263. Pero cuán difícil es a pecadores como nosotros tener el permiso, la capacidad y la luz para entrar en un lugar tan alto y tan santo, que está guardado, no por un querubín, como el antiguo paraíso terrestre, sino por el mismo Espíritu Santo, que se hizo dueño absoluto de él, y que lo ha llamado Huerto cerrado (Cant. 4,12). María está cerrada; María está sellada; los desgraciados hijos de Adán y Eva, echados del paraíso terrestre, no pueden entrar en este paraíso sino por una gracia particular del Espíritu Santo de que deben hacerse merecedores.
264. Después que se ha alcanzado por la fidelidad esta insigne gracia, es menester permanecer en el Corazón de María con complacencia, reposar en él en paz, apoyarse en él con confianza, esconderse en él para seguridad, y darse a él sin reserva, a fin de que en este virginal seno el alma sea bien alimentada con la leche de su gracia y de su misericordia maternal; se despoje de las turbaciones, temores y escrúpulos y se ponga en seguridad contra todos sus enemigos: el mundo, el demonio y el pecado que jamás han estado allí: por esto dice, que los que obran con ella no pecarán: Los que están conmigo no pecarán; es decir, aquellos que están en espíritu con la Santísima Virgen no pecarán: finalmente, para que ella se forme en Jesucristo y a Jesucrlsto en ella; porque su seno es, como dicen los Santos Padres, la sala de los sacramentos divinos en donde se han formado Jesucristo y todos los elegidos: El Hombre y el hombre en ella nacieron.
265. 4.º Por último, es necesario hacer todas nuestras acciones para María. Porque como estamos dedicados a su servicio, es justo que todo lo hagamos para Ella como un criado, un siervo o un esclavo; no que la tomemos como el último fin de nuestras acciones, que es sólo Jesucristo, sino por nuestro fin próximo, nuestro misterioso medio y manera segura para ir a él. Así como un buen siervo y esclavo, es necesario no permanecer ociosos, sino emprender y hacer grandes cosas para esta augusta Soberana, apoyados en su protección. Es necesario defender sus privilegios, cuando se los disputan; es necesario sostener su gloria, cuando se la ataca; llevar todo el mundo, si se puede, a su servicio y a esta sólida y verdadera devoción; hablar y escribir contra los que abusan de su devoción para ultrajar a su Hijo, y al propio tiempo establecer esta verdadera devoción; es necesario no pretender de ella, como recompensa de estos pequeños servicios, más que el honor de pertenecer a una tan amable Princesa y la felicidad de estar por Ella unidos a Jesús Hijo en el tiempo y en la eternidad.
¡Gloria a Jesús en María!
¡Gloria a María en Jesús!
¡Gloria a sólo Dios!
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