Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 5 marzo, 2014

Catecismo Social de la Iglesia L (50)

05 miércoles Mar 2014

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La recepción del sacramento del matrimonio es una superestructura. Muchos dicen que basta el matrimonio civil.

catecismo social-Esto no lo puede decir ningún católico. Pío IX escribía así a Víctor Manuel, el 19 de septiembre de 1852: «Dogma es de fe que el matrimonio ha sido elevado por Nuestro Señor Jesucristo a la dignidad de Sacramento; y es doctrina de la Iglesia católica que el Sacramento no es una cualidad accidental adjunta al contrato, sino que es de esencia del mismo matrimonio, fuera del cual no hay sino concubinato. Una ley civil, que suponiendo divisible para los católicos el Sacramento del contrato matrimonial, pretenda regular la validez, contradice a la doctrina de la Iglesia, invade los derechos inalterables de la misma, y equipara el concubinato con el Sacramento del matrimonio, sancionando el uno por tan legítimo como el otro». Y en la misma carta, añadía Pío IX: «Disponga el poder civil de los efectos civiles que se derivan de las bodas; pero deje a la Iglesia regular su validez entre cristianos. Parta la ley civil de la validez o invalidez del matrimonio como sea determinado por la Iglesia; y arrancando de este hecho, constituir el cual está fuera de su esfera, disponga entonces de los efectos civiles». Esta es la buena teología. Y no ha cambiado, a pesar de la prensa y los pregoneros del matrimonio civil, en nuestros días.

6 -Se dan razones para abonar el matrimonio civil. Se dice que la esencia del matrimonio es el amor. Y que cuando termina el amor, termina el matrimonio.

-Hay que distinguir el concepto de amor. El amor es algo tan serio y total que necesita perpetuidad. Pero el amor no es meramente algo pasional, sino que se funda en la voluntad de cumplir los fines del matrimonio.

Puede desaparecer por las causas que fueren la atracción y la simpatía. Pero permanece el cumplimiento del deber contraído en el matrimonio. El compromiso no se destruye por un vaivén sentimental. Y la libertad de los cónyuges terminó el día en que se casaron. Son libres para casarse, pero consumado voluntariamente el matrimonio, las obligaciones del mismo permanecen intangibles. Y esto no es condenar a nadie a una vida cruel e insoportable. Está demostrado que los hijos de los divorciados son las grandes víctimas de este concepto novelero del amor. Como si un hombre y una mujer fueran unos animales sin inteligencia ni personalidad para aceptar el compromiso más capital de su existencia humana

7 -Pero, ¿cómo van a contraer matrimonio sacramental personas que no practican la religión?

-Que unos bautizados no practiquen la vida cristiana no justifica que acumulen más disparates sobre los que ya arrastran. Ni se pueden dar cauces legales para que esto se legalice. Es propio de mentes torpes proclamar que hay que recoger en la vida jurídica lo que está en la calle y que hay que desdramatizar estas situaciones.

En este caso también se podría legalizar los secuestros, los robos, los atracos, los crímenes, porque también están en la calle. Precisamente el sentido religioso que lleva a algunos, incluso por razones sociológicas, a pedir el matrimonio canónico, es un momento precioso para que recapaciten sobre verdades religiosas que tienen olvidadas. Es un puritanismo farisaico marginar a los que, por dejadez, ignorancia, u otros motivos, al encontrarse con la ocasión del matrimonio, son expulsados prácticamente de la Iglesia colocándolos en una situación de pecado público. Ni se diga que estamos en una sociedad pluralista y que por tanto la legislación no debe conformarse con una determinada concepción de la vida. Es que el cristianismo no es «una concepción de la vida», sino que es la única manera válida de entender la vida. Es un auténtico maniqueísmo propugnar que la ley civil admita el divorcio, mientras que los que se sientan católicos no lo acepten.

Es que la ley civil no tiene autoridad para formar matrimonios, porque el matrimonio civil no es válido. Y es sencillamente escandaloso que se quiera dar una formalidad legal y respetable a lo que no pasa de concubinato, que ya lleva muchos siglos de existencia en la historia.

8 -Entonces, ¿qué debe hacerse con los que quieren contraer el matrimonio y no son practicantes?

