Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos mensuales: febrero 2014

Catecismo Social de la Iglesia XLIX (49)

18 martes Feb 2014

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VIII. MATRIMONIO, DIVORCIO Y ABORTO

1 -¿ Tiene algo que ver el liberalismo con el matrimonio?

-El liberalismo tiene que ver con toda la vida social. Al proclamar que la libertad es el valor exclusivo, por encima de la verdad y de la moral, ha desencajado toda la vida social. El liberalismo destruye la unidad conyugal, la autoridad educativa de los padres, o sea, pulveriza la familia. El liberalismo, con el sufragio universal y la disolución de las corporaciones, ha desencadenado la lucha de clases, los grandes males del capitalismo injusto.

catecismo socialY el liberalismo, con su rechazo de Dios, es la causa de la descristianización de la sociedad moderna, desde el ámbito de la política. Por tanto, acerca del matrimonio, el liberalismo ha desnaturalizado su esencia y su misión.

2 -¿Qué enseña el liberalismo sobre el matrimonio?

-Ya lo recoge Pío IX en las proposiciones LXV y LXVI del «Syllabus», formuladas como sigue: «No se puede sufrir en manera alguna que se diga que Cristo haya elevado el matrimonio a la dignidad de sacramento», «el sacramento del matrimonio no es sino una cosa accesoria al contrato y separable de éste». Toda vía más, en el «Syllabus» se condenan estos otros errores:

«El vínculo del matrimonio no es indisoluble por derecho natural, y en varios casos puede sancionarse por la autoridad civil el divorcio propiamente dicho» (Proposición LXVII). Asimismo: «Por virtud del contrato meramente civil puede tener lugar entre los cristianos el verdadero matrimonio; y es falso que o el contrato de matrimonio entre los cristianos es siempre sacramento, o que el contrato es nulo si se excluye el sacramento» (Proposición LXXI). El liberalismo niega la sacramentalidad del matrimonio para los cristianos, así como la indisolubilidad del mismo.

3 -La indisolubilidad del matrimonio es cosa de la Iglesia, pero no pertenece a la Revelación.

-Totalmente falso. La indisolubilidad del matrimonio consta en la Revelación. El mismo Jesucristo lo recordó: «Por la dureza de vuestro corazón… pero al principio no fue así… por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre» (Gén. II, 18 y 24; Mt. V, 32 y XIX, 3-9; Mc. II, 12 y 10; Lc. XVI, 18; Romanos, VII, 2 y 3, y I Corintios, VII, 10 y 11). Jesús paladinamente explica a los judíos que «al principio» el matrimonio era indisoluble, por voluntad divina reflejada en el derecho natural.

Pablo VI se ha hecho intérprete de esta verdad en la «Humanae vitae», cuando dice: «Ningún fiel querrá negar que corresponda al Magisterio de la Iglesia el interpretar también la ley moral natural. Es, en efecto, incontrovertible -como tantas veces han declarado nuestros predecesores- que Jesucristo, al comunicar

a Pedro y a los Apóstoles su autoridad divina y al enviarlos a enseñar a todas las gentes sus Mandamientos, los constituía en custodios y en intérpretes auténticos de toda ley moral, es decir, no sólo de la ley evangélica, sino también de la natural, expresión de la voluntad de Dios, cuyo cumplimiento fiel es igualmente necesario para salvarse.

En conformidad con esta misión, la Iglesia dio siempre, y con más amplitud en los tiempos recientes, una doctrina coherente tanto sobre la naturaleza del matrimonio … », Y el Derecho Canónico, en su canon 1.012, párrafo 2, enseña que «entre bautizados no puede haber contrato matrimonial válido que por el mismo hecho no sea sacramento».

4 -Esto era antes del Concilio, ya que las corrientes actuales son favorables y han evolucionado referente a la indisolubilidad del matrimonio.

-No hay tal cambio. La doctrina del matrimonio sacramental está espléndidamente iluminada por toda la tradición cristiana. Destacamos las grandes encíclicas «Arcanum divinae sapientiae», de León XIII, y la «Casti connubii», de Pío XI. Pero Juan XXIII reafirmaba en la «Pacem in terris»: «Por lo que toca a la familia, la cual se funda en el matrimonio libremente contraído, uno e indisoluble, es necesario considerarla como la semilla primera y natural de la sociedad humana… » (13). y en la «Gaudium et Spes», del Vaticano II , se puede leer: «Por su índole natural, la misma institución del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole, con las que se ciñen como con su corona propia.

