Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 12 febrero, 2014

Imitación de Cristo LIV (54)

12 miércoles Feb 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ 1 comentario

Capítulo 17

Que todo nuestro cuidado se ha de poner sólo en Dios

Jesucristo.- 1. Hijo, déjame hacer contigo lo que quiero. Yo sé lo que te conviene.
Tú piensas como hombre y sientes en muchas cosas como te sugiere el afecto humano.
El Alma.- Señor, verdad es lo que dices; mayor es la solicitud que tú tienes de mí que todo el cuidado que yo puedo poner en mirar por mí.
imitacion-de-cristoMuy a peligro de caer está el que no arroja en ti todo su cuidado.
Señor, esté mi voluntad firme y recta contigo y haz de mí lo que te agradare.
Que no puede ser sino bueno todo lo que tú hicieres de mí.
Si quieres que esté en tinieblas, bendito seas; y si quieres que esté en luz, seas también bendito.
Si te dignares de consolarme, bendito seas; y si me quieres atribular, también seas bendito para siempre.

Jesucristo.- 2. Hijo, así debes estar si deseas andar conmigo.
Tan pronto debes estar para padecer como para gozar.
Tan de grado debes ser pobre y menesteroso como abundante y rico.
El Alma.- Señor, de buena gana padeceré por ti todo lo que quisieres que venga sobre mí.
Indiferentemente quiero recibir de tu mano lo bueno y lo malo, lo dulce y lo amargo, lo alegre y lo triste; y darte gracias por todo lo que me sucediere.
Guárdame de todo pecado, y no temeré la muerte ni el infierno.
Con tal que no me apartes de ti para siempre, ni me borres del libro de la vida, no me dañará cualquier tribulación que venga sobre mí.

San José XXIII (23): Profecía de Simeón

12 miércoles Feb 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ 1 comentario

Un anciano, llamado Simeón, hombre justo y temeroso de Dios, sólo suspiraba por ver al Mesías antes de morir, y Dios le concedió esta gracia, pues al entrar José y María en el templo con el Niño, Dios le inspiró que aquel Niño era el Mesías, y tomándolo de los brazos de María en los suyos, alabó a Dios diciendo: «Ahora ya puedes dejar partir de este mundo a tu siervo en paz, porque mis ojos han visto al Salvador» (Lc. 2, 25-32).PRESENTACIÓN-DEL-NIÑO-JESÚS-EN-EL-TEMPLO1

El padre y la madre de Jesús, allí presentes, estaban maravillados de las cosas que se decían de Él.

Entonces Simeón dijo a María su Madre: «Puesto ha sido éste para caída y para resurrección de muchos en Israel y para ser una señal de contradicción, y una espada atravesará tu alma para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones». Jesús, según esta profecía, sufriría contradicción. Este es el gran misterio de todo el Evangelio, pues vemos que Jesús es admitido por muchos y rechazado por otros; unos le blasfeman, otros le adoran; para unos es causa de caída y para otros causa de salvación…

A la Virgen le tocaría sufrir mucho, porque tomaría parte en la pasión de su Hijo, y luego la vemos en el Calvario junto a Él crucificado… De San José no nos dice nada aquí la profecía, pero también le tocó sufrir como veremos al recordar sus dolores y gozos…

Vocación explicada por Juan Pablo II, papa (III)

12 miércoles Feb 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ 1 comentario

3. VOCACIÓN A UNA ENTREGA TOTAL A CRISTO

Dios llama desde muy jóvenes

Durante los años de la juventud se va configurando en cada uno la propia personalidad. El futuro comienza ya a hacerse presente y el porvenir se ve como algo que está ya al alcance de las manos. Es el período en que se ve la vida como un proyecto prometedor a realizar del cual cada uno es y quiere ser protagonista.

Es también el tiempo adecuado para discernir y tomar conciencia con más radicalidad de que la vida no puede desarrollarse al margen de Dios y de los demás. Es la hora de afrontar las grandes cuestiones, de la opción entre el egoísmo o la generosidad.[i]

Cada uno de vosotros está enfrentado ante el reto de dar pleno sentido a su vida, a la vida que se os ha concedido vpapa juan pablo ii (2)ivir.

Sois jóvenes y queréis vivir. Pero debéis vivir plenamente y con una meta. Debéis vivir para Dios; para los demás. Y nadie puede vivir esta vida para sí mismo. El futuro es vuestro (…), pero el futuro es sobre todo una llamada y un reto a «encontrar» vuestra vida entregándola, «perdiéndola», compartiéndola mediante la amorosa entrega a los demás. Dice Cristo: «El que ama su vida la pierde; pero el que aborrece su vida en este mundo, la encontrará para la vida eterna».[1]

Y la medida del éxito de vuestra vida dependerá de vuestra generosidad.[ii]

Cristo dispone de toda la terapia para curar los males del mundo. Él, que ha querido considerarse medio a Sí mismo,[2] nos ha enseñado que, si se quiere cambiar el mundo, hay que cambiar antes de nada el corazón del hombre.[iii]

Es Dios quien llama y lo hizo desde la eternidad

Todos hemos sido llamados -cada uno de un modo concreto- para ir y dar fruto.

Los discípulos fueron elegidos por el Maestro, no se presentaron voluntarios, al menos en su inicio, porque la (…) amistad que ofrece Jesús es completamente gratuita. Y el que se siente querido de Jesús también se siente a su vez obligado a ser un discípulo fiel y activo. Y esto es dar fruto (…).[iv]

En la raíz de toda vocación (…) no se da una iniciativa humana o personal con sus inevitables limitaciones, sino una misteriosa iniciativa de Dios.

Desde la eternidad, desde que comenzamos a existir en los designios del Creador y Él nos quiso criaturas, también nos quiso llamados, preparándonos con dones y condiciones para la respuesta personal, consciente y oportuna a la llamada de Cristo y de la Iglesia. Dios que nos ama, que es amor, es «El quien llama».[3]

La vocación es un misterio que el hombre acoge y vive en lo más íntimo de su ser. Depende de su soberana libertad y escapa a nuestra comprensión. ¡No tenemos que exigirle explicaciones, decir: «¿por qué me haces esto?»,[4] puesto que Quien llama es el Dador de todos los bienes.

Por eso ante su llamada, adoramos el misterio, respondemos con amor a su iniciativa amorosa y decimos sí a la vocación.[v]

Experimentar la vocación es un acontecimiento único, indecible, que sólo se percibe como suave soplo a través del toque esclarecedor de la gracia; un soplo del Espíritu Santo que, al mismo tiempo que perfila de verdad nuestra frágil realidad humana (…), enciende en nuestros corazones una luz nueva.

Infunde una fuerza extraordinaria que incorpora nuestra existencia al quehacer divino.[vi]

El proceso de la vocación

Una vocación en la Iglesia, desde el punto de vista humano, comienza con descubrimiento: encontrar la perla de gran valor. Vosotros habéis descubierto a Jesús: su persona, su mensaje, su llamada.

Después del inicial descubrimiento, sobreviene un diálogo en la oración, un diálogo entre Jesús y el que ha sido llamado, un diálogo que va más allá de las palabras y se expresa en el amor.[vii]

Ciertas experiencias de entusiasmo religioso que a veces concede el Señor son únicamente gracias iniciales y pasajeras que tienen por objeto empujar hacia una decidida voluntad de conversión caminando con generosidad en fe, esperanza y amor.[viii]

La llamada del hombre está primero en Dios: en su mente y en la elección que Dios mismo realiza y que el hombre tiene que leer en su propio corazón. Al percibir con claridad esta vocación que viene de Dios, el hombre experimenta la sensación de su propia insuficiencia. Trata incluso de defenderse ante la responsabilidad de la llamada (…). Y así, como sin querer, la llamada se convierte en el fruto de un diálogo interior con Dios es, incluso, hasta a veces como el resultado de una batalla con Él.

