Monseñor Michel di Falco aprobó oficialmente las apariciones de la Virgen María, entre los años de 1667 a 1718, a una joven de 17 años. Entre otras cosas la Virgen pidió a María Benoile que amonestara a los sacerdotes y religiosos infieles a sus compromisos sagrados.

También en las apariciones del Corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque y de la Divina Misericordia a santa Faustina Kovalska el Señor se queja de la infidelidad de los sacerdotes, religiosos y religiosas. La beata Jacinta de Fátima decía: “Pida mucho por los pecadores! ¡Pida mucho por los sacerdotes! ¡Pida mucho por los religiosos! Los sacerdotes solo deberían ocuparse de las cosas de la Iglesia. Los sacerdotes deben ser puros, muy puros. La desobediencia de los sacerdotes y de los religiosos a sus superiores y al Santo Padre apenan mucho a Nuestro Señor”.

videntes garabandaPero sobre todo en las apariciones de la Virgen de Garabandal (1961-1965) a las niñas Conchita González, Mari Loli Mazón y Jacinta González, de doce años, y Mari Cruza de once, es donde aparece más dramática la voz del Cielo. El 18 de junio de 1965, las niñas dieron este comunicado: “Mensaje que la Stma. Virgen ha dado al mundo por intercesión del Ángel San Miguel: El Ángel ha dicho: Como no se ha cumplido y no se ha hecho conocer al mundo mi Mensaje del 18 de octubre (1961) os diré que este es el último. Antes, la copa se estaba llenando, ahora está rebosando. Muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas más almas.

A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia. Debemos evitar la ira de Dios sobre nosotros, con nuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con vuestras almas sinceras Él os perdonará. Yo, Vuestra Madre, por intercesión del Ángel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis. Ya estáis en los últimos avisos. Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación. Pedidnos sinceramente, y Nosotros os lo daremos. Debéis sacrificaros más. Pensad en la Pasión de Jesús.”

Que nosotros sepamos, la Iglesia no ha emitido su juicio definitivo sobre los acontecimientos de Garabandal. La comisión diocesana de la diócesis de Santander elaboró un informe que desconocemos. Aniceta, madre de Conchita González se quejaba tristemente de que le habían obligado a su hija a firmar un folio en blanco. El padre Laffiner, dominico francés que asistió a una docena de éxtasis, escribió:”Escuchad bien esto cuando mi declaración acabó (se hacía por otra parte en un restaurante, lo que era un escándalo en materia canónica) me dijo: “Firme”. He aquí mi respuesta: “No firmo”. Entonces vi lo que nunca hubiera podido suponer, con un bolígrafo, en letras mayúsculas, firmó con mi nombre y apellido… ¡Eso se llama en derecho civil falsificación! Cuando unos amigos de Alemania pasaron más tarde por Santander, se les probó que yo había declarado contra Garabandal y que mi declaración ¡estaba firmada con mi nombre!”

Los sucesos de Garabandal fueron presenciados por miles de personas de distinta condición: canónigos, sacerdotes, teólogos, médicos, psiquiatras, abogados, amas de casa, humildes labradores. La inmensa mayoría se convencieron de la autenticidad de las apariciones. El neuropsiquiatra Dr. Ricardo Puigcernau afirmó: “Según el punto de vista estrictamente científico, no se puede negar la posibilidad de una causa sobrenatural en todos estos fenómenos.” El Dr. Morales, psiquiatra que influyó mucho en los miembros de la comisión diocesana, manifestó durante las apariciones que los éxtasis de las niñas no eran más que una simple catalepsia colectiva, vulgares fenómenos histéricos. Años más tarde, reconoció su error y dijo: “Garabandal no es algo nuevo, sino la continuación de Lourdes y Fátima. Si los hombres hubieran aceptado los mensajes de estas apariciones, Garabandal no hubiera sido necesario”.

