Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 12 febrero, 2014

Religión verdadera y religiones

12 miércoles Feb 2014

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

≈ Deja un comentario

cruzEs un hecho histórico indiscutible que el hombre es un “animal religioso”. En los pueblos prehistóricos encontramos indicios de religiosidad en los monumentos megalíticos, sepulturas, amuletos y objetos relacionados con Dios. Los hombres de los pueblos históricos reconocen su dependencia de un Ser Supremo y que existe otra vida después de la muerte. Distinguen entre el bien y el mal moral y tiene como obligatorios ritos y sacrificios a Dios. Esta obligación ha sido grabada por Dios en la conciencia de las personas. La religión es la aceptación racional y libre con que los hombres reconocemos nuestra dependencia de Dios. Tenemos la obligación de relacionarnos con Dios, relaciones de amor, de amistad, de ternura. Dar culto a Dios en público y en privado.

En los pueblos cultos es patente y constante la fe en Dios y el desarrollo de sus religiones. En oriente destaca el confucionismo (China); el budismo (India) el islamismo en varias naciones; el judaísmo en Israel, pueblo elegido por Dios. El hombre es animal religioso y sociable por naturaleza. Por tanto, la sociedad también es obra de Dios y, como tal tiene el deber de dar culto a Dios. Las sociedades civiles deben dar culto a Dios y promover la religión en sus naciones como lo más beneficioso para el bien común de la sociedad.

Entre los pueblos occidentales están las religiones de los griegos, romanos, galos, germanos, escandinavos, aztecas, incas etc.… Los pueblos no solo han dado culto a Dios sino que han sentido la necesidad de practicar su religión. Esta obligación ha sido grabada por Dios en la conciencia de las personas para que todas se salven y para que todas las naciones alcancen su fin social. Las religiones que se practican en el mundo son contradictorias entre sí en su doctrina, moral y culto. Como Dios no puede contradecirse, solo una religión puede ser la verdadera. Tenemos la obligación de reflexionar hasta encontrar la verdadera religión. La única religión que ofrezca garantías ciertas de su carácter divino y sobrenatural.

La filosofía y la historia demuestran que solo la religión cristiana es la verdadera religión. Por la trascendente personalidad de Jesucristo, su vida admirable, su doctrina sublime y la supervivencia de la Iglesia, a pesar de las persecuciones. Los milagros y las profecías son pruebas de la divinidad de la Iglesia Católica. La religión cristiana tiene un origen histórico (no es una mitología) y una tradición libre de errores y fraudes. Nuestros lectores y todos los humanos tenemos la obligación de buscar, indagar y reflexionar hasta encontrar la verdadera religión. La única religión que ofrezca garantías de su carácter divino y sobrenatural. Seguiremos, Dios mediante, con los milagros y las profecías.

                                                                                                         P. Manuel Martínez Cano, m.C.R.

La voz de los sin voz LI (51)

12 miércoles Feb 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ Deja un comentario

Juan: Para mí siempre será un misterio insondable que, a pesar de la corrupción de la casta política, que salta a algunos medios de comunicación, se siga votando a los partidos políticos de los cuales han salido tantos políticos corruptos.  A los mismos ciudadanos que manifiestan su asco de tanta corrupción, se les ve , llegadas las elecciones, votar a uno u otro de los partidos que han generado una corrupción moral y económica manifiesta.

la-voz-de-los-sin-vozSalomé: ciertamente, es extraño, porque, si a esa corrupción, le unimos la incompetencia democrática ante la crisis económica que sufrimos muchos españoles, cae por tierra su mito del bienestar económico para todos los ciudadanos. Evidentemente, es un bienestar general para los políticos, sus familiares y sus amigos.

Santiago: Pero no creáis, algo se está moviendo y lo constatan las encuestas del CIS, que señalan el rechazo de los españoles a los partidos políticos, a las autonomías y al propio régimen democrático. Verdaderamente es necesario un cambio radical de rumbo que abarque a todos los españoles.