-En la pastoral de la Iglesia hay todo un abanico de medios de apostolado. Desde la catequesis, las asociaciones juveniles, los Ejercicios Espirituales, las misiones populares, la predicación sagrada. Si se aventan estos medios, inmediatamente repercute en las familias y en todos los ambientes. Es como si a una persona sana y fuerte, para probar su vitalidad, se le inyectara un virus cancerígeno. Normalmente tendría que morir. Pero no se puede negar que el proyecto, en sí ya era criminal. Así ocurre en la sociedad cristiana cuando se queman todos los sistemas tradicionales de apostolado y se da rienda suelta a cualquier ideología, ateísmo, error. El resultado de esta calamidad es lo que ocasiona lo que algunos llaman «sociedad pluralista ». Lo han prefabricado, y el resultado está a la vista.

Así han podido engañarse en que han pasado los tiempos de cristiandad y que hay que aceptar la realidad sociológica. Pero es fruto de la falta de fe de los pastores y de interés sobrenatural para el bien de los que han de contraer matrimonio. También ellos inyectan algo peor que virus malignos. Y el fracaso de estos falsos matrimonios y de víctimas inocentes en sus hijos hay que cargarlo en los que han provocado esta secularización premeditada y «científicamente» provocada.

Tratado de la verdadera devoción LVI (56)

05 miércoles Mar 2014

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Suplemento

Manera de practicar esta devoción a la Santísima Virgen en el acto de comulgar

Antes de la Comunión.

todotuyomaria_logo266. 1.º Os humillaréis profundamente ante Dios; 2.º renunciaréis a vuestras disposiciones por buenas que vuestro amor propio os las haga ver; 3.º repetiréis vuestra consagración, diciendo: Tuus totus ego sum et omnia mea tua sunt: Soy todo vuestro, mi amada Señora, con todo lo que tengo; 4.º suplicaréis a esta buena Madre que os preste su corazón para recibir en él a su Hijo con las mismas disposiciones. Le representaréis que conviene a la gloria de su Hijo no ser colocado en un corazón tan manchado e inconstante como el vuestro, y que no por eso se perderá ni menoscabará su gloria, sino que si Ella quiere venir a habitar en nosotros para recibir a su Hijo, lo puede por el dominio que tiene sobre los corazones, y que su Hijo será por Ella bien recibido, sin mancha y sin peligro de ser ultrajado ni perdido. Dios está en medio de Ella, y no será conmovida (Ps. 46,6). Le diréis con la mayor confianza que todos los bienes que le habéis dado son poca cosa para honrarla, pero que por la santa Comunión queréis hacerle el mismo presente que el Padre Eterno le ha hecho, y con el cual será más honrada que si le dieseis todos los bienes del mundo; y que, en fin, Jesús, que la ama sobre todo, desea aún tener en Ella sus complacencias y su reposo, aunque sea en vuestra alma, más miserable y más pobre que el establo adonde Jesús no halló inconveniente en ir porque allí estaba Ella. Le pediréis su Corazón con estas tiernas palabras: Yo os recibo por mi todo: dadme vuestro corazón, oh María (Jn. 19,27; Prov. 4,10).

En la Comunión.

267. Poco antes de recibir a Jesucristo y después del Padre nuestro, diréis tres veces: Señor, yo no soy digno. La primera vez, al Padre Eterno, que no sois digno por vuestros malos pensamientos e ingratitudes para con un Padre tan bueno, de recibir a su Hijo único, pero que vea a María su esclava, Ecce ancilla Domini, que ruega en vos y para vos y que os da una confianza singular para con su Majestad: Porque sólo tu, Señor, has asegurado mi esperanza (Ps. 4,10).

268. Diréis al Hijo: Señor, yo no soy digno; que no sois digno de recibirle por vuestras inútiles y malas palabras, y por vuestra infidelidad a su servicio, pero que, no obstante, le suplicáis que tenga piedad de vos, que le introduciréis en la morada de su propia Madre y vuestra, y que no le dejaréis ir hasta que venga a habitar en ella: Le cogí y no lo soltaré, en tanto no lo introduzca en casa de mi madre, en la habitación de quien me dio a luz (Cant. 3,4). Suplicadle que se levante y venga al lugar de su reposo y al arca de la santificación (Ps. 131,8). Decidle que de ningún modo ponéis vuestra confianza en vuestros méritos, fuerzas y preparación, como Esaú, sino en los de María, tu querida Madre, como el humilde Jacob en los cuidados de Rebeca; que, por muy pecador y Esaú que seas, te atreves a acercarte a su santidad, apoyado y adornado de las virtudes de su Santísima Madre.