Ante las reservas y dificultades que con la razón el hombre opone, Dios aporta el poder de su gracia. Y en el poder de esta gracia consigue el hombre la realización de su llamada.[ix]

La respuesta a la vocación es siempre un SÍ lleno de fe

La fe y el amor no se reducen a palabras o a sentimientos. Creer en Dios y amar a Dios significa vivir toda la vida con coherencia a la luz del Evangelio (…), y esto no es fácil. ¡Sí! Muchas veces se necesita mucho coraje para ir contra la corriente de la moda o la mentalidad de este mundo. Pero, lo repito, éste es el único camino para edificar una vida bien acabada y plena.

Y si a pesar de vuestro esfuerzo personal por seguir a Cristo alguna vez sois débiles no cumpliendo… sus andamientos, ¡no os desaniméis! ¡Cristo os sigue esperando! Él, Jesús, es el Buen pastor que carga con la oveja perdida sobre sus hombros y la cuida con cariño para que sane[5] Cristo es amigo que nunca defrauda.

El joven del Evangelio añade: «¿Qué me falta?».[6] Aquel corazón joven movido por la gracia de Dios siente un deseo de más generosidad, de más entrega, de más amor. Un más que es propio de la juventud; porque un corazón enamorado no calcula, no regatea, quiere darse sin medida.

«Jesús fijando en él la mirada, lo amó y le dijo (…) ven y sígueme».[7]

A los que han entrado por la senda de la vida en el cumplimiento de los mandamientos (…) el Señor les propone nuevos horizontes; el Señor les propone metas más elevadas y los llama a entregarse a ese amor sin reservas.

Descubrir esta llamada, esta vocación, es caer en la cuenta de que Cristo tiene fijos los ojos en ti y que te invita con la mirada a la entrega total en el amor. Ante esa mirada, ante ese amor suyo, el corazón abre las puertas de par en par y es capaz de decirle que sí.

Si algunos de vosotros siente una llamada a seguirle más de cerca, a dedicarle el corazón por entero como los apóstoles Juan y Pablo, que sea generoso, que no tenga miedo, porque no hay nada que temer cuando el premio que espera es Dios mismo, a quien, a veces sin saberlo, todo joven busca.[x]

Jóvenes que me escucháis, jóvenes que sobre todo, queréis saber lo que habéis de hacer para alcanzar la vida eterna decid siempre que sí a Dios y Él os llenará de su alegría.[xi]

«Una sola cosa te falta (…) ven y sígueme».[8]

¿Quizá hoy Jesús os está repitiendo a cada uno de vosotros: «Una sola cosa te falta»? ¿Quizá os está pidiendo más amor aún, más generosidad, más sacrificio? Sí, el amor de Cristo exige generosidad y sacrificio. (…) Seguir a Cristo y servir al mundo en su nombre requiere coraje y fuerza. Ahí no hay lugar para el egoísmo ni para el miedo (…).

No tengáis miedo, por tanto, cuando el amor sea exigente.

No temáis cuando el amor requiera sacrificio.[xii]

Por esto os digo a cada uno de vosotros: escuchad la llamada de Cristo, cuando sintáis que os dice: «Sígueme.» Camina sobre mis pasos. ¡Ven a mi lado! ¡Permanece en mi amor! Te pide que optes por El. ¡La opción por Cristo y su modelo de vida; por su mandamiento de amor!

El amor verdadero es exigente. No cumpliría mi misión si no os lo hubiera dicho con toda claridad. El amor exige esfuerzo y compromiso personal para cumplir la voluntad de Dios.[xiii]

Dificultades para la vocación

Desdichadamente vivimos en una época en la que el pecado se ha convertido hasta en una industria, que produce dinero, mueve planos económicos, da bienestar. Esta situación es realmente impresionante y terrible. ¡Es necesario no dejarse asustar ni presionar! ¡Cualquier época exige del cristiano «coherencia»!

Sed valientes. El mundo necesita testigos, convencidos e intrépidos. No basta discutir, hay que actuar, (…) vivir en gracia, practicar toda la ley moral, alimentad vuestra alma con el cuerpo de Cristo, recibiendo seria y periódicamente el Sacramento de la Penitencia. Servid. Estad disponibles a amar, a socorrer: a ayudar en casa, en el trabajo, en las diversiones, con los cercanos y los alejados.

Meditad también con seriedad y generosidad, si el Señor llama a alguno de vosotros.[xiv]

¿Cómo es posible esto? Buena pregunta. Nuestra bendita Madre, María de Nazaret hizo la misma pregunta por primera vez ante el extraordinario plan al que Dios la había destinado. Y la respuesta que recibió María de Dios Todopoderoso es la misma que os da a vosotros: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti (…) porque para Dios nada es imposible».[9]

Conociendo bien la doctrina de Jesús es fácil actuar ante los retos de la vida sin miedo a equivocarnos o a estar solos, pues lo haremos, en todo momento y circunstancia, bajo la influyente guía de su propio Espíritu Santo, sea grande o pequeña.[xv]

Os dirán que el sentido de la vida está en el mayor número de placeres posibles; intentarán convenceros de que este mundo es el único que existe y que vosotros debéis atrapar todo lo que podáis para vosotros mismos, ahora. Oiréis a la gente que os dirá: vuestra felicidad está en acumular dinero y en consumir tantas cosas como podáis, y cuando os sintáis infelices acudid a la evasión del alcohol o de la droga.

Nada de esto es verdadero. Y nada de esto proporciona auténtica felicidad a vuestras vidas.[xvi]

Quizá venís de familias católicas (…) asistís a Misa el domingo o incluso entre semana (…), rezáis en familia todos los días y espero que lo continuéis haciendo así toda la vida (…), pero puede acosaros la tentación de alejaros de Cristo.

Oiréis decir a muchos que vuestras prácticas religiosas están irremediablemente desfasadas, fuera del estilo vuestro, fuera del estilo del futuro (…) y que podéis organizar vuestras propias vidas y que ya Dios no cuenta.

Incluso muchas personas religiosas seguirán esas actitudes arrastrados por la atmósfera circundante.

Una sociedad así, perdidos sus más altos valores morales y religiosos es presa fácil para la manipulación y dominación de fuerzas que, so pretexto de liberar, esclavizan más aún.

¡Jesús tiene la respuesta a vuestras preguntas y la clave de la historia! (…) En Cristo descubriréis la verdadera grandeza de vuestra propia humanidad.

¡Él sigue llamándoos Él sigue invitándoos! Sí. Cristo os llama, pero El os llama de verdad. Su llamada es exigente, porque os invita a dejaros «pescar» completamente por Él, de modo que veréis toda vuestra vida bajo una luz nueva (…). Es el amigo que dice a sus discípulos: «Ya no os llamo siervos…, sino que os llamo amigos»,[10] y demuestra su amistad entregando su vida por nosotros.[xvii]

La auténtica vida no se encuentra en uno mismo o en las cosas materiales. Se encuentra en otro, en Aquel que ha creado todo lo que de bueno, verdadero y hermoso hay en el mundo. La auténtica vida se encuentra en Dios, y vosotros descubriréis a Dios en la persona de Jesucristo.[xviii]

Para ver claro el camino: oración, sacramentos y dirección espiritual

Tratad de conocer a Jesús de modo auténtico (…), profundizad en su conocimiento para entrar en su amistad. El conocimiento de Jesús, rompe la soledad, supera la tristeza y la duda, da sentido a la vida, frena las pasiones, eleva los ideales, capacita para ayudar a acertar en las decisiones (…). Dejad que Cristo sea para vosotros el camino, la verdad y la vida.[xix]

Buscadlo a través de la oración, en el diálogo sincero y asidlo con Él. Hacedle partícipe de los interrogantes que os van planteando los problemas y proyectos propios (…). Buscadle en su Palabra, en los santos Evangelios, y en la vida litúrgica de la Iglesia. Acudid a los sacramentos. Abrid con confianza vuestras aspiraciones más íntimas al amor de Cristo, que os espera en la Eucaristía. Hallaréis respuesta a todas vuestras inquietudes y veréis con gozo que la coherencia de la vida que Él os pide es la puerta para lograr vuestra alma joven.[xx]

Madurad en el recogimiento y la oración la elección que vais a hacer (…): si la voz del Señor resuena en lo más íntimo de vuestro corazón, quered escuchadle. «Si escucháis hoy mi voz: no endurezcáis vuestro corazón».[11]

¿Quién se atreverá a decir que no al Señor que te llama? Nadie puede permitirse equivocar el camino de su vida.

