Me lo contó un amigo. Esperaba que salieran de la parroquia unos compañeros. Los feligreses que iban saliendo echaban mientes de lo bien que había predicado el párroco. Se hicieron algunos corrillos y el que estaba junto a él, echaban más mientes sobre la homilía: que si la tolerancia, que si la solidaridad, que si el respeto por las ideas… de Cristo y de la Virgen María, nada de nada; del infierno idem de idem.

DSCF6802Como alguno del corrillo, de vez en cuando, le miraba de reojo, mi amigo les recordó que Cristo dijo a los que tenía frente a Él: hipócritas, raza de víboras, sepulcros blanqueados, generación mala y perversa… La verdad y la caridad están por encima de todas las tolerancias, respetos y solidaridades. Acepto esas ideas, pero a la luz de Cristo, a la luz de los diez mandamientos de la ley de Dios y de la Santa Madre Iglesia.

La que parecía ser la teóloga del grupo, dijo que no había que ser nunca violentos. “Pues mire usted, Cristo fue violento.”· Recuerde que expulsó a los vendedores del Templo con un látigo que Él mismo se hizo. Respuesta de la teóloga: esa fue la única vez que Cristo se equivocó. Cristo es Dios y Dios nunca se equivoca. Y cuando venga a juzgar a vivos y muertos, dará a cada uno según sus obras. Tengamos muy presentes estas palabras de Cristo: id malditos al fuego eterno, venid benditos al Cielo eterno.

San Bernardo nos dice: “María es la esperanza de los desesperados”; “El verdadero servidor de María no perecerá nunca”; “Oh María, tu eres la Reina de la misericordia, y yo soy el más miserable de los pecadores; yo soy, por tanto, el primero de tus súbditos”; “María se hace todo a todos”. Dalo a conocer como buen hijo de María.

 Manuel Martínez Cano, mCR