269. Diréis al Espíritu Santo: Señor, yo no soy digno; que no sois digno de recibir al modelo perfecto de la caridad a causa de la tibieza e iniquidad de vuestras acciones y de vuestras resistencias a sus inspiraciones, pero que toda vuestra confianza está en María, su fiel Esposa, y le diréis con San Bernardo: Esta es mi mayor confianza; ésta es toda la razón de mi esperanza.
Puedes rogarle también que venga a María su Esposa indisoluble; que su seno está tan puro y su corazón abrasado como nunca; y que si El no desciende a tu alrna, ni Jesús ni María se formarán en ella, ni serán dignamente hospedados.

Imitación de Cristo LVI (56)

05 miércoles Mar 2014

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Capítulo 19

De la tolerancia de las injurias
y cómo se prueba el verdadero paciente

Jesucristo.- 1. Hijo, ¿qué es lo que dices? Cesa de quejarte, considerando mi pasión y la de los otros santos.
«Aún no has resistido hasta derramar sangre» (Heb 12,4).
Poco es lo que padeces en comparación de lo que padecieron tantos, tan fuertemente tentados, tan gravemente atribulados, de tan diversos modos probados y ejercitados.
Conviénete, pues, traer a la memoria las cosas muy graves de otros, para que fácilmente sufras tus pequeños trabajos.
SagradoCorazonDeJesusY si no te parecen pequeños, mira no lo cause tu impaciencia.
Pero, sean grandes o pequeños, procura llevarlos todos con paciencia.

2. Cuánto más te dispones para padecer, tanto más cuerdamente obras y más mereces; y lo llevarás también más ligeramente teniendo el ánimo preparado y acostumbrado con diligencia.
No digas: No puedo sufrir esto de aquel hombre, ni debo aguantar semejantes cosas, porque me dañó gravemente y me levanta cosas que nunca pensé; mas de otro sufriré de grado lo que pareciere debo sufrir.
Indiscreto es tal pensamiento, que no considera la virtud de la paciencia ni mira quién la ha de galardonar; antes repara en las personas y en las injurias que le hacen.

3. No es verdadero paciente el que no quiere padecer sino lo que le parece y de quien él quiere.
El verdadero paciente no mira quién le molesta; si es su superior, su igual o inferior; si es hombre bueno y santo, o perverso e indigno; mas, sin diferencia de personas, cualquier adversidad, y cuantas veces le venga, todo lo recibe de buena gana, de la mano de Dios, y lo estima por mucha ganancia porque nada de cuanto se padece por Dios, por poco que sea, puede pasar sin mérito ante el divino acatamiento.

4. Está, pues, preparado para la batalla, si quieres tener victoria.
Sin pelear no puedes alcanzar la corona de la paciencia.
Si no quieres padecer, rehúsas ser coronado; pero si deseas ser coronado, pelea varonilmente, sufre con paciencia.
Sin trabajo no se llega al descanso, ni sin pelear se consigue la victoria.

El Alma.– 5. Hazme, Señor, posible por la gracia lo que me parece imposible por mi naturaleza.
Tú sabes cuán poco puedo yo padecer y qué presto me derriba la más leve adversidad.
Séame, por tu nombre, amable y deseable cualquier ejercicio de paciencia, porque el padecer y ser atormentado por ti es de gran salud para mi alma.

