Y para pensar honradamente, y tratar de entendernos con los que disienten, necesito yo empezar recordando, pasito a paso, algunos puntos de referencia. Lo necesito yo; aunque por ello la exposición pueda resentirse de un tono pedagógico: molestia que ustedes no se merecen. Les ruego que me disculpen.

I

1. La invariante moral, como exigencia de la dignidad y libertad de la persona. La pretensión del permisivismo

a) El hombre es persona por su relación al orden moral. No lo sería si sólo fuese un eslabón de la especie, o un epifenómeno del funcionamiento (azar‑necesidad) de la Naturaleza. Lo es si tiene destino propio. El orden moral supone la supremacía de la persona sobre los mecanismos, procesos, leyes…, en los que está inserta: su capacidad de orientar libremente su vida hacia valores y fines superiores. La libertad se realiza en esa ordenación u obediencia esencial. La superioridad de los valores y los fines implica, por tanto, la necesidad de elegir según direcciones adecuadas (el deber y la norma). Pensadores ateos recientes han vuelto a mostrar que una libertad sin normas presupone la negación de los valores, pues una «libertad pura» ‑valiosa solamente por sí misma ‑ no tiene sentido en nosotros: sólo seria posible si fuésemos Dios, y no lo somos. (Lo cual recuerda de paso que la afirmación de la persona equivale a la afirmación de Dios) (3). La libertad sin orden moral es negación de sí misma, es la peor esclavitud: es estar condenado a crearse «valores» cuya inconsistencia y falta de valor uno mismo conoce; es estar condenados a intentar construir algo con materiales que se nos disuelven en las manos; a que ningún movimiento lleve a ninguna meta.

La trascendencia de los valores y los fines ‑que es la que asegura la afirmación de la persona‑ confiere a las normas un carácter de universalidad. Por lo mismo hace que las multiformes voliciones o elecciones del vivir de cada uno hayan de referirse a unas invariantes. Si; la vida es movimiento continuo; pero incluso un sistema de relatividad de las coordenadas espaciales y temporales, como el de Einstein, se apoya en una invariante (4).

(Permítanme un inciso. Como la mención de la invariante o lo absoluto provoca a veces extrañas alergias, no estará demás recordar su verdadera significación. La invariante de Einstein afecta precisamente al movimiento (de la luz); no paraliza ese movimiento. Las invariantes del orden moral nada tienen que ver con lo que algunos ven de tenebroso en vocablos como «rigidez», «fanatismo», «intolerancia». Si tiene que ver con la fidelidad. La invariante no es lo «abstracto», antivital. Es lo más concreto y lo más conforme con la realidad del hombre. ¿Acaso sólo es vital la desintegración? ¿No es mas vida la integración de los bienes parciales en el Bien total? En un jardín puede haber normas convencionales limitadoras de la expansión vital de las plantas, como la de recortarlas según formas geométricas. ¿Pero no hay también condiciones esenciales para la vida de las plantas (tierra abonada, aire, sol, agua, y hasta la poda oportuna)? La invariante moral no es un bloque inmutable puesto al lado de la corriente de las mutaciones. No es sólo el cauce; es también el sentido y la fuerza interior de la corriente. La cuestión moral no es si hay variaciones. La cuestión moral es si las variaciones son la aplicación, el ejercicio (¡no la excepción!) del principio inmutable. Este, precisamente por Serlo y para seguir siéndolo, exige a veces las variaciones; es la invariante la que las legitima. El secreto a voces de la Moral auténtica está en evitar, tanto el fijismo como el oportunismo. Evita el fijismo un espíritu sinceramente orientado por la invariante moral que se plasma flexiblemente en cada situación. Evita el oportunismo el que practica las variaciones como reclamadas por la misma norma invariante, y no por arbitrarias conveniencias subjetivas. Ejemplo: El principio inmutable de que los bienes de la tierra son para los hombres, como personas, admite variadas aplicaciones en la organización de la propiedad y el usufructo. El principio inmutable del amor de los padres a sus hijos, que obliga siempre a querer el bien de estos: l) por un lado exige variaciones (unas veces se hace bien a los hijos accediendo complacientemente a lo que piden; otras, negándolo, incluso con dureza); 2) mas, en medio de esas variaciones, exige algo que es siempre lo mismo, y que aparece con toda nitidez en las formulaciones negativas del deber, por ejemplo, no quitarles la vida.

Antes de terminar este largo paréntesis, permítanme aún señalar la posición contradictoria de algunos, que hablan a la ligera de la relatividad total de las normas morales: ¿cómo pueden dudar de que hay invariantes en los deberes aquellos que están siempre gritando la más puntillosa igualdad en los derechos?