Por tanto (…), meditadlo bien, rezad para tener la luz necesaria en vuestra elección y hecha la elección rezad todavía más para tener la fortaleza de permanecer, caminando siempre «de manera digna del Señor, procurando serle grato en todo».[12] [xxi]

«Señor, que vea»[13]; que vea, Señor, cual es tu voluntad para mí en cada momento, y sobre todo que vea en qué consiste ese designio de amor para toda mi vida, que es mi vocación. Y dame generosidad para decirte que sí y serte fiel, en el camino que quieras indicarme (…) para que sea sal y luz en mi trabajo, en mi familia, en todo el mundo.[xxii]

El sacramento de la penitencia, es un medio singularmente eficaz para el crecimiento espiritual. Indispensable para el fiel que habiendo caído en pecado grave quiere retornar a la vida de Dios.

La dirección espiritual, que puede llevarse fuera del contexto del sacramento de la penitencia e incluso ser llevada por quien no tiene el orden sagrado (…), ayuda a superar el peligro de la arbitrariedad a la hora de conocer y decidir la propia vocación a la luz de Dios.[xxiii]

Prontitud para decir SÍ ante la grandeza de la llamada

¡Ánimo, jóvenes! ¡Cristo os llama y el mundo os espera! Recordad que el Reino de Dios necesita vuestra generosa y total entrega. No seáis como el joven rico, que invitado por Cristo, no supo decidirse y permaneció con sus bienes y con su tristeza,[14] él, que había sido preguntado con una mirada de amor.[15] Sed como aquellos pescadores que llamados por Jesús, dejaron todo inmediatamente y llegaron a ser pescadores de hombres.[16] [xxiv].

Sentid la grandeza de esta misión, dejaos arrastrar del todo por el torbellino en cuyo centro actúa Dios mismo, tened plena conciencia de realizar una misión insustituible. No permitáis que la insidia de la duda, del cansancio o de la desilusión empañen el frescor de la entrega.[xxv]

La alegría de ser generosos

Queridísimos (…) comprendéis que os hablo de cosas muy importantes. Se trata de dedicar la vida entera al servicio de Dios y de la Iglesia (…), de hacerlo con fe segura, con convicción madura y decisión libre, con generosidad a toda prueba y sin arrepentimiento.

Abrid vuestro corazón al encuentro gozoso con Cristo (…). Pedid consejo. La Iglesia de Jesús debe continuar su misión en el mundo. Al hablaros de la vocación y al insistiros en seguir este camino, soy yo el humilde y apasionado servidor de aquel amor, que movía a Cristo cuando llama a a los discípulos a seguirle.[xxvi]

Estad seguros de que si le escuchaseis y le siguieseis (…) os sentiríais llenos de gozo y alegría. Sed generosos, tened valor y recordad su promesa: «mi yugo es suave y mi carga ligera ».[17] [xxvii]

Jóvenes: Cristo necesita de vosotros y os llama para ayudar a millones de hermanos vuestros (…) a salvarse. Abrid vuestro corazón a Cristo, a su ley de amor; sin condicionar vuestra disponibilidad, sin miedos a respuestas definitivas, porque el amor y la amistad no tienen ocaso.[xxviii]

Perseverancia y fidelidad

Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente a la hora de la exaltación, difícil serlo a la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad a una coherencia que dure toda la vida.[xxix]

Su llamada es una declaración de amor. Vuestra respuesta es entrega, amistad, amor manifestado en la donación de la propia vida, como seguimiento definitivo (…).

Ser fieles a Cristo es amarlo con toda el alma y con todo el corazón de forma que ese amor sea la norma y el motor de todas nuestras acciones.

La fidelidad de Cristo (…) alcanza en la Cruz su máxima y culminante expresión. De ahí que (…) sea imprescindible la renuncia y la mortificación. Sin una ascética exigente y sin una disponibilidad para servirle profundamente enraizada en vuestro corazón (…), sin el hábito del olvido de sí, sería imposible amar de veras y ocuparse sólo de los intereses de Cristo.[xxx]

Permitidme que os abra mi corazón para deciros que la principal preocupación (…) ha de ser la fidelidad, la lealtad a la propia vocación, como discípulo que quiere seguir al Señor con una entrega total y con una disponibilidad apostólica sin condicionamientos ni fronteras. Sólo a la luz de esta entrega se pueden afrontar los demás problemas.[xxxi]

La vocación es siempre apostólica

Dios llama quien quiere, por libre iniciativa de su amor. Pero quiere llamar a través de otras personas. Así quiere hacerlo el Señor Jesús. Fue Andrés quien condujo a Jesús a su hermano Pedro. Jesús llamó a Felipe, pero Felipe a Natanael.[18]

No debe existir ningún temor en proponer directamente a una persona joven o menos joven la llamada el Señor. Es un acto de estima y de confianza. Puede ser un momento de luz y de gracia.[xxxii]

Ningún cristiano está exento de su responsabilidad apostólica, ninguno puede ser sustituido en las exigencias de su apostolado personal. ¡Ninguna actividad humana puede quedar ajena a vuestra pasión apostólica![xxxiii]

Son muchos vuestros coetáneos que no conocen a Cristo, o no lo conocen lo suficiente. Por consiguiente, no podéis permanecer callados e indiferentes.

Ciertamente, la mies es mucha, y se necesitan obreros en abundancia. Cristo confía en vosotros y cuenta con vuestra colaboración. Os invito, pues, renovar vuestro compromiso apostólico. ¡Cristo tiene necesidad de vosotros! Responded a su llamamiento con el valor y el entusiasmo característicos de vuestra edad.[xxxiv]

3a) LA ENTREGA TOTAL EN MEDIO DEL MUNDO

No hay vocación más religiosa que el trabajo. Un laico católico, hombre o mujer, es alguien que toma el trabajo en serio. Sólo el cristianismo ha dado un sentido religioso al trabajo y reconoce el valor espiritual del progreso tecnológico.[xxxv]

Tenéis como finalidad la santificación de la vida permaneciendo en el mundo, en el propio puesto de trabajo y de profesión: vivir el Evangelio en el mundo, viviendo verdaderamente inmersos en el mundo, pero para transformarlo y redimirlo con el propio amor de Cristo. Realmente es una gran ideal el vuestro (…).

Tal es vuestro mensaje y vuestra espiritualidad: vivir unidos a Dios en medio del mundo, en cualquier situación, cada uno luchando por ser mejor con la ayuda de la gracia, y dando a conocer a Jesucristo con el testimonio de la propia vida.

¿Hay algo más bello y más apasionante que este ideal? Vosotros, insertos y mezclados en esta humanidad alegre y dolorosa, queréis amarla, iluminarla, salvarla: ¡benditos seáis y siempre animosos en este vuestro intento![xxxvi]

Vale la pena dedicarse al hombre por Cristo, para llevarle a Él, para elevarlo, para ayudarle en el camino hacia la eternidad; vale la pena por el Reino del Señor vivir ese precioso valor del cristianismo: el celibato apostólico (…).[xxxvii]

Sed testigos de Cristo frente a vuestros coetáneos. De este modo fortaleceréis vuestra vida de creyentes seguros de comprometeros en una causa grande y podréis seguir la voz del Espíritu Santo. Y si esta voz os llama a un amor más elevado y generoso no tengáis miedo.

