La recepción del sacramento del matrimonio es una superestructura. Muchos dicen que basta el matrimonio civil.
-Esto no lo puede decir ningún católico. Pío IX escribía así a Víctor Manuel, el 19 de septiembre de 1852: «Dogma es de fe que el matrimonio ha sido elevado por Nuestro Señor Jesucristo a la dignidad de Sacramento; y es doctrina de la Iglesia católica que el Sacramento no es una cualidad accidental adjunta al contrato, sino que es de esencia del mismo matrimonio, fuera del cual no hay sino concubinato. Una ley civil, que suponiendo divisible para los católicos el Sacramento del contrato matrimonial, pretenda regular la validez, contradice a la doctrina de la Iglesia, invade los derechos inalterables de la misma, y equipara el concubinato con el Sacramento del matrimonio, sancionando el uno por tan legítimo como el otro». Y en la misma carta, añadía Pío IX: «Disponga el poder civil de los efectos civiles que se derivan de las bodas; pero deje a la Iglesia regular su validez entre cristianos. Parta la ley civil de la validez o invalidez del matrimonio como sea determinado por la Iglesia; y arrancando de este hecho, constituir el cual está fuera de su esfera, disponga entonces de los efectos civiles». Esta es la buena teología. Y no ha cambiado, a pesar de la prensa y los pregoneros del matrimonio civil, en nuestros días.
6 -Se dan razones para abonar el matrimonio civil. Se dice que la esencia del matrimonio es el amor. Y que cuando termina el amor, termina el matrimonio.
-Hay que distinguir el concepto de amor. El amor es algo tan serio y total que necesita perpetuidad. Pero el amor no es meramente algo pasional, sino que se funda en la voluntad de cumplir los fines del matrimonio.
Puede desaparecer por las causas que fueren la atracción y la simpatía. Pero permanece el cumplimiento del deber contraído en el matrimonio. El compromiso no se destruye por un vaivén sentimental. Y la libertad de los cónyuges terminó el día en que se casaron. Son libres para casarse, pero consumado voluntariamente el matrimonio, las obligaciones del mismo permanecen intangibles. Y esto no es condenar a nadie a una vida cruel e insoportable. Está demostrado que los hijos de los divorciados son las grandes víctimas de este concepto novelero del amor. Como si un hombre y una mujer fueran unos animales sin inteligencia ni personalidad para aceptar el compromiso más capital de su existencia humana
7 -Pero, ¿cómo van a contraer matrimonio sacramental personas que no practican la religión?
-Que unos bautizados no practiquen la vida cristiana no justifica que acumulen más disparates sobre los que ya arrastran. Ni se pueden dar cauces legales para que esto se legalice. Es propio de mentes torpes proclamar que hay que recoger en la vida jurídica lo que está en la calle y que hay que desdramatizar estas situaciones.
En este caso también se podría legalizar los secuestros, los robos, los atracos, los crímenes, porque también están en la calle. Precisamente el sentido religioso que lleva a algunos, incluso por razones sociológicas, a pedir el matrimonio canónico, es un momento precioso para que recapaciten sobre verdades religiosas que tienen olvidadas. Es un puritanismo farisaico marginar a los que, por dejadez, ignorancia, u otros motivos, al encontrarse con la ocasión del matrimonio, son expulsados prácticamente de la Iglesia colocándolos en una situación de pecado público. Ni se diga que estamos en una sociedad pluralista y que por tanto la legislación no debe conformarse con una determinada concepción de la vida. Es que el cristianismo no es «una concepción de la vida», sino que es la única manera válida de entender la vida. Es un auténtico maniqueísmo propugnar que la ley civil admita el divorcio, mientras que los que se sientan católicos no lo acepten.
Es que la ley civil no tiene autoridad para formar matrimonios, porque el matrimonio civil no es válido. Y es sencillamente escandaloso que se quiera dar una formalidad legal y respetable a lo que no pasa de concubinato, que ya lleva muchos siglos de existencia en la historia.
8 -Entonces, ¿qué debe hacerse con los que quieren contraer el matrimonio y no son practicantes?
-En la pastoral de la Iglesia hay todo un abanico de medios de apostolado. Desde la catequesis, las asociaciones juveniles, los Ejercicios Espirituales, las misiones populares, la predicación sagrada. Si se aventan estos medios, inmediatamente repercute en las familias y en todos los ambientes. Es como si a una persona sana y fuerte, para probar su vitalidad, se le inyectara un virus cancerígeno. Normalmente tendría que morir. Pero no se puede negar que el proyecto, en sí ya era criminal. Así ocurre en la sociedad cristiana cuando se queman todos los sistemas tradicionales de apostolado y se da rienda suelta a cualquier ideología, ateísmo, error. El resultado de esta calamidad es lo que ocasiona lo que algunos llaman «sociedad pluralista ». Lo han prefabricado, y el resultado está a la vista.
Así han podido engañarse en que han pasado los tiempos de cristiandad y que hay que aceptar la realidad sociológica. Pero es fruto de la falta de fe de los pastores y de interés sobrenatural para el bien de los que han de contraer matrimonio. También ellos inyectan algo peor que virus malignos. Y el fracaso de estos falsos matrimonios y de víctimas inocentes en sus hijos hay que cargarlo en los que han provocado esta secularización premeditada y «científicamente» provocada.
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