* * *

Sin duda, si hay invariante moral en la vida humana, el hombre la lleva consigo también en su dimensión política.

Ahora deseo hablar de la invariante moral propia del Orden Político como tal, es decir, la que cualifica aquellas decisiones de las que nacen las leyes, los actos de gobierno y del poder coercitivo y las sentencias judiciales; y la que cualifica a los sujetos ‑quienes quiera que sean‑ de tales decisiones. Por descontado, este círculo de decisiones no abarca directamente todo el campo de la vida y de la moralidad humana, ni siquiera lo más importante de ella. Pero sus radiaciones influyen en todo el campo. Y en el ámbito de su jurisdicción y responsabilidad tiene su moralidad específica.

Si esta moralidad específica comporta invariantes, ello significa que los que toman las decisiones del orden político (desde los electores hasta los gobernantes) podrán seguir como criterio inmediato las distintas expresiones de la voluntad de los ciudadanos; mas, en última instancia, se reconocen subordinados a ciertos fines y normas que son superiores a la voluntad de cada uno, a los pactos de muchos, y hasta a un pensamiento generalizado o casi unánime de la sociedad; y si en algún momento estas expresiones de la voluntad humana se apartaran de aquellos fines, la conciencia se sentiría obligada a imitar a los Apóstoles: «es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres» (5). La invariante moral del orden político acoge, según lo apuntado, innúmeras variaciones (preferencias mayoritarias cambiantes, transacciones, etc.). Pero es una invariante. Es más que un límite pactado, donde se tocan las ondas expansivas de centros puramente subjetivos, iguales entre sí. Es un foco superior, acatado como tal por el responsable de las decisiones políticas. Es una invariante que determina estas decisiones de modo muy concreto.

* * *

Lo concreto: este es el problema. Hay que reconocer una dificultad peculiar en fijar la invariante de unas decisiones que, por su naturaleza, siendo para todos, han de respetar también como valor moral la libertad de todos.

(Por desgracia, las desorientaciones de ahora provienen en gran parte, más que de esa dificultad peculiar del orden político, de una inseguridad radical respecto a toda la moralidad humana.)

En todo caso son muchos los que reconocen fácilmente la necesidad para la Política de una inspiración moral o ética (significan lo mismo la palabra latina y la griega). Pero, apelando a las «distintas concepciones» de la Moral, rehuyen toda invariante determinada. Lo «invariante», en el ámbito personal, se reduce a una estéril «sinceridad» o a un incoherente «imperativo categórico subjetivo»; en el ámbito social desaparece como valor absoluto, y tiende a ser la mera organización de las coexistencia de las subjetividades autónomas.

b) Por eso, en el mundo crece la tendencia a ordenar la sociedad política según la utopía del permisivismo. Que en unos es connatural aplicación de un pensamiento agnóstico o negador de la Moral. En otros quiere ser sólo un método para lograr la coexistencia pacífica de los discrepantes. La acción política, según todos, se limitaría a tutelar las libertades, prescindiendo de su relación a la Verdad y al Bien Moral (cuya apreciación deja íntegramente a los individuos y grupos sociales) y cuidando únicamente de evitar las colisiones violentas. Para ello, los límites del permisivismo no se fijan por relación a un valor moral trascendente, sino por relación a ondulantes «estados de opinión». Difícilmente se puede hablar de Bien Común, como misión positiva de la sociedad (que incluye la participación libre de sus miembros,más no es la simple negación de los mismos); y menos, de invariante moral. La «Moral» se reduce a su más superficial significación etimológica, de opinión vigente, costumbres extendidas…

c) Pero la cuestión sigue abierta; y cuanto más se acentúe la importancia del fenómeno de la pluralidad ideológica, más punzante, ¿Es legítima ‑o sencillamente factible‑ sin referencia a un absoluto moral la convivencia de los opinantes diversos? Mejor: ¿es factible aquella «unidad social» sin la que la sociedad sería incapaz de producir el bien humano para el que existe?

Parece, por experiencia, que el Permisivismo lleva a una dejación de funciones de la autoridad, con daño para muchos. Parece que incurre en permanentes contradicciones: forzando a unos a sufrir sin razón moral la imposición de opiniones de otros, que no comparten; suplantando el Absoluto moral con absolutos convencionales. ¿Se comprueba, pues, que un orden político para bien del hombre  es imposible sin la invariante moral?

d) Al comienzo de esta charla he citado dos respuestas recientes, opuestas entre sí. Es imposible: decía el Papa. Al contrario, imposible es la invariante moral: decían muchos de los participantes en el Simposio de Comillas. La profesora que proclamaba la imposibilidad y la inutilidad de principios éticos universales, argumentaba con este ejemplo: «pues del principio «No matarás» se pueden derivar consecuencias tan contradictorias como la oposición a la pena de muerte o la oposición al aborto».