Con el corazón encendido, dialogando con el Señor, tal vez alguno de vosotros se dé cuenta de que Jesús le pide más, de que le llama a que, por su amor, se lo entregue todo. Queridos jóvenes, quisiera deciros a cada uno: Si tal llamada llega a tu corazón, no la acalles. Deja que se desarrolle hasta la madurez de una auténtica vocación. Colabora con esa llamada a través de la oración y la fidelidad a los mandamientos. Hay -lo sabéis bien- una gran necesidad de vocaciones (…) de laicos comprometidos que sigan más de cerca a Jesús. «La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies».[19] Con este programa la Iglesia se dirige a vosotros, jóvenes. Rogad también vosotros. Y, si el fruto de esta oración de la Iglesia llega a nacer en lo íntimo de vuestro corazón, escuchad al Maestro que os dice: «Sígueme.» No tengáis miedo y dadle, si os lo pide, vuestro corazón y vuestra vida entera.[xxxviii]

3b) VOCACIÓN MATRIMONIAL

Toda la historia de la humanidad es la historia de la necesidad de amar y de ser amado (…).

El corazón -símbolo de la amistad y del amor- tiene también sus normas, su ética y… nada tiene que ver con la sensiblería y menos aún con el sentimentalismo.

Jóvenes, ¡alzad con frecuencia los ojos a Jesucristo! ¡No tengáis miedo! Jesús no vino a condenar el amor, sino a liberar el amor de sus equívocos y falsificaciones.

El ser humano es un ser corporal (…); no es un objeto cualquiera. Es, ante todo, alguien; en el sentido de que es una manifestación de la persona, un medio de presencia entre los demás, de comunicación (…). El cuerpo es una palabra, un lenguaje. [Qué maravilla y qué riesgo al mismo tiempo! ¡Tened un gran respeto de vuestro cuerpo y del de los demás! ¡Que vuestros gestos, vuestras miradas, sean siempre el reflejo de vuestra alma!

Jóvenes, la unión de los cuerpos ha sido siempre el lenguaje más fuerte con el que dos seres pueden comunicarse entre sí. Y por eso mismo, un lenguaje semejante, que afecta al misterio sagrado del hombre y de la mujer, exige que no se realicen jamás los gestos del amor sin que se aseguren las condiciones de una posesión total y definitiva de la pareja, y que la decisión sea tomada públicamente mediante el matrimonio.[xxxix]

Y a aquellos a los que Cristo llama a la vocación matrimonial les digo: estad seguros del amor de la Iglesia hacia vosotros (…) La vida familiar cristiana y la fidelidad de toda la vida en el matrimonio son también hoy necesarios para el mundo (…).[xl]

Escucha, en el fondo del corazón a tu conciencia que te llama a ser puro: al serio compromiso del matrimonio que es cimiento de un sólido edificio. No se puede alimentar un hogar con el fuego del placer que se consume rápidamente, como un puñado de hierba seca. Los encuentros ocasionales son simples caricaturas del amor, hierven los corazones y descarnan el plan divino (…).[xli]

¿Qué quiere Jesús de mí? ¿A qué me llama? ¿Cuál es el sentido de su llamada para mí?

Para la gran mayoría de vosotros, el amor humano se presenta como una forma de autorrealización en la formación de una familia. Por eso, en el nombre de Cristo deseo preguntaros: ¿Estáis dispuestos a seguir la llamada de Cristo a través del sacramento del matrimonio, para ser procreadores de nuevas vidas, formadores de nuevos peregrinos hacia la ciudad celeste?

La familia es un misterio de amor, al colaborar directamente en la obra creadora de Dios. Amadísimos jóvenes, un gran sector de la sociedad no acepta las enseñanzas de Cristo, y, en consecuencia toma otros derroteros: el hedonismo, el divorcio, el aborto, control de la natalidad, los medios contraceptivos. Estas formas de entender la vida están en claro contraste con la Ley de Dios y las enseñanzas de la Iglesia. Seguir fielmente a Cristo quiere decir poner en práctica el mensaje evangélico, que implica también la castidad, la defensa de la vida, así como la indisolubilidad del vínculo matrimonial, que no es un mero contrato que se pueda romper arbitrariamente.

Viendo el «permisivismo» del mundo moderno, que niega o minimiza la autenticidad de los principios cristianos, es fácil y atrayente respirar esta mentalidad contaminada y sucumbir al deseo pasajero. Pero tened en cuenta que los que actúan de este modo no siguen ni aman a Cristo. En esta decisión cristiana, el amor es más fuerte que la muerte. Por eso os pregunto nuevamente: ¿Estáis dispuestos y dispuestas a salvaguardar la vida humana con el máximo cuidado en todos los instantes, aún en los más difíciles? ¿Estáis dispuestos como jóvenes cristianos a vivir y a defender el amor a través del matrimonio indisoluble, a proteger la estabilidad de la familia, la educación equilibrada de los hijos, al amparo del amor paterno y materno que se complementan mutuamente? Este es el testimonio cristiano que se espera de la mayoría de vosotros y de vosotras[xlii].

3c) VOCACIÓN SACERDOTAL

Muchas veces me preguntan, sobre todo la gente joven, por qué me hice sacerdote. Quizá alguno de vosotros queráis hacerme la misma pregunta. Os contestaré brevemente.

Pero tengo que empezar por decir que es imposible explicarla por completo. Porque no deja de ser un misterio hasta para mí mismo. ¿Cómo se pueden explicar los caminos del Señor? Con todo, sé que en cierto momento de mi vida me convencí de que Cristo me decía lo que había dicho a miles de jóvenes antes que a mí: «¡Ven y sígueme!» Sentí muy claramente que la voz que oía en mi corazón no era humana ni una ocurrencia mía. Cristo me llamaba para servirle como sacerdote.

Y como ya lo habréis adivinado, estoy profundamente agradecido a Dios por mi vocación al sacerdocio. Nada tiene para mí mayor sentido ni me da mayor alegría que celebrar la Misa todos los días y servir al Pueblo de Dios en la Iglesia. Ha sido así desde el mismo día de mi ordenación sacerdotal. Nada lo ha cambiado, ni siquiera el llegar a ser Papa.[xliii]

Recuerdo con profunda emoción el encuentro que tuvo lugar en Nagasaki entre un misionero que acababa de llegar y un grupo de personas que, una vez convencidas de que era un sacerdote católico, le dijeron: «Hemos estado esperándote durante siglos». Habían estado sin sacerdote, sin iglesias y sin culto durante más de doscientos años. Y sin embargo, a pesar de circunstancias adversas, la fe cristiana no había desaparecido; se había transmitido dentro de la familia de generación en generación.[xliv]

La vocación sacerdotal es esencialmente una llamada a la santidad según la forma que nace del sacramento del Orden. Santidad es intimidad con Dios, es imitación de Cristo pobre, casto y humilde, es amor sin reservas a las almas y entrega a un bien verdadero, es amor a la Iglesia que es santa y nos quiere santos porque tal es la misión que Cristo le ha confiado. Cada uno debe ser santo para ayudar a los demás a seguir su vocación la santidad.[xlv]

Deseáis descubrir si verdaderamente sois llamados al sacerdocio. La cuestión es seria, porque requiere prepararse bien, con rectitud de intención y exige una seria formación.[xlvi]

Su llamada es una declaración de amor. Vuestra respuesta es entrega, amistad, amor manifestado en la donación de la propia vida, como seguimiento definitivo y como participación permanente de su misión y en su consagración.