Así que el marido y la mujer, que por el pacto conyugal ya no son dos, sino una sola carne (Mt. XIX, 6) se ayudan y se sostienen mutuamente, adquieren conciencia de su unidad y la logran cada vez más plenamente por la íntima unión de sus personas y actividades. Esta íntima unión, como mutua entrega de dos personas, lo mismo que el bien de los hijos, exigen plena fidelidad conyugal y urgen su indisoluble unidad». (48).

Tratado de la verdadera devoción LV (55)

18 martes Feb 2014

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263. Pero cuán difícil es a pecadores como nosotros tener el permiso, la capacidad y la luz para entrar en un lugar tan alto y tan santo, que está guardado, no por un querubín, como el antiguo paraíso terrestre, sino por el mismo Espíritu Santo, que se hizo dueño absoluto de él, y que lo ha llamado Huerto cerrado (Cant. 4,12). María está cerrada; María está sellada; los desgraciados hijos de Adán y Eva, echados del paraíso terrestre, no pueden entrar en este paraíso sino por una gracia particular del Espíritu Santo de que deben hacerse merecedores.

virgen garabandal264. Después que se ha alcanzado por la fidelidad esta insigne gracia, es menester permanecer en el Corazón de María con complacencia, reposar en él en paz, apoyarse en él con confianza, esconderse en él para seguridad, y darse a él sin reserva, a fin de que en este virginal seno el alma sea bien alimentada con la leche de su gracia y de su misericordia maternal; se despoje de las turbaciones, temores y escrúpulos y se ponga en seguridad contra todos sus enemigos: el mundo, el demonio y el pecado que jamás han estado allí: por esto dice, que los que obran con ella no pecarán: Los que están conmigo no pecarán; es decir, aquellos que están en espíritu con la Santísima Virgen no pecarán: finalmente, para que ella se forme en Jesucristo y a Jesucrlsto en ella; porque su seno es, como dicen los Santos Padres, la sala de los sacramentos divinos en donde se han formado Jesucristo y todos los elegidos: El Hombre y el hombre en ella nacieron.

265. 4.º Por último, es necesario hacer todas nuestras acciones para María. Porque como estamos dedicados a su servicio, es justo que todo lo hagamos para Ella como un criado, un siervo o un esclavo; no que la tomemos como el último fin de nuestras acciones, que es sólo Jesucristo, sino por nuestro fin próximo, nuestro misterioso medio y manera segura para ir a él. Así como un buen siervo y esclavo, es necesario no permanecer ociosos, sino emprender y hacer grandes cosas para esta augusta Soberana, apoyados en su protección. Es necesario defender sus privilegios, cuando se los disputan; es necesario sostener su gloria, cuando se la ataca; llevar todo el mundo, si se puede, a su servicio y a esta sólida y verdadera devoción; hablar y escribir contra los que abusan de su devoción para ultrajar a su Hijo, y al propio tiempo establecer esta verdadera devoción; es necesario no pretender de ella, como recompensa de estos pequeños servicios, más que el honor de pertenecer a una tan amable Princesa y la felicidad de estar por Ella unidos a Jesús Hijo en el tiempo y en la eternidad.

¡Gloria a Jesús en María!
¡Gloria a María en Jesús!
¡Gloria a sólo Dios!

Imitación de Cristo LV (55)

18 martes Feb 2014

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Capítulo 18

Que las miserias temporales
se han de sufrir con igualdad de ánimo,
a ejemplo de Cristo

Jesucristo.- 1. Hijo, yo bajé del cielo por tu salvación; abracé tus miserias no por necesidad, sino por la caridad que me movía, para que aprendieses paciencia y sufrieses sin enojo las miserias temporales.
Porque desde la hora en que nací hasta la muerte en la cruz no me faltaron dolores que sufrir.
Tuve mucha falta de las cosas temporales; oí muchas veces grandes quejas de mí, sufrí benignamente denuestos y afrentas. Por los beneficios recibí ingratitudes; por los milagros, blasfemias: por la doctrina, reprensiones.

