251. Y no sé como sucede esto y por qué, pero no por eso es menos cierto; no tengo mejor secreto para conocer si una persona es de Dios, que el examinar si le gusta rezar el Ave María y el Rosario. Y digo si le gusta, por cuanto puede suceder que una persona esté en incapacidad natural y aun sobrenatural de recitarlo, pero lo ama siempre y lo inspira a otros.

maria llena de gracia252. Almas predestinadas, esclavas de Jesús y de María, sabed que el Ave María es la más bella de todas las oraciones después del Padre nuestro; es el mejor parabien que podéis dar a María, porque es la salutación que el Altísimo le hizo por medio de un arcángel para ganar su corazón; y fue tan poderosa en Ella por los secretos encantos de que está llena, que María dio su consentimiento a la Encarnación del Verbo, a pesar de su profunda humildad. Por esta salutación ganaréis, pues, infaliblemente su corazón, si la decís como es menester.

253. El Ave María bien dicha, esto es, con atención, devoción y modestia, es, según los santos, el enemigo del demonio, y el que le pone en huida, y el martillo que le aplasta; es la santificación del alma, el gozo de los Angeles, la melodía de los predestinados, el cántico del Nuevo Testamento, el placer de María y la gloria de la Santísima Trinidad. El Ave María es un rocío celestial que fecundiza al alma, es un ósculo casto y amoroso que se da a María, es una rosa encarnada que se le presenta, es una perla preciosa que se le ofrece, es una copa de ambrosía y de néctar divino que se le da. Todas estas comparaciones están tomadas de los Santos Doctores.

254. Os suplico, pues, con empeño, por el amor que os tengo en Jesús y en María, que no os contentéis con rezar la Coronilla de la Santísima Virgen, sino también la Corona (de 5 Misterios), y aun el Rosario (de 15 Misterios) si tenéis tiempo todos los días, y bendeciréis a la hora de vuestra muerte el día y la hora en que me habéis creido, y después de haber sembrado en las bendiciones de Jesús y de María, cosecharéis las bendiciones eternas en el cielo.

255. Sexta práctica. Para agradecer a Dios las gracias que ha hecho a la Santísima Virgen, se dirá muchas veces el Magnificat, a imitación de la bienaventurada María de Oignies y de otros muchos Santos. Es la única oración, la única obra que la Santísima Virgen ha compuesto, o más bien, que Jesús compuso por Ella, por cuanto hablaba por su boca; es el mayor sacrificio de alabanza que Dios ha recibido de una pura criatura en la ley de gracia; es, por una parte, el más humilde y más reconocido, y por otra, el más sublime y más elevado de todos los cánticos; encierra misterios tan grandes y tan escondidos, que los Angeles los ignoran. Gerson, doctor tan piadoso como sabio, después de haber empleado una gran parte de su vida en componer tratados llenos de erudición y de piedad sobre las materias más difíciles, emprendió, temblando, hacia el fin de su vida, la explicación del Magnificat, a fin de coronar todas sus obras. Refiere en un volumen infolio que sobre él compuso muchas cosas admirables acerca de este hermoso y divino cántico. Entre otras, dice que la misma Santísima Virgen lo recitaba frecuentemente, y en particular después de la Sagrada Comunión, por vía de acción de gracias.
El sabio Benzonio refiere, explicando el Magnificat, muchos milagros obrados por su virtud, y dice que los demonios tiemblan y huyen cuando oyen estas palabras: Presionó con su brazo, dispersó a los soberbios con el ímpetu de su corazón (Lc. 1,51).

256. Séptima práctica. – Los siervos fieles de María deben despreciar, aborrecer y huir mucho del mundo corrompido, y servirse de las prácticas de desprecio del mundo que hemos consignado en la primera parte.