Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos mensuales: enero 2014

La vocación explicada por Juan Pablo II, papa (2)

29 miércoles Ene 2014

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2. ¿CUÁNDO Y CÓMO LLAMA DIOS?

¡Cuántos jóvenes no poseen la verdad, y arrastran su existencia sin un «para qué»; cuántos, quizá después de vanas y extenuantes búsquedas, desilusionados y amargados se han abandonado, y se abandonan todavía en la desesperación!Juan Pablo II

¡Y cuántos han logrado encontrar la verdad después de angustiosos años llenos de interrogantes y experiencias tristes!

Pensad, por ejemplo, en el dramático itinerario de San Agustín, para llegar a la luz de la verdad y a la paz de la inocencia reconquistada.

¡Y qué suspiro lanzó cuando, finalmente, alcanzó la luz! Y exclama con nostalgia: «¡Qué tarde te amé!»

¡Pensad en la fatiga que tuvo que pasar el célebre Cardenal Newman para llegar, con la fuerza de la lógica, al catolicismo! ¡Qué larga y dolorosa agonía espiritual!

Es verdaderamente impresionante saber que poseemos la verdad (…).

El os ha elegido, de modo misterioso, pero real, para haceros con Él y como Él, salvadores; quiere transformaros en El (…).

Cristo os llama de verdad. Su llamada es exigente porque os invita a dejaros «pescar» por Él completamente, de modo que vuestra existencia se contemple bajo una luz diversa (…). Tratad de vivir sólo para Él.[i]

Hay un modo maravilloso de realizar el amor en la vida: se trata de la vocación de seguir a Cristo en el celibato libremente elegido o en la virginidad por mor del reino de los cielos. Pido a cada uno de vosotros que se interrogue seriamente sobre si Dios no lo llama hacia uno de estos caminos a todos los que sospechan tener esta posible vocación personal, les digo: rezad tenazmente para tener la claridad necesaria, pero luego dad un alegre sí.[ii]

En efecto, Dios ha pensado en nosotros desde la eternidad y nos ha amado como personas únicas e irrepetibles, llamándonos a cada uno por nuestro nombre, como el Buen Pastor que «a sus ovejas las llama a cada una por su nombre »[1] (9)[iii].


[1] Jn 10, 3.


[i] Roma (Italia), 13-X-1979.

[ii] Córdoba (Argentina), 8-IX-1985.

[iii] Cristifideles Laici, 58.

Gratitud de la Iglesia a Franco

29 miércoles Ene 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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La Iglesia, que no enjuicia una gestión política en lo que tenga de contingente y opinable, alaba a quien se inspira en los principios cristianos, se entrega con amor al servicio del pueblo y favorece su propia misión espiritual. Por todo ello sintió a Franco como muy suyo, al igual que -lo dije en otra ocasión-, sin entrar en controversias históricas, sigue teniendo por muy suyos a San Luis de Francia y al rey San Fernando de España.

FRANCO~1El cardenal arzobispo primado ha escrito: “Yo no entro a juzgar la obra de Franco desde el punto de vista político. No es mi misión. Para mí hay otros valores más altos, sin los cuales la política) a la larga, tiene siempre algo de obligada frustración. Valores que se llaman: paz, progreso ordenado, uso ponderado de la libertad, anhelo de justicia, trabajo creador y, por encima de todo, sentido religioso de la vida, que da a las empresas humanas, individuales o colectivas, la categoría suprema que ennoblece a los hombres. Creo que durante los años que hemos vivido bajo la dirección de Francisco Franco, este conjunto de valores ha brillado con fulgor suficiente en la vida nacional: como aspiración nobilísima, como logro alcanzado en grandes proporciones y como estímulo permanente para un perfeccionamiento progresivo y constante al cual ningún pueblo tiene derecho a renunciar”.

No es extraño que una obra así inspirada produjese tantos frutos en el orden de la prosperidad y la paz civil. A los que acaba de apuntar el texto del cardenal, añadamos: la liberación de los humildes, frente a la miseria, la inseguridad, la incultura, las coacciones del odio, la demagogia y los enfrentamientos partidistas; y bienes impagables, que se agigantan -como el valor del agua y del aire puro-cuando en gran parte se van perdiendo o están amenazados, por ejemplo: la libertad de salir de casa, de día o de noche, sin ser agredidos; la seguridad de no ser salpicados o embarrados por las oleadas de cieno o por el desbordamiento público -prácticamente impune-de la blasfemia, la difamación, la calumnia, los insultos más soeces; la tutela de la familia; la defensa de la vida, en especial de los más débiles e inocentes…