Judit: No obstante, es triste constatar que hay una mano negra que los dirige todo. Porque tanto los partidos mayoritarios como el PP y el PSOE y los nacionalistas, se limitan a vivir del sistema democrático. El PSOE instituye leyes anticatólicas desde el aborto al mal llamado matrimonio homosexual, y el PP las consolida. Efectivamente, a la casta política solo le interesa vivir en sus privilegios.

Pablo: El llamado modelo democrático que se está imponiendo en distintas culturas es diametralmente contrario al humanismo católico. No se debe llamar “cultura de la muerte” a lo que es salvajismo. El asesinato de niños inocentes es un crimen abominable. No hay nada tan inhumano.

Rut: Y es que la fundamentación de una ética al margen de la ley de Dios, como hacen los parlamentos democráticos, iniciado en el Romanticismo y seguido por la Revolución Francesa terminan por fabricar una moral irreligiosa y anticristiana.

Andrés: La historia está ahí y nos dice que, frente al hombre medieval, dependiente en su vida privada y pública de Dios Creador y Legislador, el hombre democrático de nuestros días quiere y ordena su vida en una autonomía completa de la Ley de Dios. “Nada hay superior al hombre”, lo dice el hombre democrático.

María: Y esa actitud ante Dios ha llevado al hombre por una pendiente suave, tolerante y hedonista, hacia una completa bestialización. Entiéndame: no todos los hombres y las mujeres, sino aquellos que dejando de lado a Dios, se han hecho ídolos de sí mismos, narcisistas.

José: Con Maquiavelo la política se desconecta de la ética y se convierte en una disciplina técnica. Los demócratas actuales han llevado a la práctica las ideas antinaturales de Maquiavelo, creando una ambiente social favorable al desarrollo de la inmoralidad, la simulación y el sofisma.

Sara: Mi padre decía que eso que llamamos Estado es el producto de la fragmentación de la Cristiandad en la que el gobernante regía justamente la comunidad social, bajo la inspiración de Dios, transmitida por la Iglesia. El gobernante regía justamente la comunidad bajo la inspiración de Dios y Dios velaba por la armonía entre los hombres; y la Iglesia tenía un fin o misión mayor, la salvación de las almas.

Pedro: El relativismo imperante, al negar a Dios, renuncia a la Verdad y el Bien absolutos, descarta obligadamente la fijación de principios  ciertos que guíen el comportamiento individual y colectivo del ser humano. Así el poder político carece de Potestad y se dedica a la manipulación y dirigismo de las masas.

Magdalena,  presidenta

La invariable moral del orden político (2)

12 miércoles Feb 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ Deja un comentario

2. Lo que revela el ejemplo del abortismo

 guerra camposEste texto ‑tanto si es literalmente de la profesora como del informador‑ es revelación de un estado mental bien curioso. Quiero prescindir de comentar la incongruencia dialéctica que hay en llamar contradictorias a dos exigencias totalmente coincidentes (la de no matar al adulto y no matar al no nacido). Lo que resulta claro, a través de esa incongruencia, es que a la profesora o al informador le parece ética la exigencia de respeto a unas vidas, y no la del respeto a otras.

El ejemplo que se aduce ‑el aborto‑ es oportunísimo. Vamos a aprovecharlo, no para tratar de frente el asunto, sino como ejemplo ‑quizá el más revelador‑ que nos permite analizar brevemente una situación mental contemporánea y la estructura de todo el orden moral. Y, sobre todo, nos permite proceder de forma inductiva. Porque la réplica más frecuente ahora, cuando se toca un tema moral, es esta: eso lo dice usted desde su concepción, pero la mía… No. No voy a hablar deductivamente desde una concepción determinada del orden moral. Evidentemente, por su índole práctica, lo moral sólo puede vivirse desde una concepción determinada; pero para mostrar la necesidad de una concepción determinada, no hace falta partir de una concepción determinada. Para empezar, será mejor insertarnos en la hipótesis del pluralismo indeterminado, y desde una opinión cualquiera caminar sin imponerle a priori nada exterior a ella misma; exigiéndole una sola condición ineludible; que no se contradiga, que no juegue con trampas.

