Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 13 marzo, 2014

III Procesión de san José de la Montaña en Barcelona

13 jueves Mar 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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procesion san joseEl día 16 de marzo tendrá lugar en la ciudad de Barcelona la III procesión con la imagen de San José de la Montaña. Esta procesión organizada por la AB Jóvenes de San José y las Madres de Desampardos y San José de la Montaña tendrá su origen en la Parroquia de Santa María de Gracia (C. de Gracia, 3-5) y finalizará en la Basílica de la Sagrada Familia. La Santa Misa tendrá lugar en la basílica y será celebrada por SER Lluis Martínez Sistach.

El horario será el siguiente:

  • 15:00 Concentración en la Parroquia de Santa María de gracia de Barcelona.
  • 15:30 Inicio de la procesión con la imagen de San José de la Montaña.
  • 17:00 Santa Misa celebrada por SER Lluis Martínez Sistach, en la Basílica de la Sagrada Familia.

Quas Primas de Pio XI, papa 2

13 jueves Mar 2014

Posted by manuelmartinezcano in Magisterio, Uncategorized

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“Quas primas” del Sumo Pontífice Pío XI sobre la fiesta de Cristo Rey (II)

 I. La realeza de Cristo

Sentido metafórico

Ha sido costumbre muy generalizada ya desde antiguo llamar Rey a Jesucristo, en sentido metafórico, por el supremo grado de excelencia que posee y que le levanta sobre toda la creación. En este sentido se dice, en primer lugar, que reina en las inteligencias de los hombres, no tanto por su excelsa inteligencia y el grado extraordinario de sus conocimientos cuanto por ser Él la misma Verdad y por la necesidad que tienen los hombres de beber en Cristo la verdad y aceptarla de Él con rendida obediencia. Se dice, en segundo lugapio_xir, que reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en Cristo la voluntad humana responde con entera perfección y sometimiento completo a la santidad de la voluntad divina, sino también porque con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad, encendiendo en ella los más nobles propósitos. Finalmente, se afirma que Cristo reina en los corazones porque con su supereminente caridad, con su mansedumbre y benignidad, se gana el amor de las almas; y porque ningún hombre ha sido ni será nunca tan amado por toda la humanidad como Cristo Jesús. Sin embargo, para delimitar con más exactitud el tema, es evidente que también en sentido propio hay que atribuir a Jesucristo hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo como hombre se puede afirmar de Cristo que recibió del Padre la potestad, el honor y el reino; ya que como Verbo de Dios, identificado sustancialmente con el Padre, posee necesariamente en común con el Padre todas las cosas y, por tanto, también el mismo poder supremo y absoluto sobre toda la creación.

 

Sentido propio

 

La realeza de Cristo está afirmada a cada paso en la Sagrada Escritura. Se le llama el dominador que ha de nacer de Jacob; se dice de Él que ha sido constituido por el Padre Rey sobre el monte santo de Sión y que recibirá las gentes como herencia y como posesión los confines de la tierra, y el salmo nupcial que, bajo la imagen de un rey opulento y poderoso, cantaba al que había de ser el verdadero Rey de Israel, contiene esta frase: El trono tuyo, ¡oh Dios!, permanece por los siglos de los siglos; el cetro de tu reino es cetro de equidad. Omitiendo otros muchos textos semejantes, en otro lugar, al trazar las principales líneas de la figura de Cristo, se predice que su reino, carente de todo límite, estará enriquecido con los dones de la justicia y de la paz: Florecerá en sus días la justicia y habrá mucha paz… Dominará de mar a mar, del río hasta cabos de la tierra. A este testimonio se añaden los vaticinios, más completos todavía, de los profetas, principalmente el conocidísimo de Isaías: Nos ha nacido un niño, nos ha sido dado un hijo, que tiene sobre su hombro la soberanía, y que se llamará maravilloso consejero, Dios fuerte, Padre sempiterno, Príncipe de paz, para dilatar el imperio y para una paz ilimitada, sobre el trono de David y sobre su reino, para afirmarlo y consolidarlo en el derecho y la justicia desde ahora para siempre jamás. Los vaticinios de los demás profetas coinciden con el de Isaías. Jeremías predice que de la estirpe de David nacerá el vástago justo, y este hijo de David reinará prudentemente y hará derecho y justicia en la tierra. Daniel anuncia que el Dios del cielo fundará un reino, que no será destruido jamás… y permanecerá para siempre; y poco después añade: Seguía yo mirando en la visión nocturna, y vi venir en las nubes del cielo a un como hijo de hombre, que se llegó al anciano de muchos años y fue presentado a éste. Fuéle dado el señorío, la gloria y el imperio y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron, y su dominio es dominio eterno, que acabará nunca, y su imperio, imperio que no desaparecerá. Y las palabras de Zacarías que profetizan el rey manso que, subiendo sobre un pollino hijo de asna, había de entrar en Jerusalén, justo y salvador, entre las aclamaciones de las turbas ¿no fueron comprobadas por los santos evangelistas?

