1. LA BUSQUEDA DE DIOS
Desde el inicio de la historia hasta el día de hoy los hombres han expresado su relación con Dios por medio de sus creencias y costumbres religiosas (oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). De tal manera que el hombre aparece en la historia como un ser esencialmente religioso. La relación con Dios exige de la persona el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, la humildad de corazón y el testimonio de otros hombres y mujeres que le enseñen a buscar a Dios.
La persona que sinceramente busca a Dios descubre ciertas “vías” o caminos para llegar al conocimiento de Dios. Son argumentos de razón convincentes que partiendo de la creación permiten llegar a la certeza de la existencia de Dios.
Los más famosos argumentos de razón, para demostrar la existencia de Dios, son las llamadas “cinco vías” de Santo Tomás de Aquino. Con los argumentos del doctor Angélico y el sentido común el hombre llega al conocimiento de la existencia de Dios.
Werner Heisemberg, el físico que ha revolucionado la ciencia del siglo XX, Premio Nobel, ha dicho: “Es posible establecer contacto entre el alma y Dios, de la misma manera que un ser humano puede establecer contactos con otros seres humanos. Lo que sí creo cierto es en Dios y que de Él viene todo. Las partículas atómicas tienen un orden y una armonía que tienen que haber sido impuestas por alguien”.
2. EL SER NECESARIO Y ETERNO
Una de las cinco vías de Santo Tomás es la del Ser necesario.
Alguien ha tenido que existir eternamente. Porque, si en un momento determinado no hubiese existido algo, en dicho momento no existiría nada; y como de la nada no puede salir cosa alguna, tampoco existiríamos nosotros ahora.
Pero como estamos seguros de que nosotros existimos, necesariamente hemos de reconocer que algo, o alguien, ha existido siempre. A este ser eterno le damos el nombre de Dios.
Junto a nosotros hay otros seres. La existencia del mundo visible también es evidente. Alguien ha tenido que hacer las maravillas de nuestro entorno. Hay quienes afirman que ese alguien es la naturaleza o la materia. A esta objeción responde la ciencia afirmando que la materia no es eterna, que empezó a existir.
El universo, la naturaleza, no se ha hecho a sí misma, porque ha empezado a existir. Necesariamente, pues, tiene que existir una causa fuera de la naturaleza que lo ha creado todo. Esta causa es sobrenatural. Y a esta causa sobrenatural es a la que damos el nombre de Dios.
Alfredo Kastler, Premio Nobel de Física, ha dicho: “La idea de que el mundo, el universo material, se ha creado a sí mismo, me parece absurda. Yo no concibo el mundo sino con un Creador, por consiguiente, Dios. Para un físico un sólo átomo es tan complicado, supone tal inteligencia, que un universo materialista carece de sentido”.
3. EL ORDEN DE LA CREACIÓN
Observemos ahora al mundo creado. ¿Qué vemos en su conjunto? En el campo microscópico vemos el mundo fascinante de los átomos, las moléculas, los electrones, etc., con unas leyes y reglas que dan la sensación de una inteligente ordenación de todos estos elementos simples.
Si contemplamos la naturaleza, nos encontramos con uno de los fenómenos más sorprendentes de la creación: la vida, con una complejidad y unas realizaciones muchísimo más admirables que el cerebro electrónico más perfecto construido por el hombre.
Si de los seres vivientes observamos al hombre, el asombro crece ante la diversidad de sus órganos y de sus funciones. Porque además de todas las características de los seres vivos, tiene la particularidad de sus facultades espirituales, la inteligencia y la voluntad, que le hacen ser considerado como el rey de la creación.
Si dejamos la tierra y observamos el universo, nuestro asombro seguirá aumentando ante los enormes astros que se desplazan a velocidades fantásticas, con un orden matemáticamente calculado.
Esta armonía, este orden que observamos en todas las cosas, presupone una sabia organización y una poderosa inteligencia ordenadora. A esta inteligencia ordenadora damos el nombre de Dios.
Copérnico, eminentísimo astrónomo, dijo: “Si existe una ciencia que eleve el alma del hombre y la remonte a lo alto en medio de la pequeñez de la Tierra, es la Astronomía, pues no se puede contemplar el orden magnífico que gobierna el Universo sin mirar ante sí y en todas las cosas al Creador mismo, fuente de todo bien”.
4. EL MOTOR INMÓVIL
La materia está sujeta al principio de inercia, no puede moverse por sí sola. Sin embargo, todos admiramos la prodigiosa maravilla del variadísimo y ordenadísimo movimiento del universo. Millones de estrellas, bolas gigantescas de masas impresionantes van a enormes velocidades por el espacio. La Tierra va a 10.000 Km. por hora, y el Sol a 300 Km. por segundo.
Este movimiento de las estrellas es tan exacto que se puede hacer el almanaque con muchísima anticipación, anunciando el día que ocurrirá un eclipse, la hora, cuánto durará, qué parte de la Luna o del Sol se ocultará, desde que punto de la Tierra será visible, etc..
Ahora bien, si un coche no se pone en marcha por sí solo, ¿quién ha puesto en movimiento esos millones de estrellas de masas tan impresionantes? Es el motor inmóvil que ha puesto la fuerza motriz en todas las cosas. Ese motor inmóvil, origen de todo movimiento, es Dios.