Estamos ante exigencias universales de un verdadero Humanismo cristiano. Hay modos y formas cambiantes en la gestión política; pero es necesario que en todos subsistan los valores fundamentales, que no pueden quedar a merced del oleaje de opiniones o de posturas agn6sticas o escépticas, y que los responsables de la sociedad han de tener la gallardía de profesar, tutelar y promover en el orden educativo: el reconocimiento de Dios, el fomento de un clima propicio a la fe y a la adoración; el reconocimiento, en medio de apreciaciones y preferencias variables, de los valores morales imguerra camposplícitos en la Ley de Dios, fuente y garantía de la dignidad y la esperanza del hombre; el sentido espiritual de la Patria; la moral familiar; la educación cristiana de la juventud…

Por desgracia, muchos de los que en política se autocalifican de cristianos no toman de la doctrina cristiana más que elementos parciales coincidentes con el liberalismo agnóstico, o se mueven en la órbita de la praxis marxista, y apenas cuidan en la vida pública los valores cristianos más substantivos. ¡“Humanismo cristiano”, sin Cristo!

¿No debemos gratitud a Franco por su ejemplo luminoso?

Monseñor José Guerra Campos

El Estado confesional católico

29 miércoles Ene 2014

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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En Hora Punta del n. 728 de Ave María, salía una pancarta portada por unos católicos en una manifestación de Francia que decía: «La República es laica ¡Francia católica!». Con motivo de la 50 Asamblea General de la Conferencia Episcopal Brasileña, el cardenal Odilo Pedro Sherer, arzobispo de Sao Paulo, ofreció una rueda de prensa a los periodistas. Entre otras cosas, declaró que el Estado brasileño es laico pero «nuestra sociedad es muy religiosa ». Trágica paradoja, que ocurre también en las 20 naciones hispanoamericanas y en todas las naciones europeas de raíces cristianas. Naciones muy religiosas, naciones que fueron muy católicas, incluso las que tienen hoy una inmensa mayoría de ciudadanos católicos, sometidos por Estados laicos, agnósticos y ateos. Lo lógico sería, es, que las naciones católicas fueran gobernadas por Estados católicos. Ninguna doctrina política garantiza el bien común de los pueblos y las naciones como la Doctrina social y política del Magisterio de la Iglesia católica, apostólica y romana.

La doctrina católica sobre la familia es insuperable. La doctrina social de la Iglesia es insuperable, la doctrina política de la Iglesia es insuperable, la doctrina económica de la Iglesia es insuperable, la doctrina laboral de la Iglesia es insuperable… No hay ninguna doctrina política y social que pueda compararse con la católica, ni el liberalismo, ni el marxismo, ni el nacionalsocialismo, ni el fascismo; ni esta democracia que está bestializando a las gentes fomentando vicios y pecados.

Hasta que los Estados modernos no acepten y apliquen la doctrina social y política de la Iglesia en sus leyes y costumbres, no habrá justicia en la tierra. El holocausto permanente del aborto se está realizando con votos de personas católicas. Esta aberración generalizada clama al cielo. El que fue obispo de Cuenca don José Guerra Campos se quejaba tristemente de que muchos católicos desconocen totalmente la doctrina política y social de la Iglesia. No se predica, no se difunde como debiera en publicaciones y medios de comunicación social. Los documentos del Magisterio pontificio en esta materia se venden en cualquier librería auténticamente católica; están al alcance de todos aquellos que quieran formarse una conciencia verdadera.

vaticano 2Hay quienes desprecian la Doctrina social y política de la Iglesia, invocando a su favor “la doctrina” del Concilio Vaticano II. No aportan ninguna razón y ningún documento vaticano, dogmatizan: «El Concilio Vaticano II habla de la libertad religiosa y no habla de la confesionalidad del Estado». Bien y, ¿qué? El Papa que clausuró el concilio Vaticano II, Pablo VI, dijo: «Las enseñanzas del Concilio no constituyen un sistema orgánico y completo de la doctrina católica. Ésta es más basta […] y el Concilio no la ha puesto en duda ni la ha modificado sustancialmente. Por el contrario, la ha confirmado, ilustrado […]. No debemos separar las enseñanzas del Concilio del patrimonio doctrinal de la Iglesia, sino más bien ver cómo se insertan en él».

Es cabalmente lo que hizo el santo, sabio y valiente obispo José Guerra Campos. En su trabajo «La confesionalidad católica del Estado», publicado por la Facultad Teológica del norte de España, monseñor Guerra dice:

«La doctrina de la Iglesia, reafirmada por el Concilio Vaticano II, incluye, además de la protección de la libertad civil o inmunidad de coacción en materia religiosa, unos deberes positivos religiosos que la sociedad civil, en cuanto tal, ha de cumplir. Se pueden resumir en dos grupos. Primero, en relación directa con el “orden espiritual”: a) dar culto a Dios; b) favorecer la vida religiosa de los ciudadanos; c) reconocer la presencia de Cristo en la historia y la misión de la Iglesia instituida por Cristo. Segundo: en relación directa con el orden temporal, inspirar la legislación y la acción de gobierno en la Ley de Dios propuesta por la Iglesia. Estos deberes, cuando una sociedad civil los reconoce como principios fundamentales de su vida pública, constituyen el núcleo esencial de la confesionalidad en su sentido pleno.