Decidirse es amarlo con toda el alma y con todo el corazón, de forma que ese amor sea la norma y el motor e vuestras acciones (…). Vivid desde ahora plenamente la Eucaristía; sed personas para quienes el centro y el culmen de toda la vida es la santa misa, la comunión y la adoración eucarística. Ofreced a Cristo vuestro corazón en la meditación y en la oración personal que es el fundamento de la vida espiritual.[xlvii]

¡El mundo mira al sacerdote porque mira a Jesús!

¡Nadie puede ver a Cristo, pero todos ven al sacerdote y por medio de él quieren ver al Señor!

¡Qué inmensa la grandeza y dignidad del sacerdote!.[xlviii]

«Orad, pues, al dueño de la mies para que mande obreros a su mies…» (…).

Considerando que la Eucaristía es el don más grande que da el Señor a la Iglesia, es preciso pedir sacerdotes, puesto que el sacerdocio es un don para la Iglesia (…). Se debe rezar con insistencia para conseguir ese regalo. Debe pedirse de rodillas.[xlix]

Llamados, consagrados, enviados. Esta triple dimensión explica y determina vuestra conducta y vuestro estilo de vida. Estáis «puestos aparte»; «segregados», pero «no separados». Más bien os separaría olvidar o descuidar el sentido de la consagración que distingue vuestro sacerdocio. Ser uno más en la profesión, en el estilo de vida, en el modo de vivir, en el compromiso político, no os ayudaría a realizar plenamente vuestra misión; defraudaríais a vuestros propios fieles, que os quieren sacerdotes de cuerpo entero.[l]

3d) VOCACIÓN RELIGIOSA

Y si alguno o alguna de vosotros advierte la llamada de Cristo al don total de sí (…) en la vida religiosa, no rechace una propuesta tan elevada, aunque sea exigente. Que encuentre la valentía de un sí generoso y fuerte, que pueda dar una inigualable plenitud de sentido a toda la vida.[li]

La vocación religiosa es un don libremente ofrecido y libremente aceptado. Es una profunda expresión del amor de Dios hacia vosotros y, por vuestra parte, requiere a cambio un amor total a Cristo. Por tanto, toda la vida de un religioso está encaminada a estrechar el lazo de amor que fue primero forjado en el sacramento del bautismo.

Estáis llamados a realizar esto en la consagración religiosa mediante la profesión de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia.[lii]

Me es grato reafirmar con fuerza el papel eminentemente apostólico de las monjas de clausura. Dejar el mundo para dedicarse -en la soledad- a una oración más profunda y constante no es más que una forma particular… de ser apóstol.

Sería un error considerar a las monjas de clausura como criaturas separadas de sus contemporáneos, aisladas y como apartadas del mundo y de la Iglesia; están, por el contrario, presentes de la manera más profunda posible, con la misma ternura de Cristo. Es por ello, lógico que los Obispos de las nuevas Iglesias soliciten como una gracia especial, la posibilidad de acoger un monasterio de religiosas contemplativas, aún cuando el número de las activas sea todavía insuficiente.[liii]

La juventud contemporánea no está cerrada al llamamiento evangélico, como se afirma con excesiva facilidad. Claro está que puede encaminarse espontáneamente a caminos nuevos; de todos modos se siente igualmente atraída por las congregaciones antiguas que les presentan un rostro vivo y siguen fieles a exigencias radicales y presentadas con sensatez.

Basta consultar la historia de la Iglesia para ver una prueba de ello. Pero las adaptaciones (…) que nacen de la relajación o llevan a ella no pueden de ninguna manera atraer a los jóvenes, porque éstos en el fondo de sí mismos tienen capacidad de una entrega total aunque algunas aparezcan vacilantes o bloqueadas.[liv]

Quiero recordar aquí de modo particular a las 400 jóvenes religiosas de vida contemplativa de España que me han manifestado sus deseos de estar con nosotros. Sé ciertamente que están muy unidas a todos nosotros a través de la oración en el silencio del claustro. Hace siete años, muchas de ellas asistieron al encuentro que tuve con los jóvenes en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid. Después respondiendo generosamente a la llamada de Cristo, le han seguido de por vida. Ahora se dedican a rezar por la Iglesia, pero sobre todo por vosotros y vosotras, jóvenes, para que sepáis responder también con generosidad a la llamada de Jesús.[lv]


[1] Jn 12, 25.

[2] Cfr. Mc 2,17.

[3] Cfr. Rom 9, 11.

[4] Cfr. Rom 9, 20

[5] Cfr. Lc 15,4-7.

[6] Mt 19, 20 .

[7] Mc 10, 21.

[8] Mc 10, 21.

[9] Lc 1, 35.

[10] Jn 15, 15.

[11] Sal 94, 8.

[12] Col 1, 10.

[13] Lc 18, 41.

[14] Cfr. Mt 19, 2.

[15] Cfr. Mc 19, 21.

[16] Cfr. Mt 14, 8-22.

[17]

[18] Cfr. Jn 1, 3 y ss.

[19] Lc 10, 2.


[i] Asunción (Paraguay), 18-V-1988.

[ii] Taegu (Corea del Sur), 5-V-1984.

[iii] Roma (Italia), 18-11I-1989.

[iv] Oristano (Cerdeña), 18-X-1985.

[v] Porto Alegre (Brasil), 5-VII-1980.

[vi] Roma (Italia), 17-1Il-1982.

[vii] San Antonio (Estados Unidos), 13-IX-1987.

[viii] Roma (Italia), 9-X-1984.

[ix] Valencia (España), 8-XI-1982.

[x] Asunción (Paraguay), 18-V-1988.

[xi] Ibidem.

[xii] Auckland (Nueva Zelanda), 22-XI-1986.

[xiii] Boston (Estados Unidos), 1-X-1979.

[xiv] Aquila (Italia), 30- VIIl-1980.

[xv] Edimburgo (Escocia), 31-V-1982.

[xvi] Vancouver (Canadá), 18-IX-1984.

[xvii] Galway (Irlanda), 30-IX-1979.

[xviii] Vancouver (Canadá), 18-IX-1984.

[xix] Aquila (Italia), 30-VIIl-1980.

[xx] Asunción (Paraguay),18-V-1988.

[xxi] Bérgamo (Italia), 26-IV-1981.

[xxii] Buenos Aires (Argentina), 11-IV-1987.

[xxiii] Roma (Italia), 11-IV-1984.

[xxiv] Roma (Italia), 2-Il-1989.

[xxv] Bari (Italia, 26-11-1984.

[xxvi] Roma (Italia), 20-IV-1980.

[xxvii] Manchester (Inglaterra), 31- V-1982.

[xxviii] Javier (España),6-XI-1982.

[xxix] Méjico D.F. (Méjico), 27-1-1979.

[xxx] Valencia (España), 8-XI-1982.

[xxxi] Cochabamba (Bolivia), 11-V-1988.

[xxxii] Roma (Italia), 13-IV-1983.

[xxxiii] Belice (Belice), 9-I1I-1983.

[xxxiv] Roma (Italia), 27-XI-1988.

[xxxv] Edimburg (Escocia), 31-V-1982.

[xxxvi] Roma (Italia), 19-VIII-1979.

[xxxvii] Guadalajara (Méjico), 30-1-1979.

[xxxviii] Cochabamba (Bolivia), 11-V-1988.

[xxxix] París (Francia),1-VI-1980.

[xl] Auckland (Nueva Zelanda), 22-XI-1986.

[xli] Antananarivo (Madagascar), 29-IV-1989.

[xlii] Santiago de Compostela (España), 19-VIIl-1989.

[xliii] Los Ángeles (Estados Unidos), 14-IX-1987.

[xliv] Nagasaki (Japón), 25-11-1981.

[xlv] Roma (Italia), 9-X-1984.