Por otra parte, esta doctrina de la realeza de Cristo que hemos entresacado de los libros del Antiguo Testamento, no desaparece en los textos del Nuevo Testamento; todo lo contrario, se halla confirmada en éstos con una luminosa brillantez. En este punto, y mencionando de paso el mensaje del arcángel que advirtió a la Virgen que daría a luz un hijo, a quien Dios había de dar el trono de David, su padre, que reinaría en la casa de Jacob sin que su reino tuviera fin, es el mismo Cristo el que da testimonio personal de su reino en tres ocasiones: en su último discurso al pueblo, al hablar de los premios y de las penas reservadas perpetuamente a los justos y a los condenados; en su respuesta al gobernador romano que públicamente le preguntaba si era rey, y, finalmente, después de su resurrección, al comunicar a los apóstoles la misión de enseñar y bautizar a todas las gentes. Siempre que tuvo ocasión, Cristo se atribuyó el título de Rey, confirmó públicamente su realeza y declaró solemnemente que le había sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. ¿Qué otro significado pueden tener estas expresiones que la grandeza de su poder y la extensión infinita de su reino? No debe extrañar, por tanto, que San Juan le llame Príncipe de los reyes de la tierra, y que Cristo, según la visión profética del Apocalipsis, lleve escrito en su vestido y en su muslo: Rey de Reyes y Señor de los que dominan. Porque, como el Padre constituyó a Cristo heredero universal de todas las cosas, es necesario que Cristo reine, hasta que, al fin de los siglos, ponga a todos sus enemigos bajo los pies del Padre.

De esta enseñanza común a todos los Libros Sagrados se siguió, como consecuencia necesaria, el hecho de que la Iglesia católica, reino de Cristo en la tierra, destinado a extenderse a todos los hombres y por todas las naciones, celebrase con multiplicadas muestras de veneración, durante el ciclo anual de la liturgia, a su Autor y Fundador como Rey, Señor y Rey de los reyes. Y así como en la antigua salmodia y en los antiguos sacramentarios usó la Iglesia de estos títulos honoríficos que con una admirable variedad de expresiones significan el mismo concepto, así también los emplea actualmente en el rezo del oficio divino y en el santo sacrificio de la Misa. En esta perpetua alabanza de la realeza de Cristo Rey se descubre fácilmente la bellísima unidad de nuestros ritos y los ritos orientales, de tal manera que también en este caso tiene perfecta realización el axioma de que la norma de la oración constituye la norma de la fe.

Catecismo Social de la Iglesia 51

13 jueves Mar 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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9 -Entonces, ¿no es admisible el divorcio?

-No, Pablo VI exponía el 23 de enero de 1967, solemnemente: «No queremos silenciar la triste impresión que siempre nos ha producido el ansia de quienes aspiran a introducir el divorcio en la legislación y en la vida de las naciones que tienen la suerte de estar inmunes de él, como si fuera desdoro no tener esta institución hoy, índice de una perniciosa decadencia moral, y como si el divorcio fuera el remedio de los males, que él, sin embargo, extiende y agrava aún más, favoreciendo el egoísmo, la infidelidad, la discordia, donde debería reinar el amor, la paciencia, la concordia, y sacrificando con despiadada frialdad los intereses y los derechos de los hijos, débiles víctimas de legalizados desórdenes domésticos…

catecismo socialLa más firme adhesión a la ley inviolable que, por disposición divina, y para dignidad y fortuna de la Humanidad redimida, rige la unidad y perpetuidad del vínculo y, por tanto, de toda la institución familiar».

10 -El divorcio está admitido prácticamente en todas las legislaciones: señal que responde a un derecho de la persona humana.

-No, el que esté admitido en las legislaciones no importa ninguna señal de progreso. Es una regresión bárbara. Es negar que las personas son hombres y mujeres. Es tragarse aquello que dice Sartre: «No existe la naturaleza humana, porque no existe un Dios que la haya podido bosquejar.» Entonces, los hombres quedan reducidos a la medida animal, instintiva, absurda.