imitacion-de-cristoEl Alma.- 2. Señor, si tú fuiste paciente en tu vida, cumpliendo principalmente en esto el mandato de tu Padre, justo es que yo, pobrecillo pecador, sufra con paciencia según tu voluntad, y mientras tú quisieres lleve por mi salvación la carga de mi vida corruptible.
Pues aunque la vida presente se siente ser pesada, ya se ha hecho por tu gracia muy meritoria, y más tolerable y esclarecida para los flacos, por tu ejemplo y el de tus santos; y aun de mucho más consuelo de lo que fue en tiempo pasado bajo la Ley antigua, cuando estaba cerrada la puerta del cielo y el camino para ir a él parecía más obscuro, cuando eran tan pocos los que tenían cuidado de buscar el reino de los cielos; y aun los que entonces eran justos y se habían de salvar no podían entrar en el reino celestial hasta que llegase tu pasión y la satisfacción de tu sagrada muerte.

3. ¡Oh, cuántas gracias debo darte porque te dignaste demostrarme a mí y a todos los fieles el camino derecho y bueno de tu eterno reino!
Porque tu vida es nuestro camino, y por la santa paciencia vamos a ti, que eres nuestra corona.
Si tú no nos hubieras precedido y enseñado, ¿quién cuidaría de seguirte?
¡Ay! ¡Cuántos quedarían lejos y muy atrás si no mirasen tus heroicos ejemplos!
Si después de haber oído tantas maravillas y lecciones tuyas aún estamos tibios, ¿qué haríamos si no tuviésemos tanta luz para seguirte?

 

Quas Primas dePio XI, papa I (1)

18 martes Feb 2014

Posted by manuelmartinezcano in Magisterio, Uncategorized

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Magisterio Pontificio

“Quas primas” del Sumo Pontífice Pío XI sobre la fiesta de Cristo Rey

pio_xiEn la primera encíclica, que al comenzar nuestro Pontificado enviamos a todos los obispos del orbe católico, hemos analizado las causas que abruman angustiosamente a la humanidad actual. Y hemos hecho, además, dos claras afirmaciones: el mundo ha sufrido y sufre este diluvio de males porque la inmensa mayoría de la humanidad ha rechazado a Jesucristo y su santísima ley en la vida privada, en la vida de familia y en la vida pública del Estado; y es imposible toda esperanza segura de una paz internacional verdadera mientras los individuos y los Estados nieguen obstinadamente el reinado de nuestro Salvador. Por esto, advertimos entonces que la paz de Cristo hay que buscarla en el reino de Cristo, y prometimos además consagrar a esta labor todas nuestras fuerzas. Hemos dicho en el reino de Cristo, porque estábamos y estamos convencidos que el medio más eficaz para el restablecimiento y la consolidación de la paz es la restauración del reinado de Jesucristo. Motivo de clara esperanza de tiempos mejores fueron entre tanto para Nos ciertas tendencias que se observaban en los pueblos de retorno a Cristo y a su Iglesia, única causa de salvación; tendencias nuevas en algunos pueblos, y en otros fruto de un largo proceso, de las cuales podía deducirse que muchos

que hasta entonces habían estado como desterrados del reino del Redentor, por haber despreciado su autoridad, preparaban felizmente y aceleraban su retorno a la obediencia obligatoria.