[xlvi] Roma (Italia), 13-X-1979.

[xlvii] Valencia (España), 8-XI-1982.

[xlviii] Roma (Italia), 13-X-1979.

[xlix] Roma (Italia), 25-I1I-1982.

[l] Valencia (España), 8-XI-1982.

[li] Roma (Italia), 18-1Il-1989.

[lii] San Antonio (Estados Unidos), 13-IX-1987.

[liii] Roma (Italia), 13-V-1983.

[liv] Friburgo (Alemania), 13-VI-1984.

[lv] Santiago de Compostela (España), 19-VIlI-1989.

Página para meditar nº73

12 miércoles Feb 2014

Posted by manuelmartinezcano in Padre Alba, Uncategorized

≈ 1 comentario

palbaCon motivo de las discusiones de la tiránica Ley de La LODE se tuvo una interesante conversación en el recinto universitario entre uno de los estudiantes de Derecho y uno de los nuestros. Como la conversación es suficientemente orientadora para conocer bien nuestro modo de ser, juzgo oportuno reproducirla en sus líneas fundamentales, para ayuda también de todos. Y para este año, también para todos, mi más cordial felicitación de Año Nuevo.

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.

J.-     Pero vosotros de qué sois: ¿de derechas?

P.-    No somos de derechas.

J.-     ¿Sois de izquierdas o de centro?

P.-    No somos de izquierdas, ni de centro.

J.-     ¿Pues qué sois vosotros entonces?

P.-    No somos ni de derechas, ni de izquierdas, ni de centro, ni “ni de derechas, ni de izquierdas”.

J.-     Pues no lo entiendo.

P.-    Comprendo que no lo entiendas porque tenemos otra concepción y como consecuencia empleamos otro lenguaje.

J.-     Quieres decir que “pasáis” de todo…

P.-    Tampoco es eso, sino todo lo contrario.

J.-     Ahora sí que lo entiendo menos.

P.-    Voy a intentar que tengas a lo menos unas indicaciones por mi parte que te sirvan de hilo conductor para poder comprendernos, si por tu parte hay un mínino de buena voluntad. Tú di­rás si lo consigo.

J.-     Conforme y de acuerdo.

P.-    ¿De dónde viene la izquierda?

J.-     Hombre si vamos a profundizar en la historia nos vamos a ir demasiado lejos… Creo que fue cosa de colocación cuando las Cortes Generales en Francia…

P.-    No pretendo que subamos hasta Favila y sus osos. Pero veamos si te parece aceptable esta definición. Sería la izquierda, una actitud, mejor que un partido, para no entrar en particularidades políticas, que pretende la instauración de una sociedad libre, igualitaria, de plenitud humana, de progreso indefinido e internacionalista, superadora de los viejos esquemas que han venido arrojando a la humanidad y en concreto a nuestra Patria, con los tabús religiosos, sociales y de intereses e injusticias, que no han, otra cosa que retrasar el verdadero progreso.

J.-     Me parece bien esa definición que haces de la izquierda.

P.-    ¿Se podrá decir que la izquierda responde a un proceso histórico, a un proceso en realidad revolucionario que lucha por crear un tipo de hombre nuevo?

J.-     Sin entrar en demasiadas matizaciones podemos afirmarlo así.

P.-    Y en un plano más amplio ¿podríamos decir que la izquierda se reconoce como la genuina heredera del movimiento filosófico, humanista de la Europa moderna, que arranca de la Reforma protestante, pasa por el Racionalismo y la Revolución francesa, concluye con las viejas monarquías europeas y el orden medieval y desemboca finalmente en la revolución soviética, y la revolución liberal, en las formas más o menos compartidas de la social democracia?

J.-     De acuerdo. La izquierda no es un invento de ahora. Es la creación de la Europa moderna y lo que aún hay que llevar a término.

P.-    Vamos pues con la derecha. ¿Tú crees que se puede definir la derecha, como la corriente intelectual e histórica que a lo largo de estos últimos siglos y más reciente de estas últimas generaciones, no ha hecho más que ir a remolque de la historia, que según tu concepción llevaba adelante la izquierda?

J.-     Coincidimos fundamentalmente. Veo tu definición bastante acertada.

P.-    ¿O sea que la derecha desde el mundo protestante, para poner una fecha tope, no ha hecho más que representar la concepción conservadora de intereses y por consiguiente, la postura sin imaginación y sin garra?

J.-     No hay duda de que es así.

P.-    Por lo tanto la derecha no es más que un fenómeno retardatario de las izquierdas, como el abuelito en la capa del matrimonio joven que está abierto a todas las ansias de progreso. Como el peso de la inercia, que es el peso de los intereses de grupos o personas, que es un lastre para avanzar… ¿No os así?

J.-     No hay duda.

P.-    En definitiva podemos describir a la derecha, que llega en nuestros días a las formas elefantísticas del imperialismo económico, de las multinacionales, del capitalismo burgués, como la corriente filosófica, intelectual, cultural y política que de hecho ha impedido por sus contrarrevoluciones, por sus frenazos y por su bloqueo de los poderes establecidos, que se pudiera acelerar el verdadero progreso del hombre en el sentido plenamente revolucionario de la historia.

J.-     Si, así es.

P.-    Entonces se identifica la derecha con el conservadurismo, con el tipo del conservador.

J.-     Claro, evidente.

P.-    Fíjate entonces en una cosa: Esto te lleva a admitir un origen común a la derecha y a la izquierda. Son como dos melodías que se superponen con diferente longitud de onda.

J.-     No sé a qué te refieres ahora.

P.-    Que si la izquierda tiene un “plan” muy bien trazado para crear un nuevo tipo de hombre al que quiere llegar a través de la revolución, y la derecha no hace más que frenar esa marcha, ambas avanzan por el mismo camino, con paso diferente, a ritmos diferentes, como el tren que avanza con fatiga porque tiene los frenos agarrotados sobre los vagones de cola. La máquina y los primeros vagones los constituirían la izquierda.

J.-     Bueno, si, de acuerdo. La derecha es toda esa superestructura cultural, de intereses económicos, de privilegios, de conceptos sociales, de posturas políticas que responden a concepciones ya superadas, que se han quedado atrás. Todo lo que se queda atrás, podrá dificultar más o menos el avance, pero está condenado irremisiblemente a la muerte. Mejor aún ya está muerto todo ello. Ahora bien, como historia no hay más que una, no tengo inconveniente en admitir que derecha e izquierda caminan en una misma dirección. Mejor diríamos, que una camina y que la otra es arrastrada por la izquierda. Pero quedará para los libros y el recuerdo, como las ruinas de Nínive.

P.-    Creo que hemos llegado a una buena conclusión. Son derecha e izquierda inconciliables entre sí, pero ambas conviven, se entrelazan y aunque tienen funciones opuestas están embarcadas en la misma marcha de la historia, como os agrada decir a vosotros los izquierdistas. ¿Acierto?

J.-     Te dije que sí, que esa es la realidad. Pero ¿a qué aludes cuando me hablas con cierto retintín de lo de la “marcha de la historia”?.

P.-    Es para hacerte aclaración, porque hablas de una manera como dogmática y absoluta. Cuando hables de la historia debes referirte a la que de hecho ha sucedido. Pero al ser la historia fruto de la libertad del hombre, lo que de hecho ha sucedido, puedo haber sucedido de otro modo.

J.-     Bueno pero ahora no estamos tratando del sujeto de la historia, y si te parece dejemos este tema. Bástenos haber llegado a una plataforma de coincidencia. La izquierda es la revolucionario y la derecha lo conservador. La izquierda es la juventud del mundo y de la historia y la derecha es la vejez y su negación.

P.-    ¿Te parece que hablemos del centro?