Tomemos, pues, la opinión que legitima el aborto: que ahora en muchas partes pugna por por adquirir vigencia social; que conforma ya un número creciente de legislaciones en el mundo; que pretende justificarse, no sólo por razones de tolerancia política de un mal, sino como un derecho, y, por tanto, no se contenta con leyes permisivas sino que reclama la cooperación social. Es un hecho espectacular. No interesa ahora atender a las diferencias entre los opinantes ‑en cuanto a los motivos justificantes, en cuanto a la amplitud y las limitaciones de la autorización legal. El núcleo central de ese hecho es clarísimo: para servir a determinados intereses de los adultos, se postula el derecho a disponer de la vida de una criatura humana incipiente, inocente, indefensa, confiada al cobijo insustituíble de quien la mata o deja matar.

No será inútil sacar a la luz los caracteres que configuran ese hecho, y ponerlos en fila esquemáticamente:

a) El eclipse de una intuición básica: que la sociedad, para no ser criminal, ha de defender a los más débiles e inocentes, aunque para ello hayan de sacrificarse muchos. Frente a ese eclipse recientemente el Magisterio de la Iglesia, en todo el mundo y de manera absolutamente unánime, ha reiterado que el aborto procurado es un «crimen abominable» (palabras de la Constitución «Gaudium et spes»); es con palabras de Juan Pablo II (6) «asesinato de una criatura inocente, y toda legislación favorable…, gravísima ofensa a los derechos primarios del hombre y al mandamiento divino de «No matarás»~.

(Siendo así, cabe anticipar una pregunta, que, proyectada sobre los criterios políticos vigentes en tantas partes del mundo, es bien inquietante: un orden político en que, por ejemplo, se tenga por normal hacer propaganda de eso, o que obligue a un Jefe de Estado a sancionar eso, ¿no estará, no sólo moralmente débil, sino moralmente corrompido?)

b) Pero no olvido que no he de juzgar todavía desde una concepción moral, sino dentro de la perspectiva de los partidarios del aborto. Pues bien, antes de juzgarlos, hay que decirles que practican una flagrante contradicción: el que justifica o permite el aborto pierde el derecho a recusar moralmente el terrorismo. Moralmente, esto es: como algo exigible ante la conciencia de los demás. El caso moral es el mismo; y si hay alguna atenuante, será, por comparación, en favor del terrorista. La imposibilidad de evitar la contradicción ¿no revela que estamos ante un absoluto moral, que no se puede dejar de afirmar incluso cuando se lo viola? Es la regla de oro de la tradición moral, recogida también en el Evangelio como fórmula «operativa» de la Ley del Amor: «No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a tí» (7).

c) El ejemplo muestra que el orden moral es indivisible. Juan Pablo II lo expresó así el 1 de octubre de 1979: «Atacar una vida que todavía no ha visto la luz en cualquier momento de su concepción es minar la totalidad del orden moral, auténtico guardián del bien humano» (7 bis). Querer justificarlo es subvertir los propios derechos; y hace dudar de que las altisonantes proclamaciones de la dignidad e inviolabilidad de la persona sean de índole moral, y no más bien cobertura de intereses egoístas: pues el no nacido, cuando no lo cubre el instinto amoroso, sólo está protegido si se estima su condición radical de persona; todavía no ha creado en torno intereses, ni afectivos ni económicos.

d) Se ve muy bien que el absoluto moral no es una vaguedad polivalente. Es concretísimo (se trata siempre de matar o no matar a una criatura individual) (8). Por eso, para la bondad moral no basta cualquier «buena voluntad» o «buena intención», si no busca el bien real y determinado, suprasubjetivo. No basta la veleidad de quien afirma «yo no quiero mal a nadie», pero reservándose plenamente la determinación de lo que se ha de hacer. Como si el «amor» nos independizase de las directrices, los preceptos, las direcciones marcadas. Bien claro está en la Carta de San Pablo a los Romanos que el que ama al prójimo ha cumplido la Ley: ¡pero no por anulación sino por cumplimiento de todos los mandatos del Decálogo! (9).

e) Aparece por lo mismo el error, frecuentísimo, de los que dicen que la universalidad de la norma se afirma a costa de !a persona concreta. ¡Es esa universalidad la tutela de la persona!: la que impide que una persona sea degradada a instrumento de otras. Quedan descalificados los falsos juegos de lo «existencial».