Las estadísticas de la Iglesia confirmaron las palabras de la Virgen Santísima. De 1964 a 2004 abandonaron su ministerio 69.063 sacerdotes. Son muchos. No disponemos de la cifra de religiosas y religiosos que rompieron su compromiso con Cristo durante estos años. En 1977 el entonces cardenal Joseph Ratzinger afirmaba: “Los caminos errados que se han tomado después del Concilio nos han traído esta situación de verdadera catástrofe.” Pablo Vl dijo que el humo de Satanás ha penetrado en la Iglesia y que estamos en “los tiempos de auto demolición de la Iglesia”. Es urgentísimo difundir y poner en práctica lo que pide la Virgen Santísima en las apariciones reconocidas por la Iglesia. En su primer mensaje del 18 de octubre de 1961 en Garabandal la Virgen dijo: “Hay que hacer muchos sacrificios y mucha penitencia y tenemos que visitar mucho al Santísimo. Pero antes tenemos que ser muy buenos. Y si no cambiamos nos vendrá un castigo muy grande.”

De Garabandal quedan pendientes tres grandes acontecimientos futuros: un aviso, un milagro y un castigo condicional. Pregunto: ¿No se puede reanudar el proceso de la comisión diocesana y completarlo con el testimonio de las videntes, que son hoy respetables madres de familia, en torno a los 60 años? Porque en Garabandal ocurrieron cientos de éxtasis, caídas y caminatas estáticas contra toda lógica y leyes físicas, el “milagrucu” de la comunión visible y la muerte misteriosa y repentina del P.Luis Mª Andreu, cuyas últimas palabras fueron: “¡Qué regalo me ha hecho la Virgen! ¡Qué suerte tener un Madre así en el Cielo! No hay que tener miedo a la vida sobrenatural. Hoy es el día más feliz de mi vida.”

Se han publicado muchos libros y vídeos sobre Garabandal. En uno de ellos de su testimonio Joe Lomangino, natural de Nueva York. A los 16 años perdió los ojos a consecuencia de un accidente, y también fue necesario cortarle el nervio olfativo. En ese estado, su familia decidió que visitara Italia. Hizo el viaje con un amigo. Lomangino por aquellos días era un joven mundano. Su amigo le habló del P.Pío y fueron a visitarle a san Giovanni Rotondo en 1963. Sintió el deseo de confesarse con el Padre y quedó anonadado cuando el confesor le recordó pecados que había cometido y olvidado completamente. Después de una bendición del Padre, Lomangino recobró el olfato. En una conversación posterior Joe le preguntó al P. Pío si era cierto que la Virgen se aparecía en Garabandal, que tenía miedo de ir por si era una cosa del diablo y perdía la fe que había recuperado. La respuesta fue. “Si, puedes ir”.

El arzobispo de Jalapa, México, escribía el 8 de junio de 1966 al Padre Morelos lo siguiente: “El hecho de que el padre Pío, reconocido por su virtud, su ciencia y su unión con la Santa Sede, apruebe las apariciones y anime a las cuatro pequeñas videntes a propagar el mensaje de la Santísima Virgen, es una prueba de la veracidad de estas.” La beata Teresa de Calcuta era amiga de las videntes.

SS Benedicto XVI, en su carta a los obispos del 12 de marzo con motivo del escándalo farisaico producido por el levantamiento de la excomunión de los cuatro obispos ordenados por Monseñor Lefebvre ha dicho: “Me ha entristecido el hecho de que también los católicos, que en el fondo hubieran podido saber mejor cómo están las cosas, hayan pensado deberme herir con una hostilidad dispuesta al ataque (…) A veces se tiene la impresión de que nuestra sociedad tenga necesidad de un grupo al menos con el cual no tener tolerancia alguna; contra el cual se puede tranquilamente arremeter con odio. Y si alguno intenta acercársele – en este caso el Papa – también él pierde el derecho a la tolerancia y puede también ser tratado con odio sin temor ni reservas” En esas estamos: También han sido obispos y sacerdotes los que han atacado al Vicario de Cristo.

“Señor, envíanos, envíanos monjas, envíanos sacerdotes, defiéndenos de la idolatría, de la idolatría de la vanidad, de la idolatría de la soberbia, del la idolatría del poder, de la idolatría del dinero. Y nuestra oración es para preparar estos corazones para que puedan seguir de cerca a Jesús”. (Santo Padre Francisco 3, 3,2014)

Meditemos profundamente los mensajes de la Virgen y pongamos en práctica lo que nos pide a cada uno de nosotros.

                                                                                                                             P. Manuel Martínez Cano, mCR