Y además las estadísticas demuestran que el divorcio es siempre un fracaso. Lenin afirmaba que «no se puede ser socialista sin la plena y absoluta libertad para divorciarse». En la URSS, desde 1942,el divorcio está regulado. Y en 27 de junio de 1968,el jurista soviético Kolwonowsky, advertía: «La facilidad del divorcio tiene como consecuencia la degradación de la familia, por lo que debe ser enérgicamente combatido».

Donde se había programado el divorcio con toda licencia, la experiencia les ha contradecido. Y en los Estados Unidos está plenamente comprobado que de los 566.000menores procesados por delitos comunes, el 82% eran hijos de divorciados. Y la práctica demuestra que la legislación del divorcio fomenta la ruptura de los matrimonios.

En Suecia, en Inglaterra, en USA, las estadísticas son escalofriantes. A más facilidades para el divorcio, más divorcios, más hijos abandonados, más frustraciones, más tragedias. En París, en 1973, entre los mil divorcios mensuales controlados quedaron 27.000 niños sin familia. Al final de aquel año, 1973, más de un millón de niños parisinos vivían sin hogar propio.

El director del FBI, en 1973, declaraba que el 90% de la delincuencia juvenil procedía de los matrimonios disueltos, y en el último decenio, mientras la delincuencia general era de un 9’5 por ciento, la juvenil ascendía a un 50 por ciento. Y está comprobado que los divorcios proceden de matrimonios en que alguno de los cónyuges, en un 45 por ciento, lleva ya relaciones adúlteras.

11 -El divorcio tiene razones poderosas para ser admitido: es un contrato entre dos ciudadanos que civilmente quedan registrados, contrato libremente pactado. Y es una solución para los matrimonios rotos moralmente, con abismos sentimentales. Además, si los católicos no quieren el divorcio, que dejen en libertad a los otros ciudadanos que no lo son.

-Es verdad que el matrimonio es un contrato. Pero la razón del matrimonio arranca de la propia naturaleza humana, querida por Dios, ya que la indisolubilidad del matrimonio atañe a la misma ley natural. Pío XII decía al episcopado norteamericano: «Hay que velar con suma diligencia para que sea puntualmente conocido y santamente observado por los contrayentes el dogma de que el vínculo matrimonial es indisoluble y perpetuo por derecho divino» («Sertum laetitiae»), y la motivación del contrato matrimonial, libremente querido, implica responsabilizarse del mismo. Las consecuencias del matrimonio suponen su estabilidad, y esto ya se sabe antes de contraerlo.

Casarse no es una vulgar compraventa de un coche o de un electrodoméstico, intercambiable frívolamente. En el matrimonio está la piedra angular de la familia, de la moral y de los hijos. Es un contrato ante Dios.

Los matrimonios sentimentalmente rotos, se pueden recomponer. El amor supone el sentimiento, pero no lo es únicamente. Si los que se han casado se querían de verdad, el amor comporta exclusividad, y de producirse un desengaño nadie puede probar que con otra unión, fomentada a través de un clima de despecho o de pasiones, se pueda lograr esa felicidad perdida en el auténtico e ilusionado primer matrimonio.

Y es otro error aducir que los que no practican la fe cristiana tienen derecho al divorcio vincular, pues el matrimonio indisoluble responde a la misma naturaleza, y el Estado debe legislar objetivamente, para el bien común. Y jamás propiciar caminos de disolución familiar.

Tratado de la verdadera devoción 57

13 jueves Mar 2014

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Suplemento II

Después de la Sagrada Comunión.

270. Después de la Sagrada Comunion, recogiéndoos interiormente, introduciréis a Jesucristo en el Corazón de María. Le daréis a su Madre, que le recibirá amorosamente, le colocará honrosamente, le adorará profundamente, le amará perfectamente, le abrazará estrechamente, y le hará, en espíritu y en verdad, muchísimos oficios que, en nuestras espesas tinieblas, nos son desconocidos.

maria llena de gracia271. O bien, estaréis profundamente humillados en vuestro corazón, en presencia de Jesús que reside en María; o permaneceréis como un esclavo a la puerta del palacio del Rey, donde está hablando con la Reina, y mientras se hablan mutuamente sin necesidad de vos, iréis en espíritu al cielo y por toda la tierra a rogar a las criaturas que agradezcan, adoren y amen a Jesús en María en vuestro nombre: Venid, adoremos; venid (Ps. 94,6).