Es la evidencia expresada por Kant, según el cual la libertad de cada uno se revela precisamente en la ley moral que se impone por si misma de modo incondicional, y de la que es ley fundamental esta: «Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre, al mismo tiempo, como principio de una legislación universal» (10). (Pretender que la ley no sea universal, pero que proteja al interesado, es parasitismo) (11).

f) Lo característico, en la situación reflejada por el ejemplo, no es el hecho de las violaciones de la integridad de los no nacidos. En mayor o menor número las ha habido siempre. Pero ahora se busca el aprecio social, el prestigio, para ellas. Los que vemos la desfachatez con que se montan campañas de exaltación de los abortistas, evocamos el tremendo dictamen de San Pablo, quien después de pintar el cuadro de las depravaciones de su tiempo, añade: «Y no sólo las hacen, sino que aplauden a quienes las hacen» (Rom. 1, 29‑32).

g) El modo como se aboga por el aborto es síntoma de anemia moral. Aunque a veces los propagandistas y los gobernantes se excusan (en este como en otros casos de permisivismo) apelando a casos‑límite o a la liberación de situaciones angustiosas, de hecho se crean situaciones que favorecen y estimulan las formas menos confesables de egoísmo. Las campañas pro aborto invocan la mera emancipación irresponsable. (No hace mucho leimos el testimonio de una pareja joven, enamorada, «feliz» y sin problemas, que obtuvo de los servicios estatales de Lyon la reducción de su primer hijo a una masa sanguinolenta, ¡sólo porque el momento en que iba a nacer perturbaba su plan de vacaciones en España!) (12).

(Hasta ahora, sólo con abrir las entrañas del abortismo, han quedado patentes: el desprecio monstruoso de los más débiles (a) la imposibilidad lógica de condenar el terrorismo (b), el socavamiento de todo el orden moral y de los propios derechos (c), la imposibilidad de ser honrado sin someterse a norma universal (d), la manipulación de las personas y el parasitismo (e), el aplauso a las depravaciones (f), el fomento del egoísmo más inconfesable (g).)

h) ¿Reacción de muchos fautores del aborto ante tal reventón de tejido canceroso? Se resisten a reconocerlo, aunque no puedan anular su evidencia. ¿Cómo?

En un primer momento, cerrando los ojos. Protestando contra el cirujano que saja el tumor. Les irrita incluso que esas cosas se planteen como cuestión moral y se relacionen con un orden moral absoluto. Hablan de exageración.

Pero tampoco aceptan ser excluidos del orden moral. ¡Y cómo evitar la contradicción sangrante! Postulando un «orden moral» que no incluya esas exigencias. (Como si dijéramos: implantando un libro de Patología que no incluya como enfermedad ni la sífilis ni el cáncer.) ¿Y cómo se realiza esa operación? La profesora, ya citada, del Simposio comillense daba una pista cuando, a falta de norma moral absoluta, abogaba por la racionalidad «intersubjetiva» o «dialógica», aunque no alcance el consenso total. Para tener socialmente una base, sin salir del subjetivismo, algunos políticos o intelectuales agnósticos acuden a un «consenso» o «apariencia de consenso» en el sentido que interese. Para sentirse seguros, basta contar, por ejemplo, con que unos cuantos órganos de opinión repitan impávidos que la humanidad civilizada ve muy mal el terrorismo, pero estima como un derecho el aborto (y sólo se oponen algunos recalcitrantes, reaccionarios o al servicio de turbios intereses); que digan que este tema no es de orden moral, sino un «opinabile politicum», y por eso el Papa y los Obispos no deben intervenir…

Excluida la referencia trascendente, se trata de una moral convencional, artificiosa; de un estado de «opinión» más o menos extendido. Y, para ensanchar la apariencia de solidez, entran en juego automáticamente: el acoso a los que siguen proclamando la evidencia de que la vida humana necesita fundamento más real (y no pudiendo acallarlos moralmente, es decir, en conciencia, se intenta amordazarlos con la bruta presión externa); el falseamiento constante, incluso del dato social, con propagandas engañosas, con representatividades ficticias.