Los deberes en relación directa con el orden espiritual quedan reafirmados en la misma declaración sobre la libertad religiosa: “Como la libertad religiosa que los hombres exigen para el cumplimiento de su obligación de rendir culto a Dios se refiere a la inmunidad de coacción en la sociedad civil, deja íntegra la doctrina tradicional católica acerca del deber moral de los hombres y de las sociedades para con la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo” (DH 1). Esa doctrina tradicional, que, según declara el Concilio, subsiste íntegra sin mengua de la libertad religiosa, se ha formulado de modo reiterado y explícito en una serie de documentos de los Sumos Pontífices en los ciento veinticinco años anteriores al Concilio: por ejemplo, Gregario XVI (Mirari vos), Pío IX (Quanta cura, etc.), León XIII (Inmortale Dei, Libertas, Diuturnum illud), Pío XI (Urbi arcano, Quas Primas, etc.); Pío XII (innumerables alocuciones relacionadas particularmente con la inspiración cristiana de lo temporal). Y nótese que en estos documentos no se habla de cualquier ‘reconocimiento jurídico especial’; se habla de un deber moral del Estado, en nombre de la sociedad civil, de dar culto público a Dios y de reconocer la Religión de Cristo no solamente en cuanto lícita o útil en lo social, sino en cuanto verdadera».

Yo quiero que en mi patria se establezca el Reinado social de nuestro Señor Jesucristo, tal y como enseña el Magisterio social y político de la Iglesia. Quiero que Cristo reine en los corazones, en las familias, en las empresas, en las universidades, en los pueblos. Quiero para mi patria, la Hispanidad y el mundo entero el Estado confesional católico.

P. Manuel Martínez Cano, mCR

Verdad, bien y libertad

29 miércoles Ene 2014

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benedicto XVI, encíclica Veritatis Splendor, la libertad, libertad

El beato Juan Pablo II firmó su encíclica Veritatis Splendor el 6 de agosto de 1993. Léanla, amigos. En el número 84 del documento, el Papa dice: “La cultura contemporánea ha perdido en gran parte este vínculo esencial entre Verdad- Bien- Libertad y, por tanto, volver a conducir al hombre a redescubrirlo es hoy una de las exigencias propias de la misión de la Iglesia”. Su sucesor, Benedicto XVI, lo primero que hizo fue condenar el relativismo que corrompe y destruye las nociones de verdad, bien y libertad.

verdad y libertadLo que pretenden los bárbaros postmodernistas y relativistas, los de la contracultura pagana y anticristiana es, sencillamente, rebajar al hombre a mera materia, que se pueda manipular al gusto de los bárbaros más bestias. Cuarenta y cinco millones de niños y niñas inocentes se asesinan en la tierra cada año. Las democracias progresistas de los derechos humanos van a la cabeza de estos asesinos satánicos.

La libertad digna de una persona, es la libertad dirigida por la verdad para hacer el bien. Hay una ley natural, una moral natural y sobrenatural, grabada en la naturaleza humana que nos dice en la conciencia: haz el bien, evita el mal. Los diez mandamientos de la ley de Dios están grabados en la naturaleza humana.

No hay mal sin libertad, pero la libertad es para hacer el bien. ¿Cómo puede llamarse libertad el acto satánico de asesinar niños inocentes? El Papa nos dice que “los hombres se santifican obedeciendo a la verdad”. Y la Verdad es Cristo nuestro Dios y Señor. Y Cristo dijo que conoceremos la verdad y la verdad nos hará libres. Libertad de los hijos de Dios que siempre deben hacer el bien. Y no sólo los santos canonizados, son millones de católicos los que en nuestros días hacen el bien siempre.

Lo humano es buscar la verdad y vivir en la verdad, haciendo el bien. Es una obligación grave para los católicos y para todo el género humano. Vivir la libertad con responsabilidad haciendo siempre el bien y nunca el mal. No se puede hacer lo que a uno le da la real gana, lo que le pasa por las narices. No se pueden asesinar a los enfermos ni a los ancianos. Eso que llaman libertad absoluta no es más que la esclavitud de los bajos instintos, los vicios, los pecados.