272. O bien, pediréis a Jesús, en unión de María, el advenimiento de su reino sobre la tierra por su Santísima Madre, o la divina Sabiduría, o el amor divino, o el perdón de vuestros pecados, o cualquier otra gracia, pero siempre por María y en María, diciendo, mientras fijas los ojos en tu miseria: Señor, no miréis a mis pecados. Pero vean vuestros ojos en mí las virtudes y méritos de María. Y recordando vuestros pecados, añadiréis: Soy yo el que ha cometido estos pecados. O también: Del hombre injusto y engañador, que soy yo, líbrame, Señor (Ps. 42,1). O bien: Jesús mío, es menester que Vos crezcáis en mi alma, y que yo decrezca; María, mi buena Madre, es menester que Vos crezcáis en mí y que yo disminuya más que nunca (Hebr. 10,38).

273. El Espíritu Santo inspira y os inspirará otra infinidad de pensamientos, si sois interior, mortificado y fiel a esta grande y sublime devoción que acabo de enseñaros. Pero acordaos siempre que cuanto más dejéis a María obrar en vuestra Comunión, tanto más será glorificado Jesús; y dejaréis obrar más a María para Jesús, y a Jesús en María, cuanto más profundamente os humilléis, y con cuanta mayor paz y silencio le escuchéis, sin inquietaros por ver, gustar ni sentir; porque el justo vive en todo de la fe, y particularmente en la santa Comunión, que es un acto de fe: Mi justo vivirá de la fe (Jn. 3,30).

 

Imitación de Cristo 57

13 jueves Mar 2014

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Capítulo 20

De la confesión de la propia flaqueza
y de las miserias de esta vida

El Alma.- 1. «Confesaré, Señor, contra mí mismo mi iniquidad» (Sal 31,5). Te confesaré mi flaqueza.
Muchas veces es una cosa bien pequeña la que me abate y entristece.
Propongo pelear varonilmente; mas en viniendo una pequeña tentación, me lleno de angustia.
Algunas veces de la cosa más vil me viene una grave tentación.
Y cuando me creo algún tanto seguro, me hallo a veces, sin sentirlo, casi vencido y derribado de un ligero soplo.

imitacion-de-cristo2. Mira, pues, Señor, mi bajeza y fragilidad, que te es bien conocida.
«Compadécete y «sácame del lodo, porque no quede atollado» (Sal 68,15) y desamparado del todo.
Esto es lo que frecuentemente me acongoja y confunde delante de ti, que tan deleznable y flaco soy para resistir a las pasiones.
Y aunque no me lleven enteramente al consentimiento, sin embargo, me son molestos y pesados sus asaltos y muy tedioso el vivir así, siempre en combate. De aquí conozco yo mi flaqueza, que las abominables imaginaciones más fácilmente vienen sobre mí que se van.

3. ¡Ojalá, fortísimo Dios de Israel celador de las almas fieles, mires el trabajo y dolor de tu siervo y le asistas en todo, dondequiera que fuere!
Esfuérzame con celestial fortaleza para que ni el hombre viejo ni la carne miserable, aún no bien sujeta al espíritu, pueda señorearme; contra la cual conviene pelear en tanto que vivimos en esta vida misérrima.
¡Ay! ¡Cuál es esta vida, donde no faltan tribulaciones y miserias, donde todo está lleno de lazos y de enemigos!
Porque pasada una tribulación o tentación, viene otra; y aun antes que se acabe el combate de la primera, sobrevienen otras muchas no esperadas.

4. ¿Y cómo se puede amar una vida llena de tantas amarguras, sujeta a tantas calamidades y miserias?
¿Y cómo se puede llamar vida la que engendra tantas muertes y pestes?
Y con todo esto, se ama, y muchos la quieren para deleitarse en ella.
Muchas veces nos quejamos de que el mundo es engañoso y vano; mas no por eso lo dejamos fácilmente, porque los apetitos sensuales nos señorean demasiado.
Unas cosas nos incitan a amar al mundo y otras a despreciarlo.
Nos incitan a amarlo «el deseo de la carne, el deseo de los ojos y la soberbia de la vida» (Jn 2,16); pero las penas y miserias que justamente les siguen, causan tedio y aversión al mundo.

5. Pero, ¡oh dolor!, que vence el mal deleite al alma entregada al mundo, y tiene por gusto estar envuelta en espinas, porque ni vio ni gustó la suavidad de Dios, ni el interior gozo de la virtud.
Mas los que perfectamente desprecian al mundo y trabajan en vivir para Dios en santa observancia, saben que está prometida la divina dulzura a quien de veras se renunciare, y ven más claro cuan gravemente yerra el mundo y de muchas maneras se engaña.

 

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