Sin embargo, el tejido canceroso de las contradicciones y las inconsistencias no cambia por ello. Aunque se consiguiera que una gran parte de la sociedad consintiera momentáneamente en lo que se le repite, no se lograría una base moral sin contradicciones. Agrietada la base, se busca refugio en una moral parcializada: una moral que no lleva a los hombres a ser buenos según la total exigencia de la Verdad y el Bien, sino en relación con ciertas conveniencias subjetivas; una moral que es «buena» sólo en cuanto favorece a un determinado régimen convencional de convivencia. A esta Moral, y por estas razones, Santo Tomás de Aquino, con total imparcialidad técnica, la compara a la que vige en una sociedad o partida de bandoleros (13). Moral que funciona en ese acotado, pero está arbitrariamente parcializada. ¿Que sólo eso es posible? Bien; mas eso es radicalmente incapaz de fundar la comunidad del orden político a la medida de la dignidad del hombre. Los bandoleros se pondrán de acuerdo en que les es lícito para sus fines disponer de la vida y hacienda de otros hombres; pero no podrán repudiar en el orden moral que otros hombres ‑incluso miembros de la partida‑ piensen por la misma razón que les es lícito disponer de la vida y el botín de los bandoleros.

i) Lo que antecede pone al desnudo un preocupante fenómeno de ceguera. (Al defender la vida del que va a nacer ‑‑ha dicho el Papa‑‑ «defendemos las conciencias humanas… para que llamen bien al bien y mal al mal, para que vivan en la verdad») (14).

j) Y si hay ceguera en punto tan simple y evidente, relacionado con la Justicia, cabe sospechar que también se dé en otras áreas delicadísimas, tratadas con tanta despreocupación (15). Pensando en la proyección social de la ceguera, parece resonar la voz de Jesús ante los fariseos: «si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en la hoya» (Mt. 15, 14).

Catecismo social de la Iglesia XLVIII (48)

12 miércoles Feb 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ 1 comentario

14 -¿Otros Papas han hablado en términos semejantes?

-Los Papas siempre han predicado la verdad. Y, por tanto, han debido de recordar continuamente lo que San Pablo llama «apostasía universal». Y la historia camina hacia la presencia del Anticristo, en el que «el diablo le insufla su malicia de un modo eminente muy superior que a la de cualquier hombre», como enseña Santo Tomás. Ese Anticristo, concentración de toda la maldad orgullosa y rebelde contra Dios, el «hijo de la perdición» (II Tes. 2,3), busca esta tiranía que privará de toda libertad a los que le siguen y llevará a la condenación eterna a muchos. Benedicto XV, en «Bonum sane», dibuja así este panorama: «En los deseos y la expectativa de cualquier desvergonzado se presenta como inminente la aparición de cierta República Universal de los hombres y la común posesión de bienes, y en la cual no habría diferencia alguna de nacionalidades ni se acataría la autoridad de los padres sobre los hijos, ni la del poder público sobre los ciudadanos, ni la de Dios sobre los hombres unidos en sociedad.

Padre Alba, Padre Piulachs y Mossèn Ricart

Padre Alba, Padre Piulachs y Mossèn Ricart

Si esto se llevara a cabo no podría menos de haber una secuela de horrores espantosos; hoy día ya existe esto en una

no exigua parte de Europa que los experimenta y siente. Ya vemos que se pretende producir esa misma situación en los demás pueblos; y que, por eso, ya existen aquí y allá grandes turbas revolucionarias porque las excitan el furor y la audacia de unos pocos» (25-VII- 1920).

15 -Así pues, ¿cuál es la alternativa social?

-No lo es el binomio capitalismo-comunismo. El capitalismo, engendrado por el liberalismo de la Revolución Francesa, ha sido un atajo hacia la descristianización de la sociedad, lo que ha dado paso al comunismo. Para un católico, ni el capitalismo liberal ni el comunismo son caminos. Ninguno de ellos es compatible con la civilización católica. Y, como dice San Pío X en «Notre charge apostolique», «no se edificará la ciudad de modo distinto de cómo Dios la ha edificado, no se edificará la sociedad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la ciudad nueva para edificar en las nubes.

