La consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María realizada por nuestro Padre Santo, no podrá menos de atraer innumerables gracias sobre la Iglesia y sobre todo el mundo, y acelerará en los planes de Dios la consagración especial de Rusia, que llevará a término el Papa, en unión de todos los obispos del mundo, en el día marcado por la Providencia de Dios.
Es verdad que la condición pedida por la Virgen María para la conversión de Rusia, de que el Papa y todos los obispos unidos a él, consagren a la Virgen aquella gran nación no se ha cumplido aún. El Papa ha juzgado que no ha llegado todavía ese momento. Y es que Dios en sus inescrutables designios, quiere que siga siendo Rusia el instrumento de la purificación, castigo, vuelta a la fe cristiana del mundo descristianizado y de tantos miembros de la Iglesia acomodados al espíritu mundano. Rusia seguirá extendiendo sus errores y naciones enteras serán destrozadas. Pero, tengamos la serena confianza, de que el tiempo será más corto. Después de la purificación necesaria, la consagración de Rusia no se hará esperar. El Papa la hará y los obispos también. Seguirá pronto la conversión aquel gran imperio dominado por marxismo y la conversión del mundo y el triunfo del Inmaculado Corazón de María.
Los Ejercicios Espirituales que tenemos ya en puertas serán ocasión para que muchos de vosotros renovéis el fervor de una vida cristina lanzada a la ilusión de la santificación propia. Haga el Señor la gracia a nuestra Asociación Juvenil de que todos huyamos de la mediocridad. Mirad que no están los tiempos para mediocridades, sino para heroísmos y grandeza de corazón. Los que ahora no podáis hacer Ejercicios anuales reservaros días de Septiembre para las otras dos tandas: del 1 al 5 los chicos y del 6 al 10 las chicas.
Y finalmente vivid esta Semana Santa con recogimiento particular. El mundo llama a estos días santos “vacaciones de Pascua”. Nosotros debemos unirnos más al Señor. Elegid bien la iglesia para participar en los Sagrados Oficios y destinad tiempo a leer en vuestra casa la Pasión del Señor y a meditar en su obra redentora: “Y todo por mí”, digamos como san Ignacio. Nada de radios, televisiones o lecturas profanas. Que Jesús y María hallen en mi corazón y en mi casa retiro, compañía y consuelo.
Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 76, abril de 1984
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