J.-     No merece la pena. El centro no es más que una derecha vergonzante, que quiere lavarse la cara con unas concesiones coyunturales, para poder seguir siendo derecha conservadora, retrógrada, retardataria. El centro es la sublimación del complejo de inferioridad de la derecha, la hipocresía política de toda su psicología de conservadurismo, decantada por la pasión senil de mantenerse en el poder. Y ahora te pregunto ¿Sois fachas?

P.-    Son ultraderechas como los llamáis vosotros. En todas partes hay “ultras”.

J.-     No me digas que en la izquierda hay también “ultras”…

P.-    Claro que los hay. Están para hacer de muerto a la derecha más radicalizada. ¿No has oído hablar de las diferentes facciones del partido comunista, por ejemplo, de los Sociatas, de los dogmaticos leninistas, frente a los eurocomunistas? Son los «ultras» del partido comunista, la facción más avanzada hacia la revolución que urge.

J.-     ¿Entonces según tú, no hay más que derechas e izquierdas con más o menos fiebre en sus respectivas posturas?

P.-    Es así y tienes que reconocerlo si eres sincero. No puedes señalar otra posición distinta.

J.-     Bien, y ¿a dónde van a parar?

P.-    Te voy a responder a lo que me preguntaste al principio. No somos, ni queremos ser ni de izquierdas ni de derechas, ni de centro, ni de esto ni de aquello. Nuestra actitud intelectual, espiritual, va por otro asnino completamente diverso de ese amasijo de izquierdas y derechas.

J.-     Vamos al final va a resultar que os queréis salir de…de… Europa.

P.-    Exactamente. No queremos ser solidarios de una construcción de Europa que se hizo con el objetivo de destruir la Civilización cristiana que llamamos Cristiandad. Queremos ser anteriores espiritualmente a ese mundo desquiciado que de tumbo en tumbo ha venido desde la reforma protestante a los doscientos millones de muertos de la última guerra mundial. La Europa de Lutero, de Voltaire, de Carlos Marx, Roueseau y de Lenin no es la nuestra. La Europa de los latrocinios del capitalismo, de los campos de concentración, de la democracia liberal y del fascismo, no es la nuestra. La Europa de las obsesiones nacionalistas y del marxismo y la revolución soviética, no es la nuestra.

J.-     Pero todo eso es una tontería. Vivimos en el S. XX.

P.-    Vosotros os consideráis orgullosos de toda esa Europa y de su legado revolucionario. Y queréis llevarlo al extremo final con la desaparición de toda religión. ¿Es o no es verdad?

J.-     Pero si no sois solidarios de ese mundo, después de cuatro siglos, ¿no me vas a decir, tú y los que pensáis como tú, que habéis caído de un platillo volante y que procedéis de un mundo extraterrestre?

P.-    No somos solidarios como tú dices de esa Europa. Somos solidarios de la Cristiandad. Oprimida por las fuerzas que han ido dominando Europa, ha seguido viva y operante en millones de hombres, la idea de la Cristiandad. Cristiandad es la organización de todos los pueblos bajo la verdad revelada de que todos los hombres somos peregrinos hacia la verdadera patria del cielo, y debemos construir la tierra digna morada del hombre libre, redimido y llamado a la salvación.

J.-     Pero esto es religiosismo, y estamos hablando de cosas humanas.

P.-    Millones de hombres, han trabajado en Europa para que no se pierda la idea de Cristiandad, para que llegue un día feliz para todos los habitantes de Europa y de todo el mundo en que se pueda reconstruir lo que se destruyó de la Cristiandad por todo lo que ha venido desde el Protestantismo hasta aquí. Esto no es religiosismo. Esto es trabajar con un ideal religioso, en la construcción de un mundo, que no se asfixia con derechas e izquierdas y con guerras aniquiladoras de la especie humana.

J.-     Pero no soñemos, no hablemos de historia-ficción. Estamos en el mundo socialista o en el mundo capitalista. No busquemos evasiones de psicópata. Todo lo que me dices es un sueño, es salirse por la tangente, huir de la realidad.

P.-    Amigo, la realidad cambia. El hombre libre es capaz de cambiar el curso de los acontecimientos y Dios puede en un momento inesperado, hacer coincidir unas personas o unas circunstancias que den un vuelco radical a la marcha de los hechos.

J.-     Pero esto hoy es imposible. No vais a ningún lado. La enfermedad de la nostalgia de la inadaptación. Os quedareis en la cuneta, seréis bichos de museo.

P.-    Muy al revés. La realidad en el siglo I era Nerón y el colosal imperio romano. Pedro y Pablo vivían en la cárcel y murieron bajo la fuerza de aquellos tiranos. Hoy sobre las ruinas del colosal imperio, se levanta la cúpula que cubre el sepulcro de S. Pedro. El pueblo judío, vivía la realidad de en destierro en Babilonia. La realidad era el imperio invencible de Nínive. Hoy el pueblo judío ha recuperado su patria, y es uno de los árbitros políticos de todo el mundo. Colón era un iluso, porque quería llegar a Asia por Occidente. Y su ilusión, se circunvaló la tierra y se descubrió el continente americano. Don Pelayo era otro iluso en Covadonga. Su pobreza le hacía vivir en las cuevas con las alimañas. La realidad era el Califato omnipotente de Córdoba. Ocho siglos después, Granada se cubría con el estandarte do los Reyes Católicos y España era la primera potencia cultural y militar del mundo.

J.-     ¿Queréis que volvamos al Siglo XIII?

P.-    Lo que queremos es que los hombres libres, puedan seguir caminando en una sociedad libre, sin estar sometidos a los poderes tiránicos de las derechas y de las izquierdas, como en las tiranías democráticas, socialistas, totalitarias y marxistas de hoy. No queremos que la historia vaya hacia atrás, lo que queremos es que precisamente avance, progrese, adquiera a nuevas cotas de libertad, bienestar y felicidad. Que se concluya la historia comenzada en los siglos de la libertad y se siga la construcción de la ciudad terrena a medida del hombre real y no de las entelequias socialistas, marxistas o liberales.

J.-     Según vosotros tendremos que vivir todos en catedrales y dedicarnos a construir catedrales… No me interesa esa civilización…

P.-    Eso es mentira. Las catedrales las edificaron sociedades libres para progresar en el camino de la libertad. Los campos de concentración, las cámaras de gas, los barracones de la muerte, los misiles intercontinentales, la locura del holocausto atómico, lo han hecho hombres esclavos para matar esclavos. Han prostituido hasta la ciencia y la técnica, convertida en arte de matar. ¿Te entusiasma una sociedad que a creado todas esas maravillas, más que la que ha levantado los símbolos del arte, de la libertad y de la unidad de los hombres en el verdadero espíritu de la Cristiandad? No queremos, volver atrás, lo que queremos es seguir, avanzar…

J.-     Pero eso es cosa de ilusos, y permite que te lo, diga. Son poquísimos los que piensan así.

P.-    Te equivocas una vez más. Serán pocos los que sepan formularse las cosas de esa manera, por así decir en voz alta y razonándolas de una manera lógica y con conocimiento de la historia. Pero son millones y millones de hombres, la mayor parte de los hombres del mundo entero, los que están hartos de este tinglado al que ha venido a parar nuestro mundo llamado moderno, que no ha hecho más que resucitar la esclavitud de las pirámides y de los faraones. Millones de obreros en Polonia, en Rusia, en España, en toda Europa, en América, en el Japón y en la a India y China; millones de hombres de condición negra en África, vejados y oprimidos, por la tiranía capitalista y marxista. Todos esos millones de hombres, están en el subconsciente esperando que se derrumbe definitivamente la realidad presente, para dar lugar a algo nuevo. Una nueva humanidad, que viva libre y armónica en un mundo nuevo, hecho a medida del hombre, en el que el hombre sea dueño y señor, y no un esclavo de otros hombres o de las cosas.