Ha existido y existe, es la civilización cristiana, es la ciudad católica». Y Juan XXIII, en la «Mater et Magistra», denuncia: «El aspecto más siniestramente típico de la época moderna se encuentra en la tentativa absurda de querer edificar un orden temporal sólido y fecundo fuera de Dios, único fundamento sobre el cual puede existir y querer proclamar la grandeza del hombre cortándolo de la fuente de la que brota esta grandeza y en la que se alimenta.» Y la actitud pastoral del Vaticano II, expresamente fue señalada por Pablo VI, en su clausura, el 7 de diciembre de 1965, como «determinada por las distancias y las rupturas ocurridas en los pasados siglos, en el siglo último, y en éste, particularmente entre la Iglesia y la civilización profana».

Todo el magisterio pontificio es concorde en fijar el liberalismo como causa de la separación de los hombres y de la sociedad, de su destino eterno y de su actuación pública. Los católicos no pueden caer en las mentiras liberales, ni en las soluciones falsas de las reacciones paganas, ni mucho me nos en el marxismo. La luz sólo se encuentra en la fidelidad al Evangelio, a la vida cristiana y a la iluminación de la sociedad con la ley natural, y la experiencia histórica de los siglos cristianos. Entonces, hay que apuntar a lo que León XIII nos dice en la «Inmortale Dei»: «Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba a los Estados… Organizada de, este modo la sociedad, produjo un bienestar muy superior a toda imaginación». Lo que no tiene nada que ver ni con el liberalismo, ni con la democracia cristiana, ni con el indiferentismo ante la política. La verdadera santidad empuja en la dinámica del Reino de Cristo, incompatible con las esclavitudes del supercapitalismo y del comunismo.

Tratado de la verdadera devoción LIV (54)

12 miércoles Feb 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ 1 comentario

260. 2.º Es necesario hacer todas nuestras obras con María; es decir: que debemos en nuestras acciones mirar a María como modelo acabado de toda virtud y perfección que el Espíritu Santo ha formado en una pura criatura, para que lo imitemos, según nuestra capacidad. Es menester, pues, que en cada acción miremos como María la ha hecho o la haría si estuviese en nuestro lugar. Para esto debemos examinar y meditar las grandes virtudes que Ella practicó durante su vida, particularmente: primero, su fe viva, por la cual creyó sin titubear la palabra del ángel, y creyó fiel y constantemente hasta el pie de la cruz; segundo, su humildad profunda, que la ha hecho ocultarse, callarse, someterse a todo y colocarse siempre la última; tercero, su pureza toda divina, que no ha tenido ni tendrá jamás igual bajo el cielo, y, en fin, todas sus demás virtudes.
V.María por EspañaAcordémonos, diré una vez más, que María es el grande y único molde de Dios, propio para hacer imágenes vivas de Dios, con pocos gastos y en poco tiempo; y que el alma que ha hallado este molde y se pierde en él, muy pronto se transforma en Jesucristo, a quien este molde representa al natural.

261. 3.º Es menester practicar estas acciones en María.
Para comprender bien esta práctica, es menester saber: 1.º que la Santísima Virgen es el verdadero paraíso terrenal del nuevo Adán, del cual el antiguo paraíso terrestre era sólo figura. Hay, pues, en este paraíso terrenal riquezas, bellezas, singularidades y dulzuras inexplicables que el nuevo Adán, Jesucristo, dejó en él. En este paraíso tuvo El sus complacencias durante nueve meses, obró sus maravillas y ostentó sus riquezas con la magnificiencia de Dios.
Este santísimo lugar no está compuesto sino de tierra virgen e inmaculada, de que fue formado el nuevo Adán por la operación del Espíritu Santo que habita en él. En este paraíso terrestre es donde verdaderamente está el árbol de la vida, que produjo a Jesucristo, fruto de la vida; el árbol de la ciencia del bien y del mal que ha dado la luz al mundo.
Hay en este lugar divino árboles plantados por la mano de Dios y rociados con su divina gracia, que han producido y todos los días dan frutos de un sabor exquisito; hay jardines esmaltados de hermosas y diferentes flores de virtudes, cuyo olor embalsama el cielo. Hay praderas verdes de esperanza, torres inexpugnables de fortaleza, moradas encantadoras de confianza. Solamente el Espíritu Santo puede hacer conocer la verdad escondida bajo las figuras de las cosas materiales. Hay aire de perfecta pureza; hermoso sol sin sombra, bello día sin noche; un horno ardiente y continuo de caridad, en que todo hierro que en él se pone se funde y cambia en oro; hay un río de humildad que sale de la tierra, y que, dividiéndose en cuatro brazos, riega todo este sitio encantador: estas son las cuatro virtudes cardinales.