Página para meditar nº 71

29 miércoles Ene 2014

Posted by manuelmartinezcano in Padre Alba, Uncategorized

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Vino el Papa

Se cumple por estas fechas un año de la visita del Padre Santo a España. Al despedirse, dijo así a todos los españoles:

“CON MI VIAJE HE QUERIDO DESPERTAR EN TODOS VOSOTROS EL RECUERDO DE VUESTRO PASADO CRISTIANO Y DE LOS GRANDES MOMENTOS DE VUESTRA HISTORIA RELIGIOSA. ESTA HISTORIA POR LA QUE A PESAR DE LAS INEVITABLES LAGUNAS HUMANAS LA IGLESIA OS DEBÍA UN TESTIMONIO DE GRATITUD.”

Estas palabras del Papa nos marcan una dirección segura para avanzar.

juan pablo IIPrimero, despertar porque estamos dormidos, abandonados a los sueños de otros conocimientos, otras suposiciones, otros estudios ligeros, otras valoraciones que no forman del contenido de nuestra historia religiosa, ni armonizan con ella. Segundo, estudiar seriamente. Debemos leer, estudiar e identificarnos ideológicamente con nuestros místicos, con nuestros santos, con nuestros pensadores y con todo lo que signifique tradición católica que es lo que constituye el alma de nuestra Patria. Tercero, amar con espíritu de apostolado, con ansias de darla a conocer, esa tradición española, que hizo a nuestra Patria, relicario de grandezas católicas, nación de eterna cruzada, sublime escuela de heroísmos.

Todo esto es lo que agradecen la Iglesia a España y lo que quiere la Iglesia para España. Tal vez nunca se había expresado un Sumo Pontífice tan rotunda y tan diáfanamente sobre la Iglesia y sobre España. Si avanzamos por ese camino como nos ha enseñado hasta el presente nuestra Asociación, vamos seguros porque es el camino que quiere Dios para los católicos y para los españoles de hoy. Oídos sordos a los políticos, pseudoideólogos, intelectualoideos o malos pastores que predican y propugnan otras singladuras.

Verdad y libertad

Estoy pensando en vosotros los que estáis físicamente lejos por razón de vuestros ministerios, estudios, vocación, servicio militar. Pero todos hemos de seguir formando la misma familia a la que nos llamó el Señor. Los miembros de una familia es extienden por todo el mundo, según la misión encomendada a cada uno de su miembros por el Señor. Pero todos se sienten identificados y unidos por los vínculos familiares que son los más fuertes que ha creado Dios para unirnos.

Mantener esa unidad de pensamiento, afecto y acción ha de ser distintivo de todos nosotros. Nos enseña san Agustín que “en las cosas necesarias ha de haber unidad, en las cosas dudosas ha de haber libertad y en todas las cosas ha de haber caridad.” Precisamente nuestro tiempo se caracteriza por un proceder absolutamente contrario a la norma que indica el Santo. En lo dogmático, en lo doctrinal, en la verdad católica, en la enseñanza de la Iglesia se practica las más descarada libertad. Los nombres de los aprendices de teólogos y de intelectuales o escritores con apariencias científicas estigmatizados por el Papa, se pueden señalar todos los días. Guardémonos de ellos. Por el contrario en las cosas dudosas, en lo opinable, en las teorías humanas o actitudes humanas, se exige la tiranía intelectual más desaforada y nos quieren obligar a todos a aceptar sus concepciones evolucionistas, a sus caprichos litúrgicos, a sus opiniones sobre la educación, a sus imposiciones políticas. Guardémonos en lo más íntimo de nosotros el tesoro de nuestra libertad. Por último sin caridad alguna por parte de los que blasonan de ella, somos tildados de anticuados, inmovilistas, nostálgicos, ultras, fanáticos. Procedamos siempre con caridad bien entendida, con todos, y al mismo tiempo acordémonos de las palabras del Señor: “Bienaventurados seréis cuando os persiguieren, os insultaren y dijeren todo mal contra vosotros por causa de mi Nombre, porque vuestro nombre está escrito en el cielo”

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 71, noviembre de 1983

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“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

"Odiad el mal los que amáis al Señor." Salmo 97, 10.

"Jamás cerraré mi boca ante una sociedad que rechaza el terrorismo y reclama el derecho de matar niños." Monseñor José Guerra Campos.

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