Porque los acontecimientos solemnes del Año Santo, dignos todos de perpetuo recuerdo, ¿no han rendido un honor y gloria eternos al Fundador de la Iglesia, Señor y Rey Supremo? La Exposición Misional ha impresionado profundamente a todos los que la han visitado, demostrando el infatigable esfuerzo de la Iglesia por la dilatación creciente del reino de su Esposo por todos los continentes e islas -aun las de mares  más remotos-, el crecido número de regiones conquistadas para el catolicismo por la sangre y los sudores de valientes e invictos misioneros y las vastas regiones que todavía quedan por someter a la suave y salvadora soberanía de nuestro Rey. Además, todas las grandes multitudes que a lo largo del Año Santo han venido de todas partes a Roma dirigidas por sus obispos y sacerdotes, ¿qué otro propósito han tenido sino postrarse, con sus almas purificadas, ante el sepulcro de los apóstoles y proclamar en nuestra presencia que viven y vivirán sujetos a la soberanía de Jesucristo? Este reinado de nuestro Salvador ha resplandecido con nueva luz cuando Nos mismo, después de comprobar las extraordinarias virtudes de seis vírgenes y confesores, los hemos elevado al honor de los altares, ¡Qué gozo y qué consuelo tan grandes embargaron  nuestra alma cuando en el majestuoso templo de San Pedro, después de promulgados por Nos los decretos de canonización, una inmensa muchedumbre de fieles cantó como himno de acción de gracias el Tu, Rex gloriae, Christe! Porque mientras los hombres y los Estados alejados de Dios corren a la muerte impulsados por el odio y las guerras civiles, la Iglesia de Dios, proporcionando sin cesar a los hombres el alimento del espíritu, engendra y da luz a las nuevas generaciones de santos y de santas para Cristo, el cual no cesa de elevar hasta la eterna bienaventuranza del reino celestial a todos los que le obedecieron y sirvieron con plena fidelidad el reino de la tierra. Por último, al conmemorarse en este año jubilar el décimo sexto centenario del concilio de Nicea, ordenamos la celebración de esta ilustre fecha y Nos personalmente la conmemoraremos en la Basílica Vaticana, porque el sagrado concilio de Nicea definió y proclamó como dogma de fe católica la consubstancialidad del Hijo Unigénito con el Padre y afirmó además la real dignidad de Jesucristo al incluir en su Símbolo o fórmula de fe aquellas palabras: cuyo reino no tendrá fin.

Habiendo, pues, reunido este Año Santo un conjunto tan vari de motivos para destacar el reino de Jesucristo, juzgamos realizar un acto totalmente conforme a nuestro deber apostólico, si, atendiendo a las súplicas elevadas a Nos, individualmente y en común, por muchos cardenales, obispos y fieles católicos, clausuramos este año jubilar introduciendo en la sagrada liturgia una festividad especialmente dedicada a Nuestro Señor Jesucristo Rey. Este asunto es para Nos tan grato, que deseamos, venerables hermanos, deciros algo acerca de él; labor vuestra será acomodar después a la inteligencia del pueblo todo lo que vamos a deciros sobre el culto de Cristo Rey; de esta manera, la solemnidad que ahora se instituye producirá en adelante los más variados frutos.

La invariable moral del orden político III (3)

18 martes Feb 2014

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 II

 1. Sentido moral del orden político

 Del ejemplo que acabamos de analizar se induce una ley general: la necesidad de reafirmar, en su totalidad inescindible, el sentido mora! del régimen político.

guerra camposLa misión de este no se limita a garantizar el ejercicio de las libertades subjetivas sin violencia; sino que sirve positivamente a un Bien Común, el cual comprende, si, aquellas libertades, pero también los va!ores morales que orientan las libertades hacia la Verdad y el Bien (16). !Gaudium et spes, 74: («El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección») (17).

La vinculación esencial del orden político al orden moral equivale a la doctrina de que toda autoridad o poder legitimo viene de Dios (18). «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, (Mt. 22, 21). El César de ahora ‑que tiende a ser un Absoluto‑ es la soberanía de las libertades autónomas y la regulación de su «convivencia». Habrá que conceder a ese imperativo lo que sea imprescindible para salvaguardar el bien que en ello haya; mas no anulando lo que es de Dios: lo que es condición esencial de todo bien. La doctrina católica es como sigue:

«Los ciudadanos, además de intervenir de diversos modos en la designación de los titulares de la autoridad, conforman con sus opiniones numerosas leyes y actos de gobierno. Una gran parte de las decisiones operativas en la vida pública depende de la apreciación de circunstancias concretas y pueden determinarse de acuerdo con las preferencias legitimas de los ciudadanos. . En este campo de opciones contingentes y convencionales, el que rige a la comunidad podría limitarse, hasta cierto punto, a ser árbitro de unas «reglas de juego». El gobernante decide de acuerdo con los ciudadanos y los representa.»

«Pero hay valores y principios mora!es, para cuyo servicio y tutela la autoridad y la ley deben representar a Dios, por encima de las variables corrientes de opinión. El pluralismo de las opiniones sólo se justifica en el marco, y como aplicación multiforme, de unos mismos valores morales, implícitos en la Ley de Dios» (19). El gobernante tiene una responsabilidad moral propia, que no puede echar sobre el pueblo. No puede reducirse a «responder ante el pueblo». Es más que un «árbitro».

 

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