J.-     Bien, veo que sois contestarios de todo. ¿No es así?

P.-    No. Contestarios de un mundo que se ha apartado del proyecto inicial. De un mundo que no ha avanzado, sino que ha retrocedido, hacia el terror de los primitivos hombres ante el incendio del primer bosque.

J.-     Pues esa civilización de la que abomináis ha llegado a la luna.

P.-    Sí, y al suicidio nuclear. Ha fabricado también jabón de grasa humana en los campos nacis de concentración, ha frenado el crecimiento de población en Rusia en más de doscientos millones de seres. Es la civilización que se autodestruye con la droga y el descuartizamiento de los niños antes de nacer. Es en verdad el avance hacia el cementerio. Me ridiculizabas antes con lo de la catedral. Hoy hasta el Kremlin guarda celosamente las catedrales. ¿Qué es mejor, construir la catedral de san Boleslao o de Reims o Burgos, o construir un Persing II a un SS. 20 con cabezas nucleares de más poder que cien bombas de hidrógeno?

J.-     Y ¿dónde está ese proyecto que decís está abandonado?

P.-    A pesar de la persecución, a pesar de las marginaciones que nos ha sometido el mundo de las izquierdas y de las derechas, nunca le han faltado al pueblo, pensadores, santos, intelectuales, hombres fieles a la tradición y en último término mártires. Ellos han mantenido el ruego sagrado y hoy por la gracia de Dios sabemos bien claro qué es lo que hay que hacer para esa reconstrucción. San Ignacio, Santa Teresa, san Pio X, el Beato Ezequiel, canonizado por Pablo VI, San Maximiliano Kolbe, canonizado por Juan Pablo II, nada tienen que ver con Lutero, Calvino, Robespierre o Stalin. Tampoco Vázquez de Mella, Donoso Cortés, Menéndez Pelayo, Balmes, y Pio XII nada tienen que ver con Hitler, ni con Bismark, ni con Riohelieu. Y lo mismo te podría decir de contemporáneos nuestros. La derecha y la izquierda se han quedado como objetos inservibles.

J.-     ¿No crees que todo eso es como un afán de hacer Historia Sagrada? No sé si me explico.

P.-    Ante el enorme fracaso actual que es un fracaso en todos los órdenes, los hombres buscan reencontrarse de nuevo con la verdad, convencidos de que solo la verdad les hará libres. Eso no es Historia Sagrada, sino la verdadera historia de los hombres que por la bondad de Dios se hace sagrada al corresponder el hombre al ideal de Dios. Ten presente que hemos de hacer a este mundo primeramente humano y de humano divino.

J.-     ¿Cómo llamáis a ese ideal que ya veo que más que político y social, es global, es por así decir de la totalidad de la dimensión del hombre como ser social y como persona?

P.-    Es lo que llamamos trabajar para la realización de la soberanía social de Nuestro Señor Jesucristo.

J.-     ¿Y en que consiste, por así decir de una manera sintética?

P.-    En que todas las naciones, todos los pueblos, todas las instituciones públicas, reconozcan a Jesucristo como fuente de inspiración de todos sus actos, y sean regidas por la doctrina de Jesucristo. Restaurar e instaurar todas las cosas de la vida de los hombres en Jesucristo.

J.-     ¿Ocurrirá esto alguna vez? ¿No es un proyecto utópico?

P.-    Como todas las cosas humanas, tendrá siempre en sí imperfecciones y limitaciones, porque no hay más que una Jerusalén sin defecto alguno que es la ciudad de Jerusalén del cielo. Pero es tarea nuestra preparar esos caminos y vivir ese ideal con ilusión. Este mundo no está abocado a su autodestrucción. Este mundo tiene una salida, y tiene remedios y solución a todos sus males. Hemos de trabajar para que Jesucristo sea Rey y Señor de toda la sociedad. Entonces vendrá la paz y la libertad que anhelan todos los hombres.

J.-     Veo que tú estás ilusionado con lo que me dices.

P.-    Te diré que muchas veces yo pienso si el Señor Jesús que me convirtió de mi vida de pecado, cambió mi pensamiento y mi corazón para pensar así, ¿por qué no puede cambiar la sociedad por entera en su día, que tal vez no está lejano? Lo que no es posible para los hombres, es posible para Dios.

J.-     No con afán de quitarle importancia a lo que dices, sino por curiosidad: ¿Son muchos los universitarios, y jóvenes obreros o estudiantes los que pensáis así?

P.-    Sí, somos muchos. Nuestro Centro de Chicas, Chicos, de San Luis Gonzaga tiene está manera de pensar, esta ilusión. Pero te digo que son miles, miles en toda España y en todo el mundo los que estamos unidos por esta idéntica forma de sentir y concebir las cosas. No hay diferencia de razas ni de pueblos o continentes. Trabajemos todos nosotros, seamos muchos o pocos, que eso no importa. Que el Reinado social de Jesucristo en la tierra, sea fruto de nuestro trabajo que para poco sirve, y sobre todo nuestra súplica y del regalo de Dios a nuestra incapacidad.

Meridiano Católico Nº 73, enero de 1984

Entradas recientes →
febrero 2014
L M X J V S D
 12
3456789
10111213141516
17181920212223
2425262728  
« Ene   Mar »

Introduce tu dirección de correo electrónico para seguir este Blog y recibir las notificaciones de las nuevas publicaciones en tu buzón de correo electrónico.

Unión Seglar de San Antonio María Claret

P. José María Alba Cereceda, S.I.

palba2

Archivos

Categorías

  • Artículos (1.171)
  • Artículos – Contracorriente (919)
  • Carta Dominical (118)
  • Chispicas (266)
  • Cosicas (108)
  • De Hispanoamérica (1)
  • Dominicas (266)
  • El Coladero (1)
  • El nacimiento de la España moderna (75)
  • Francisco franco (176)
  • Guerra Campos (286)
  • Hemos leído (99)
  • Hispanoamérica. La verdad (192)
  • Historia de España (57)
  • Hitos (175)
  • Imagén – Contracorriente (132)
  • La Iglesia vive de la Eucaristia (22)
  • La voz de los santos (154)
  • Magisterio (38)
  • Meditaciones de la Virgen (174)
  • Mensajes de fe (214)
  • Miguicas (265)
  • Mojones (184)
  • Mostacicas (265)
  • Noticas (10)
  • Oraciones (391)
  • P. Manuel Martínez Cano (736)
  • Padre Alba (268)
  • Palabras de Dios (94)
  • Para pensar (27)
  • Pensamientos (99)
  • Pensar es sano (111)
  • Sabaticas (266)
  • Santos (111)
  • Semillicas (265)
  • Sintonía con la jerarquia (184)
  • Uncategorized (1.327)
  • Vida mixta (13)
  • Vida religiosa ayer, hoy y mañana (22)

Ejercicios Espirituales predicados por el P. Cano

Meditaciones y Pláticas del P. José María Alba Cereceda, S.I.

Varios volumenes de apóx. 370 páginas. Precio volumen: 10 €. Pedidos: hnopablolibros@gmail.com

Twitter Papa Francisco

Mis tuits

Twitter P. Cano

Mis tuits

“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

"Odiad el mal los que amáis al Señor." Salmo 97, 10.

"Jamás cerraré mi boca ante una sociedad que rechaza el terrorismo y reclama el derecho de matar niños." Monseñor José Guerra Campos.

¡Por Cristo, por María y por España: más, más y más!

www.holyart.es

Blog de WordPress.com.

  • Suscribirse Suscrito
    • Contracorriente
    • Únete a otros 279 suscriptores
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Inicia sesión.
    • Contracorriente
    • Suscribirse Suscrito
    • Regístrate
    • Iniciar sesión
    • Denunciar este contenido
    • Ver el sitio en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra
 

Cargando comentarios...