Libertad para hacer el bien. Libertad para vivir santamente en la Tierra y ganarnos el Cielo. Vivamos el Evangelio valientemente como nos pide el Santo Padre Francisco. Gocemos del don de la libertad que nos hace semejantes a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

P. Manuel Martínez Cano, mCR

Tratado de la verdadera devoción LI (51)

23 jueves Ene 2014

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248. Como el tiempo no me permite detenerme aquí para explicar las excelencias y las grandezas del misterio de Jesús viviendo y reinando en María, o de la Encarnación del Verbo, me contentaré con decir en pocas palabras que éste es el primer misterio de Jesucristo, el más oculto, el más excelso y el menos conocido; que en este misterio es donde Jesús, de acuerdo con María, en el seno de Esta, que por lo mismo ha sido llamado por los santos la sala de los secretos de Dios, ha escogido a todos los elegidos; que en este misterio es donde El ha obrado todos los misterios que han sucedido a éste en su vida, por la aceptación que de ellos hizo: Jesús al entrar en el mundo, dice: He aquí que vengo, oh Dios, para cumplir tu voluntad (Hebr. 10,5,7); y, por consiguiente, que este misterio es un resumen de todos los misterios, que contiene la voluntad y la gracia de todos; en fin, que este misterio es el trono de la misericordia, de la liberalidad y de la gloria de Dios. santisima-virgen-mariaEl trono de su misericordia para nosotros, porque, como no podemos acercarnos a Jesús si no es por María, no podemos ver ni hablar a Jesús si no es por María. Jesús, que atiende siempre a su querida Madre, concede allí siempre su gracia y su misericordia a los pobres pecadores. Lleguémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia (Hebr. 4,16). Es el trono de la liberalidad para con María, porque mientras este nuevo Adán permanece en este verdadero paraíso terrenal, obra en él ocultamente tantas maravillas, que ni los hombres ni los ángeles alcanzan a comprenderlas; por eso los Santos llaman a María la magnificencia de Dios, como si Dios sólo fuera magnifico en María. Es el trono de la gloria para su Padre, porque en María Jesucristo aplacó perfectamente a su Padre irritado contra los hombres; en Ella reparó perfectamente la gloria que el pecado le había arrebatado, y por el sacrificio que en Ella hizo de su voluntad y de sí mismo, le dio más gloria, que jamás le habían dado todos los sacrificios de la ley antigua, y, finalmente, en ella le dio una gloria infinita, que jamás había recibido del hombre.

249. Quinta práctica. Se dirá con gran devoción el Ave María o la salutación angélica, cuyo precio, mérito, excelencia y necesidad, pocos cristianos, aun los más ilustrados, conocen. Ha sido preciso que la Santísima Virgen se haya aparecido muchas veces a grandes santos muy esclavos suyos para mostrarles tan gran mérito, como a Santo Domingo, San Juan de Capistrano o al Beato Alano de Rupe, los cuales han compuesto libros enteros de las maravillas y de la eficacia de esta oración, y han predicado públicamente que habiendo comenzado la salvación del mundo por el Ave María, la de cada uno en particular está unida a esa divina oración; que el Ave María es la que ha hecho venir sobre esta tierra seca y estéril el fruto de la vida, y que esta misma oración bien dicha es la que debe hacer germinar en nuestras almas la palabra de Dios y llevar el fruto de vida, Jesucristo; que el Ave María es un rocío celestial que riega la tierra, es decir, el alma, para hacerla producir su fruto a su tiempo, y que un alma que no está regada por esta oración no da fruto ni produce sino abrojos y espinas, y está próxima a ser maldecida.

250. He aquí lo que la Santísima Virgen reveló al Beato Alano, como lo consigna él en su libro De dignitate Rosarii: Sepas, hijo mío, y hazlo conocer a todos, que una señal próxima y probable de condenación eterna es tener aversión, flojedad, negligencia, en decir la salutación angélica. Ved cuán consoladoras y terribles son estas palabras, que no podrían creerse si por garantía de ellas no tuviésemos a este varón tan santo, y antes de él a Santo Domingo, y después a otros insignes varones, además de lo que nos dice la experiencia de muchos siglos, a saber: que siempre se ha notado que los que llevan la señal de la reprobación, cuales son los herejes, los impíos, los orgullosos y los mundanos, aborrecen y desprecian el Ave María y el Rosario.
Los herejes enseñan y aun recitan el Padre nuestro, pero no el Ave María ni el Rosario, al que tienen tal horror, que mejor llevarían sobre sí una serpiente, que un rosario; asimismo los orgullosos, aunque sean católicos, porque tienen las mismas inclinaciones que su padre Lucifer, no tienen sino menosprecio o indiferencia para con el Ave María, y consideran el Rosario como una devoción de mujercillas, que es buena solamente para los ignorantes y para los que no saben leer. Al contrario, se ha visto por experiencia que los que tienen grandes señales de predestinación aman y recitan con gozo el Ave María, y que cuanto más son de Dios, más aman esta oración. Esto mismo dijo la Santísima Virgen al bienaventurado Alano, a continuación de las palabras antes citadas.

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