262. El Espíritu Santo, por boca de los Santos Padres, llama también a la Santísima Virgen: Primero, la puerta oriental por la cual el gran sacerdote Jesucristo entró en el mundo; por ella entró la primera vez y por ella vendrá la segunda. Segundo, es menester también saber que la Santísima Virgen es el santuario de la Divinidad, el reclinatorio de la Santísima Trinidad, el trono de Dios, la ciudad de Dios, el altar de Dios, el templo de Dios, el mundo de Dios. Todos estos diferentes epítetos y alabanzas son muy verdaderos por su relación con las diferentes maravillas que el Altísimo ha obrado en María. ¡Oh, qué riquezas! ¡Oh, qué gloria! ¡Oh, qué placer! ¡Oh, qué dicha poder entrar y permanecer en María, en la que el Altísimo puso el trono de su gloria suprema!

← Entradas anteriores
febrero 2014
L M X J V S D
 12
3456789
10111213141516
17181920212223
2425262728  
« Ene   Mar »

Introduce tu dirección de correo electrónico para seguir este Blog y recibir las notificaciones de las nuevas publicaciones en tu buzón de correo electrónico.

Unión Seglar de San Antonio María Claret

P. José María Alba Cereceda, S.I.

palba2

Archivos

Categorías

  • Artículos (1.171)
  • Artículos – Contracorriente (919)
  • Carta Dominical (118)
  • Chispicas (266)
  • Cosicas (108)
  • De Hispanoamérica (1)
  • Dominicas (266)
  • El Coladero (1)
  • El nacimiento de la España moderna (75)
  • Francisco franco (176)
  • Guerra Campos (286)
  • Hemos leído (99)
  • Hispanoamérica. La verdad (192)
  • Historia de España (57)
  • Hitos (175)
  • Imagén – Contracorriente (132)
  • La Iglesia vive de la Eucaristia (22)
  • La voz de los santos (154)
  • Magisterio (38)
  • Meditaciones de la Virgen (174)
  • Mensajes de fe (214)
  • Miguicas (265)
  • Mojones (184)
  • Mostacicas (265)
  • Noticas (10)
  • Oraciones (391)
  • P. Manuel Martínez Cano (736)
  • Padre Alba (268)
  • Palabras de Dios (94)
  • Para pensar (27)
  • Pensamientos (99)
  • Pensar es sano (111)
  • Sabaticas (266)
  • Santos (111)
  • Semillicas (265)
  • Sintonía con la jerarquia (184)
  • Uncategorized (1.327)
  • Vida mixta (13)
  • Vida religiosa ayer, hoy y mañana (22)

Ejercicios Espirituales predicados por el P. Cano

Meditaciones y Pláticas del P. José María Alba Cereceda, S.I.

Varios volumenes de apóx. 370 páginas. Precio volumen: 10 €. Pedidos: hnopablolibros@gmail.com

Twitter Papa Francisco

Mis tuits

Twitter P. Cano

Mis tuits

“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

"Odiad el mal los que amáis al Señor." Salmo 97, 10.

"Jamás cerraré mi boca ante una sociedad que rechaza el terrorismo y reclama el derecho de matar niños." Monseñor José Guerra Campos.

¡Por Cristo, por María y por España: más, más y más!

www.holyart.es

Blog de WordPress.com.

  • Suscribirse Suscrito
    • Contracorriente
    • Únete a otros 279 suscriptores
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Inicia sesión.
    • Contracorriente
    • Suscribirse Suscrito
    • Regístrate
    • Iniciar sesión
    • Denunciar este contenido
    • Ver el sitio en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra
 

Cargando comentarios...