James B. Irwin, que tomó parte en el primer vuelo espacial lunar del 26 de Julio de 1.971, confiesa que su descenso y su paseo por la Luna fueron más que una empresa científica; le devolvieron la fe perdida: “Mientras nuestros cuerpos subían hasta los cielos, nuestros espíritus también se elevaban. Cuando entramos en el espacio, tuvimos una visión nueva de nosotros mismos, de la Tierra y de la proximidad de Dios… el sentido de la presencia de Dios y el sentimiento aplastante de que Él estaba con nosotros es algo que solamente he podido comprobar algún tiempo después del vuelo”.
5. LA VIDA EN LA TIERRA
La Geología enseña que la Tierra estuvo sin vida durante el período azoico ¿Cómo empezó la vida en el período paleozoico? ¿Por generación espontánea, como dicen los materialistas, o por Dios, que crea a todo ser viviente, como dice la Biblia?.
Pasteur, Tindall, Burke, Maumns, etc… han demostrado científicamente que la generación espontánea es un absurdo.
La teoría de que la vida ha venido a la Tierra en gérmenes procedentes de otros astros ha sido también rechazada por la ciencia, porque esos gérmenes tenían que haber perecido en su camino por el frío excesivo, por la falta de humedad y por la acción de los rayos ultravioletas; y en todo caso habría que preguntarse cómo empezó la vida en esos supuestos astros.
La materia no puede dar lo que no tiene. De lo inerte no brota vida; un ser orgánico no puede proceder de un ser inorgánico. Todos los seres vivos, células, plantas, animales, hombres, etc… proceden de otro ser vivo. La vida que vemos en la tierra la tuvo que dar un ser vivo. Ese ser vivo es el Creador y Señor de todas las cosas; Dios todo-poderoso.
Jorge Wold, biólogo de la Universidad de Harvard, Premio Nobel, ha dicho: “No hay ninguna oposición entre la aceptación de la explicación científica del origen de la vida y la creencia en Dios, pues Éste es el autor de las leyes que rigen el proceso biológico”.
6. LA CONCIENCIA MORAL
Es un hecho de experiencia normal y constante que el hombre siente en sí mismo el deber de la ley moral que le obliga en conciencia a hacer el bien y evitar el mal.
La conciencia del deber, de hacer el bien no se explica sin la existencia de un Supremo Legislador, único que puede hacer sentir en la conciencia del hombre ese deber y esa obligación de una manera universal, constante y eficaz, aunque contraríe los propios intereses y pasiones desordenadas. Ese Supremo Legislador es Dios.
Juan Zaragüeta, Catedrático de la Universidad de Madrid afirma que, además de las leyes de la Naturaleza, las leyes de la conciencia hablan de la existencia de Dios “pues nadie se manda a sí mismo, sino que la conciencia recibe las órdenes de un Ser superior a ella, que es precisamente Dios”.
7. EL SENTIDO COMÚN
La existencia de Dios es connatural al alma humana, la descubre el sentido común. Una de las cosas que más fácilmente aprende el niño y que más imperiosamente le domina es la existencia de Dios. Y el adulto no puede sustraerse a la objetividad de la existencia de Dios, verdaderamente avasalladora, si está libre de prejuicios y pasiones desordenadas.
Nadie acepta que el reloj que lleva en la muñeca se ha hecho solo, porque la existencia de su reloj supone la existencia de una inteligencia y un poder que lo ha inventado y hecho.
De la misma manera que el reloj reclama la existencia de una inteligencia y un poder, el mundo con su variedad, con su conjunto innumerable de seres a cuál más maravilloso, con su orden y movimiento, presupone una inteligencia y un poder infinitos. Esa inteligencia y poder infinitos la tiene Dios, principio y fin de todas las cosas. No hay reloj sin relojero, no hay mundo sin Creador.
A. Compton, profesor de Física en la Universidad de Chicago, ha dicho: “Lejos de estar en conflicto, la Ciencia se ha hecho aliada de la Religión. Al aumentar nuestros conocimientos de la naturaleza, nos hemos relacionado mejor con el Dios de la naturaleza. Naturalmente, son muy pocos los modernos hombres de ciencia que defienden una actitud atea”.
8. EL ATEÍSMO
Ateo es el que niega la existencia de Dios. Lógicamente no debería haber ateos, pues las razones de la existencia de Dios son asequibles a cualquier inteligencia, de tal modo que toda persona sensata y razonable puede conocer la existencia de Dios.
Sin embargo, hay hombres y mujeres que viven como si Dios no existiera. También hay políticos ateos que procuran desterrar a Dios de la sociedad. Incluso no han faltado ateos especulativos que han inventado hipótesis y sistemas ideológicos, para explicar el mundo y todas las cosas sin Dios, y así relegar a Dios a la categoría de mito; pretensión inútil, pues nada han conseguido.
El ateo afirma que Dios no existe, pero no tiene pruebas para demostrar que Dios no existe, porque no las hay. El ateísmo es, pues, una profesión de fe en la inexistencia de Dios. El ateo no tiene razones para justificar su posición.
Francisco González de Posada, Rector de la Universidad de Santander y Catedrático de Física, ha dicho: “La ciencia de hoy no le da al ateo ningún dato que le confirme en su ateísmo”.
“No hay más que dos clases de personas a las que se pueden llamar razonables: aquellos que sirven a Dios con todo su corazón, porque lo conocen, o aquellos que buscan a Dios con todo su corazón, porque no lo conocen” (Pascal).
“Yo quisiera poder ver un hombre sobrio, moderado, casto, equitativo… que negase la existencia de Dios y la inmortalidad del alma. Ése, al menos, hablaría sin interés, pero un hombre así no se encuentra” (La Bruyère).
“Nadie niega a Dios, sino quien tiene interés en que Dios no exista” (San Agustín).
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