Vino el Papa

Se cumple por estas fechas un año de la visita del Padre Santo a España. Al despedirse, dijo así a todos los españoles:

“CON MI VIAJE HE QUERIDO DESPERTAR EN TODOS VOSOTROS EL RECUERDO DE VUESTRO PASADO CRISTIANO Y DE LOS GRANDES MOMENTOS DE VUESTRA HISTORIA RELIGIOSA. ESTA HISTORIA POR LA QUE A PESAR DE LAS INEVITABLES LAGUNAS HUMANAS LA IGLESIA OS DEBÍA UN TESTIMONIO DE GRATITUD.”

Estas palabras del Papa nos marcan una dirección segura para avanzar.

juan pablo IIPrimero, despertar porque estamos dormidos, abandonados a los sueños de otros conocimientos, otras suposiciones, otros estudios ligeros, otras valoraciones que no forman del contenido de nuestra historia religiosa, ni armonizan con ella. Segundo, estudiar seriamente. Debemos leer, estudiar e identificarnos ideológicamente con nuestros místicos, con nuestros santos, con nuestros pensadores y con todo lo que signifique tradición católica que es lo que constituye el alma de nuestra Patria. Tercero, amar con espíritu de apostolado, con ansias de darla a conocer, esa tradición española, que hizo a nuestra Patria, relicario de grandezas católicas, nación de eterna cruzada, sublime escuela de heroísmos.

Todo esto es lo que agradecen la Iglesia a España y lo que quiere la Iglesia para España. Tal vez nunca se había expresado un Sumo Pontífice tan rotunda y tan diáfanamente sobre la Iglesia y sobre España. Si avanzamos por ese camino como nos ha enseñado hasta el presente nuestra Asociación, vamos seguros porque es el camino que quiere Dios para los católicos y para los españoles de hoy. Oídos sordos a los políticos, pseudoideólogos, intelectualoideos o malos pastores que predican y propugnan otras singladuras.

Verdad y libertad

Estoy pensando en vosotros los que estáis físicamente lejos por razón de vuestros ministerios, estudios, vocación, servicio militar. Pero todos hemos de seguir formando la misma familia a la que nos llamó el Señor. Los miembros de una familia es extienden por todo el mundo, según la misión encomendada a cada uno de su miembros por el Señor. Pero todos se sienten identificados y unidos por los vínculos familiares que son los más fuertes que ha creado Dios para unirnos.

Mantener esa unidad de pensamiento, afecto y acción ha de ser distintivo de todos nosotros. Nos enseña san Agustín que “en las cosas necesarias ha de haber unidad, en las cosas dudosas ha de haber libertad y en todas las cosas ha de haber caridad.” Precisamente nuestro tiempo se caracteriza por un proceder absolutamente contrario a la norma que indica el Santo. En lo dogmático, en lo doctrinal, en la verdad católica, en la enseñanza de la Iglesia se practica las más descarada libertad. Los nombres de los aprendices de teólogos y de intelectuales o escritores con apariencias científicas estigmatizados por el Papa, se pueden señalar todos los días. Guardémonos de ellos. Por el contrario en las cosas dudosas, en lo opinable, en las teorías humanas o actitudes humanas, se exige la tiranía intelectual más desaforada y nos quieren obligar a todos a aceptar sus concepciones evolucionistas, a sus caprichos litúrgicos, a sus opiniones sobre la educación, a sus imposiciones políticas. Guardémonos en lo más íntimo de nosotros el tesoro de nuestra libertad. Por último sin caridad alguna por parte de los que blasonan de ella, somos tildados de anticuados, inmovilistas, nostálgicos, ultras, fanáticos. Procedamos siempre con caridad bien entendida, con todos, y al mismo tiempo acordémonos de las palabras del Señor: “Bienaventurados seréis cuando os persiguieren, os insultaren y dijeren todo mal contra vosotros por causa de mi Nombre, porque vuestro nombre está escrito en el cielo”

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 71, noviembre de 1983