 

La invariable moral del orden político IV (4)

05 miércoles Mar 2014

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2. Límites de la neutralidad y la tolerancia política

Ciertamente, el orden político no regula directamente todos los valores. Solamente en lo que afecta al «bien común» Por eso hay un campo en que las decisiones deben ser privadas, libres, sin ingerencia del poder político, porque no competen a la jurisdicción de los gobernantes, no les toca dirigirlas (20). Y hay también un campo en que, aun dentro de la jurisdicción política, el poder ejerce la tolerancia, cuando no puede impedir algo sin causar males mayores.

guerra-camposMas la no intervención y la tolerancia no pueden extenderse a todo. Se requiere una conformidad positiva del poder político con los Valores morales, la cual comporta los tres modos siguientes:

a) Nunca legislar o gobernar contra la ley moral. (No es lo mismo tolerar que promover o legitimar.)

b) Ciertos valores hay que tutelarlos jurídica y coercitivamente. El gobernante «no puede ser un árbitro indiferente a los juicios de valor. No puede limitarse a canalizar y sancionar las corrientes de opinión». Hay valores fundamentales que tiene que servir. Ha de haber «ciertas leyes que impongan obligaciones de acuerdo con el orden moral o que impidan actuaciones contrarias al mismo. Esta coerción jurídica ha de tutelar aquellos valores que afectan a la consistencia de la misma sociedad civil; ha de impedir, por tanto, el ataque social a los valores morales y religiosos; ha de proteger los derechos inalienables  de personas e instituciones» (21).

Sin duda, esto puede exigir en algún caso que el gobernante se niegue a sancionar opiniones, aunque sean mayoritarias El Magisterio universal de la Iglesia lo ha reafirmado recientemente, por ejemplo, respecto al aborto provocado. La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, en su declaración de 1974, consideraba el argumento del pluralismo, que se aduce en favor de una liberalización de las leyes: si, junto a los católicos y otros ciudadanos que condenan el aborto, otros muchos lo juzgan licito, «¿por qué imponerles el seguir una opinión que no es la suya, sobre todo en paises en los cuales sean mayoría?» La Sagrada Congregación replica: «la vida de un niño prevalece sobre todas las opiniones. No se puede invocar la libertad de pensamiento para arrebatársela. La función de la ley no es la de registrar lo que se hace, sino la de ayudar a hacerlo mejor» (22). Una ley opuesta a la ley natural no seria ley.

De manera semejante la Comisión Episcopal Española para la Doctrina de la Fe, en 1974: «El pluralismo social existente no puede justificar la legalización del aborto. Los valores éticos fundamentales… nunca pueden subordinarse a ese pluralismo social.

Y el Episcopado Francés había dicho que en esa materia «el papel de la legislación no debe ser sino represivo».

c) Y allí donde no llega la coerción jurídica (el campo en que el poder político «no regula», o bien «tolera») subsiste el deber simultáneo de facilitar, favorecer positivamente los bienes mora!es extrapolíticos. Esto exige:

‑Reconocerlos, respetarlos. No atacarlos. No crear condiciones adversas: ni por «desinterés», ni por «totalitarismo político» o pretensión de configurar desde la político todo el vivir humano (tentación que se da por igual en formas pluralistas «democráticas» y en formas de poder concentrado).

‑Además, crear condiciones propicias‑ entre ellas, la de no permitir el mal sin razón suficiente, cuando ello incita al mal y lo promueve.

Dicho de otro modo: la «libertad política» es «no coacción»; pero no es «neutralidad». La libertad exterior debe favorecer a la libertad interior (la que se orienta al bien) (23). Lo más alejado de la jurisdicción civil es la vida religiosa: sin embargo, el Concilio Vaticano II, al defender la libertad frente al poder civil, no se contenta con su dimensión «negativa» o no coacción, válida para todos (los que cumplen su deber religioso y los que no); reclama la dimensión positiva de la libertad, el favorecimiento, que se refiere a los que quieren cumplir su deber religioso, no, por ejemplo, al ateísmo (24).

La realidad impone una reflexión muy grave. Y es que el Poder tiene, de hecho, y ejerce (a veces sin programa, por irradiación) medios poderosos de fomentar, estimular… Está obligado a hacerlo para el bien moral (25). El Episcopado Español ponderaba en diciembre de 1931 la supremacía del bien hacer de los gobernantes sobre las «formas» políticas: «Bajo un régimen cuya forma sea la más excelente, la legislación pude ser detestable, y, al revés, bajo un régimen de forma muy imperfecta puede darse una excelente legislación» (26). Y un escritor político acaba de decir: «La bondad o la maldad de los hombres que administran los sistemas políticos tienen más influencia en el gobierno de los pueblos que los principios formales en que aquellos se inspiran» (27).

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